; twenty four.

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Han pasado dos días desde la salida que habían tenido, por lo que no quedaba nada para salir a vacaciones. JungKook seguía rogándole a SuYeon que lo perdone por el susto que le dio en el bus; sin descanso. Ella, no le hablaba, pocas veces lo miraba, y si lo hacía él no lo notaba, pero no estaba enojada, al contrario, la felicidad salía como nunca por sus poros e incluso por sus orejas y fosas nasales.

Hace poco JungKook le había dejado un corazón en su taquilla con un aroma distinto al de siempre y otras cosas más.

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"Necesito verte en el pasillo de los clubes, ahora. Si no te apareces allí prometo secuestrarte.

Atte, el amor de tu vida."

No estaba demás decir que ya van dos cartas donde coloca el "Atte", a Suyeon no le molestaba, le parecía algo muy lindo de su parte y cada vez que lo hacía se sentía desfallecer de ternura.

Ahora se encontraban ambos allí, parados uno frente al otro.

-¿Qué? ¿Crees que con el susto que me diste te perdonaré así de fácil? ¡Casi me matas de un infarto!, odio las arañas... -Murmura lo último cruzándose de brazos cabizbaja, utilizando su cabello como una cortina para ocultar su rostro levemente sonrojado.

Las avispas en su estómago eran cada vez más violentas al estar cerca de JungKook, su timidez poco a poco se iba desvaneciendo y el aprecio que ella le tenía al chico aumentaba cada minuto e incluso segundos más y más. Buena señal.

-¿Cuántas veces tengo que pedirte perdón? -Responde divertido el mayor, sus ojos demostraban felicidad mirando atentamente a la chica, tierna, linda, especial, cabizbaja con sus mejillas teñidas de un color carmesí que la hacía ver más perfecta de lo que siempre era. Tan ella- Me he disculpado más de diez veces, incluso cuarenta, ¡o cien! -Exclama animado, dejando a la vista de la presente una resplandeciente sonrisa de conejo.

Suyeon sonrió lo más disimuladamente posible para intentar pasar desapercibida ante los ojos del chico, quien la miraba atentamente con un destello inexplicable en los ojos. No respondió, se quedó de brazos cruzados viendo un punto fijo en el suelo formando un silencio cómodo, pero a la vez, inquietando al chico, por lo que decidió hablar primero.

-¿Mi bebita quiere algo más? -Habla tal cual madre mimando a su hijo de dos años, inclinándose ciertos centímetros hasta quedar a la altura de ella y apretar sus mejillas, las cuales rápidamente fueron invadidas por toda la sangre de su cuerpo.

La chica retrocedió chocando con la ventana del pasillo, a su vez, golpeó la mano del mayor haciendo un puchero extremadamente tierno para JungKook. Ella era una ternura y nadie podía nergárselo ni quitarle eso de la cabeza a él.

-¡JungKook! -Se quejó frunciendo el ceño fingiendo enojo.

-Tranquilita mi niña, le compraré su dulce preferido, ¿vamos? -Extendió su mano a unos centímetros del rostro de la joven mostrando esa sonrisa característica de él.

"¡Sí, sí, sí!, ¡sí quiero!"

-No quiero. -Aguantó la tentación volviendo a cruzarse de brazos, eta vez, con la espalda recostada en la ventana.

-Entonces... -Se acercó otro poco más, quedando a muy escasos centímetros del rostro de Suyeon sin permiso, sin vergüenza, sin timidez y con valentía- ¿Qué es lo que desea...? -Dio otro corto paso, pero esta vez, su narices casi rozaban. El interior de la chica era una sopa en ese momento, su rostro no podía estar más sonrosado por la situación y sus nervios se notaban a leguas de allí, mientras que el chico permanecía sonriendo tan tranquilo, aunque por dentro moría de nervios y tentación que en ese momento la vida le había ofrecido. Una de sus manos subió a la mejilla de la chica, acariciando con toda la delicadeza del mundo ésta misma, observó y examinó encontrando cada detalle del perfecto y adorable rostro de la menor- Eres tan hermosa... -la mano del mayor recorrió cada centímetro de la dulzura que tenía delante de sí, frente, mejillas, nariz, labios, hasta llegar al mentón, el cual tomó con delicadeza forzándola a mirarlo, vagó unos segundos en los cálidos y profundos ojos que podían poner todo su ser en tensión y sin más, sin contenerse, sin prohibirse otro segundo, ni reprimir sus impulsos, la besó.

paper hearts ; jjk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora