Las premisas del Budismo son un clima muy suave, una marcada mansedumbre y liberalidad de las costumbres, ausencia total de militarismo y la radiación del movimiento en las capas superiores y aun eruditas de la población. La paz serena, el sosiego, la extinción de todo deseo es la meta suprema; y se alcanza esta meta. El budismo no es una religión en que tan sólo se aspire a la perfección; lo perfecto es en él lo normal.
En el cristianismo, pasan a primer plano los instintos de sometidos y oprimidos; son las clases sociales más bajas las que en él buscan salvación. Aquí se practica como ocupación, como remedio contra el aburrimiento, la casuística del pecado, la autocrítica, la inquisición; aquí se mantiene el afecto constantemente referido a un poderoso, denominado "Dios" (mediante la oración); aquí se concibe lo supremo como algo inaccesible, como regalo, como "gracia". Aquí falta también el carácter público; el escondite, el rincón oscuro, es propio del cristianismo. Aquí se desprecia el cuerpo y se repudia la higiene como sensualidad; la iglesia hasta se opone al aseo (la primera medida tomada por los cristianos luego de la expulsión de los moros fue clausurar los baños públicos, de los que solamente de Córdoba había 270). Lo cristiano supone un cierto sentido de la crueldad, consigo mismo y con los demás; el odio a los heterodoxos; el afán persecutorio. Privan representaciones sombrías y excitantes; los estados más apetecidos, designados con los nombres supremos, son de carácter epilepsoide; la dieta es seleccionada en forma que promueva fenómenos mórbidos sobreexcite los nervios. Cristiano es el odio mortal a los amos de la tierra, a lo "nobles", en conjunción con una competencia solapada (se les deja el "cuerpo", se requiere solamente el "alma"...). Cristiana es la hostilidad enconada al espíritu, al orgullo, a la valentía, a la libertad y el libertinaje del espíritu; cristiana es la hostilidad enconada a los sentidos, a los placeres sensuales, a la alegría, en fin...
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El Anticristo
ClassicsEl anticristo constituye la más dura e implacable crítica jamás lanzada, no ya contra la "buena nueva" de Jesús, sino contra la manipulación que de la figura y el mensaje de éste hizo, según Nietzsche, la Iglesia católica y, en concreto San Pablo. E...