Capítulo 24

1.5K 31 1
                                    

Me limito aquí a rozar el problema de la génesis del cristianismo. La primera tesis para la solución del mismo reza: el cristianismo sólo puede ser comprendido como producto del suelo en que ha nacido; no es una reacción al instinto judío, sino la consecuencia del mismo, su lógica terrible llevada a una conclusión ulterior. Dicho en la formula del Redentor: "la salvación proviene de los judíos".

La segunda tesis reza: el tipo psicológico de Galileo es todavía reconocible; pero sólo en su degeneración total (que es mutilación a incorporación de multitud de rasgos extraños a un tiempo) ha podido servir para el uso que se ha hecho de él: el de ser el tipo de redentor de la humanidad.

Los judíos son el pueblo más singular de la historia mundial, puesto que puestos en el dilema de ser o no ser, prefirieron, con una determinación francamente escalofriante, ser a cualquier precio; este precio era el falseamiento radical de toda la Naturaleza, de toda naturalidad, de toda realidad, de todo el mundo interior no menos que el exterior. Repudiaron todas las condiciones bajo las cuales habían podido vivir, habían tenido derecho a vivir hasta entonces los pueblos; hicieron de sí mismo una antítesis de la condiciones naturales. Invirtieron la religión, el culto, la moral, la historia y la psicología, de un modo fatal, en lo contrario de los valores naturales de las mismas. El mismo fenómeno se da, y en una escala infinita mente mayor, pero, no obstante, como mera copia, en la iglesia cristiana; en comparación con el "pueblo de los santos", ella no puede pretender originalidad. Los judíos son, así, el pueblo más fatal de la historia; como resultado de su gravitación, la humanidad se ha vuelto tan falsa que, todavía hoy, el cristianismo es capaz de sentirse antijudío, sin tener conciencia de que es la idiosincrasia judía llevada a su consecuencia última.

En mi genealogía de la moral he dado por vez primera una dilucidación sicológica del contraste entre la moral aristocrática y la moral del resentimiento, esta última derivada de no pronunciado frente a aquella. Mas queda definida así la esencia de la moral judeocristiana. Para poder decir no a todo cuanto representa la curva ascendente de la vida (la armonía plena, la hermosura, la auto afirmación), el instinto del resentimiento, hecho genio, tuvo que inventarse otro mundo con respecto al cual esa afirmación de la vida supuso lo malo, lo reprobable, en sí. Psicologicamente hablando, el pueblo judío es un pueblo de vitalidad extrema que, confrontado con condiciones de existencia imposibles, tomó deliberadamente, guiado por la cordura suprema del instinto de conversación, la defensa de todos los instintos de la décadence; y no tanto por estar dominado por ellos como porque adivinó en los mismos una potencia mediante la cual le sería dable hacerse valer frente "al mundo". Los judíos son los antípodas de todo lo décadent; mas tenía que representar el papel de décadents, hasta el extremo de engañar a todo el mundo; con un non plus ultra de genio histriónico sabían ponerse al frente de todos los movimientos de la décadence (como cristianismo paulino), para hacer de ellos algo que fuera más fuerte que cualquier facción dispuesta a decir sí a la vida. Para el tipo humano que en el judaísmo y el cristianismo llega a dominar: el sacerdotal, la décadence no es sino un medio; este tipo humano está vitalmente interesado en enfermar a la humanidad, en invertir los conceptos "bien" y "mal", "verdadero" y "falso", en un sentido que entraña un peligro mortal para la vida y significa el repudio del mundo.

El AnticristoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora