11| Perfect Strangers

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La luz de la habitación bailaba con el movimiento del barco, apenas arrojaba un poco de luz en aquel cochambroso cuarto. Daphne intentaba levantar la cabeza, pero no tenía apenas fuerzas para hacerlo, ya habían pasado unos cuantos días desde que la habían encerrado en aquellas cuatro paredes.
Sus manos estaban atadas a la espaldera de la silla, horas antes había intentado deshacerse de las cuerdas que la amarraban pero solo había incrementado la profundidad de sus heridas.
Oyó el ruido que hacía la puerta tras cerrarse de golpe y el constante tintineo de los pasos detrás de ella. Algo malo se avecinaba.

— Con que sigues despierta.— indicó una voz atronadora a sus espaldas. —

Cerró los ojos lo más fuerte que pudo para que pensasen que estaba dormida o incluso Muerta.

— vamos despierta.— grito aquel hombre en su oído. Estaba segura de que  Valentine le había mandado para hacerla hablar de todo lo que había visto bajo los muros del instituto de Nueva York.

La puerta se volvió a abrir y se volvieron a escuchar nuevos pasos que se dirigían hacia ella.

— Hija no se lo pongas más difícil.— era Jeremy.— solo diles lo que quieren saber y los golpes cesarán. O ábrenos un portal hasta el instituto. Ellos no pararan hasta que consigan lo que quieren y ya no tienes fuerzas para seguir luchando.—

—No.— contestó la rubia fervientemente. — ya habéis destruido demasiado y condenado a demasiada gente. ¿ No ves que no va a acabar?¿ Acaso no ves que Valentine nunca va a conseguir lo que quiere?

— Infamias.— grito el otro hombre mientras sacudía el débil rostro de Daphne con su mano.

Primer golpe. Valentine había decretado que tendrían que hacerla enfurecer, fuera como fuese había que conseguir que sus ojos se volvieran a iluminar y crear un nuevo portal que les llevase hasta el instituto. Por otra parte temían que lo hiciera por si lograba escapar de allí. Por eso solo la torturaban en presencia de algún miembro del círculo.  Agotando  sus energías.

— Ves pequeña, este es el lado malo de enamorarse de un cazador de sombras.— contesto Jeremy ante la arrogancia y la indiferencia de su primogénita. — por eso te advertí que los shadowhunters no eran de fiar.

— ¿Por eso te enamoraste de la reina de los demonios no?— arremetió Daphne contra el orgullo de su padre. — por qué los Shadowhunters no eran suficientemente malos para ti.

— Te has vuelto débil.— grito mientras golpeaba de nuevo el rostro ensangrentado de su hija. — El amor te ha hecho débil.

— Pontmercy, ya están aquí.— irrumpió Valantine en la habitación.— llevarla a los calabozos ocultos, ponerla junto al mago. Si algo va mal les obligaremos a usar sus poderes.  Y bajarles comida.

¿Un mago? Los ojos de Daphne se iluminaron cuando imagino que ese Mago pudiese ser Magnus. Como siempre el había perdonado todo lo que le había dicho días atrás y la habría venido a salvar una vez más. Pero no,  al entrar en una de las jaulas que había en lo más profundo del barco Daphne se encontró con un joven mago. Les habían dejado dos platos de comida que imagino que serían putrefacta o algo similar.

Ambos se miraron durante unos segundos, aquel mago poseía los ojos más bonitos que jamás había visto. Pero ninguno de los dos se atrevió a decir nada.  Ambos estaban aterrorizados por lo que pudiera estar ocurriendo a unos metros encima de ellos.
El joven mago agarró su comida y intentó comérsela, llevaría más tiempo que Daphne sin pegar bocado y eso hacía que se estuviera muriendo de hambre.
Daphne miró desde la esquina donde se había sentado su plato de comida. Eran una especie de judias cocidas con un cuscurro de pan.

Survivor // #ShadowhuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora