Capítulo 8

922 73 3
                                    

Al siguiente día, desperté gracias a unos pasos poco silenciosos que se escuchaban claramente en el apartamento. No quería moverme de mi cama. No tenía ánimos de nada, solo quería dormir y ver a Freddie. El beso que me había regalado me tenía confundida. Estaba jugando con mi mente ¿cómo iba a perdonarle algo así? Acababa de poner mi vida, la de mi familia y amiga en peligro. Prometí que acompañaría a Freddie y lo apoyaría en cualquier circunstancia, pero a la vez un miedo escalofriante me invadía y volvía a plantearme las anteriores ideas ¿Cómo iba a hacer yo para apoyarlo o cubrirlo cuando tenga que hacer algo indebido? Mi conciencia no me dejaría tranquila, incluso podría volverme paranoica. Estaba considerando ayudarlo, cuando él me puso en líos. No pensó en mí, solo pensó en salvar su trasero y el de su padre. En ese momento no tenía opción, pero para poder salvar mi trasero, debía mantener la mente en blanco y hacer las cosas con calma. Por su parte, Freddie debía prometerme hacer lo posible para no meternos en más problemas.

Sin dejar de escuchar el bullicio de los pasos, me levanté de la cama para dirigirme a la cocina. Él estaba tratando de hacer el desayuno.

—¿Acaso no sabes que no se debe hacer ruido hasta que sean las nueve de la mañana? —dije mientras me sentaba en la mesita de la cocina.

Freddie se sobresaltó y regresó la mirada. Llevaba puesto un delantal azul con lunares rojos.

—Buenos días—dijo con una sonrisa en el rostro —Lo siento, no pretendía hacer tanto escándalo.

—Ya deja de pedir disculpas—dije mientras me recostaba sobre la mesa—pareces un disco rayado.

—¿Cómo?

—Solo deja de disculparte y ya, vas a colmar la poca paciencia que me queda —Freddie me miró de reojo y se llevó las manos al delantal, limpiando sus manos meticulosamente.

—Lo sie...—lévate la cabeza y lo miré furiosa—Ya no lo haré. Lo prometo —Asentí con la cabeza y volví a bajarla para poder dormir un rato más.

—No te recuestes, ya voy a servir la comida.

—Puedo comer así—dije sin siquiera abrirlo los ojos.

—Kaya...

—Por favor, no seas cruel.

—No soy cruel, no es de buenas maneras que...

De repente unos golpes estruendosos resonaron en la puerta. Regresamos la mirada el uno al otro espantados. Freddie se llevó el dedo a los labios indicando que no haga ningún ruido mientras volvían a tocar la puerta.

—¿Sí? —preguntó.

—¿Vive aquí el señor Highmore? —preguntaron desde afuera.

—¿Qué necesita? — dijo Freddie en voz alta.

—Soy su vecino, el Sr. Massey. Dejaron un paquete para usted en recepción—Freddie hizo señas para que me escondiera mientras él se acercaba a la puerta lentamente.

—Ahora voy.

Salí disparada hacia mi habitación y de la desesperación terminé escondida bajo mi cama. Escuché la puerta abrirse y cerré mis ojos esperando escuchar algo desastroso.

—Buenos días—escuché decir a nuestro "vecino".

—Buenos días Sr. Massey— escuché decir a Freddie algo sorprendido—¿qué lo trae por aquí?

—Dejaron esto para usted, me pidieron que se lo entregara inmediatamente —algo pesado cayó en los brazos de Freddie. Estaba nerviosa, sentí que en cualquier momento el hombre entraría a la fuerza.

—Muchas gracias.

—No hay problema. Por cierto, bienvenido al edificio.

—¡Gracias! Disculpe, ¿sabe quién dejó el paquete?

—Pues, un hombre alto, de barba. Llevaba puesto unos jeans y una camisa roja.

—Oh, bien. De nuevo gracias.

—No hay de qué, avíseme si tiene algún inconveniente.

—Lo haré. Gracias.

Y escuché la puerta cerrarse. Algo pesado cayó al suelo y escuché unos pasos acercándose lentamente y se detuvieron justo en la puerta de mi habitación. Esta se abrió y luego Freddie apareció tirado en el suelo junto a mí.

—¿Qué clase de escondite es este? —preguntó mientras reía.

—Entré en pánico. No me juzgues—dije mientras estiraba la mano para que me ayudase a salir. La tomó y empezó a halarme.

—Que buen susto —Lo miré y asentí lentamente. Al salir de mi escondite nos sentamos en el suelo apoyando nuestras espaldas en mi cama. Freddie tomó mi mano y soltó un largo suspiro.

—¿Abriste el paquete? —pregunté.

—No, pero está muy pesado. No sé qué sea. Tal vez nos enviaron algo útil.

—¿Quién crees que haya sido?

—Algún colega que nos está ayudando en este asunto ¿Quién más podría ser?

Asentí y me levanté y salí hacia la sala, la caja estaba en medio, sobre la mesita de café, esperando a ser abierta. Me acerqué y empecé a quitarle la cinta adhesiva, la abrí y lo único que encontré fue un montón de libros y manuscritos que para mí lo tenían ningún sentido. Freddie apareció detrás de mí y se acercó para tomar uno de los libros.

—¡Nos enviaron entretenimiento! —dijo emocionado mientras analizaba la portada minuciosamente.

—Interesante...—dije sin ánimo.

—¡Oh vamos! Si la lectura es el mejor entretenimiento que existe.

—Soy más de películas y series—dije mientras bajaba la mirada.

—Te gustará, además, tampoco es que tengas otra opción.

—Supongo, es lo único que puedo hacer.

Empezamos a sacar todos los tomos y los colocamos en un estante descolorido. Los manuscritos que encontramos entre los libros contenían información sobre la situación de la empresa, todas tenían números rojos. No había muchas novedades pues el imperio que tanto tardó en crecer, se iba desmoronando rápidamente. Al terminar tomé un sobre que estaba al fondo de la caja, era una carta de un tal Peter B., según lo que decía el padre de Freddie seguía dormido, algunos hombres habían sido arrestados, los matones seguían buscándonos y rogaba que no nos metiéramos en más problemas. Solté un suspiro ¿Un poco tarde para eso no?

Éramos Freddie y yo contra el mundo. Bueno, y este Peter también.

Al terminar de arreglar todos los libros y documentos me desparramé en el sillón principal, cerré los ojos y respiré profundamente, ni siquiera había desayunado.

—Vamos, comamos algo—dijo Freddie extendiendo su mano. Al parecer había leído mi mente.

Me levanté y nos dirigimos a la cocina para atiborrarnos de lo que más pudimos. Al terminar nuestro desayuno, decidí cambiarme de ropa y escoger uno de los tantos libros que nos habían llegado. Me decidí por Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, el favorito de mi mamá. Siempre la escuchaba hablar de aquella obra, pero nunca le había puesto un verdadero interés. Mientras pasaba las páginas sentía que mi madre estaba cerca, había algunas frases que recordaba haberme dicho, no me imaginaba que las había sacado de allí. No quiero que la gente sea muy agradable, pues así me ahorran la molestia de que me tengan que gustar demasiado, siempre decía eso cuando no le gustaba la actitud tan dulce de alguna nueva amiga mía, la mayoría de veces ella tenía razón. Empezaba a extrañarla, a ella y a mi padre.

Después de varias horas, algo cansada de la lectura, decidí ir tras Freddie para conocer la hora de la cena. No quería acercarme mucho, aún sentía un poco de resentimiento e incomodidad por lo que había pasado. Estaba confundida con todo lo que teníamos encima. Al llegar a su habitación toqué la puerta varias veces, pero no recibí respuesta. Abrí la puerta lentamente, asomé la cabeza y me quedé atónita.

Freddie observaba minuciosamente un arma.

Possessive Love (Freddie Highmore Fan-Fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora