Concilio

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En alguna parte secreta de Maresan, existe un bosque al cual no muchos osan entrar, ni de noche ni de día. Las leyendas cuentan que los seres antiguos aún viven ahí y no les agrada la visita de seres modernos había una pequeña cabaña con aspecto abandonado, madera vieja y podrida por fuera, pero en el interior estaba remachada con una segunda capa de madera fuerte y nueva. Esa morada se encontraba dentro del bosque y servía como lugar de reuniones, donde los invitados eran generalmente, gente poderosa, rica e influyente.

Esa noche nublada, una de estas reuniones se llevaba a cabo en la pequeña vivienda. El anfitrión esta vez era una persona de alto rango del clero.

—¿No les parece hermoso?, la forma en que la mayoría de las personas trabajan, nos honran, nos prestan sus servicios y nos rinden tributos —dijo el eclesiástico mirando por las estrellas a través de la ventana—, nos obedecen.

—La mayoría, pero no todos. Las otras personas se dedican a estafar, robar o asesinar por unas migas de pan —mencionó uno de los convocados de cabellera rubia y reluciente armadura blanca con un caballo de oro en el pecho.

—Eso no es de preocuparse, sabemos que lo hacen, sabemos quiénes son, los que representan amenaza para el orden y para nosotros los tenemos vigilados y cuando se pasan de la raya los encarcelamos —el clérigo, quien aún miraba por la ventana fue alumbrado por un rayo que atravesó el cielo, giró y se dirigió al centro de la habitación—, y esa es la razón por la que nos reunimos aquí hoy. Algunos de los prisioneros, como ya sabrán son marchitos... y el patriarca me envío con la moción de usar a los marchitos —el hombre hizo una pausa para analizar la expresión de cada uno de los presentes y prosiguió—. Ustedes saben que los engendros se están propagando rápidamente y nuestros esfuerzos, a pesar de ser muy capaces, no están siendo suficientes, su tasa de reproducción ha incrementado mucho en los últimos tres años.

—¿Y sigue creyendo que los marchitos pueden ser controlados? —preguntó otro de los convocados que llevaba ropas viejas y rasgadas, pero su físico lucia sumamente cuidado y limpio. El hombre portaba tres argollas a cada lado de las orejas.

—Así es, lo sigo creyendo, nuestra persuasión puede muy buena; los espías nos facilitan mucho el trabajo. Estoy seguro que ya todos repasaron sus puntos de vista, estrategias, razones y beneficios en esto, así que les pido lleguemos a una decisión pronta; tiempo es lo que no podemos perder más.

—Pero la consecuencia es lo que nos tiene aquí hoy —mencionó el hombre de ropas viejas—, tan solo diecinueve años después —el hombre recibía la molesta mirada del clérigo, pero este la retenía sin miedo.

—Las dudas acallan nuestra alma y la tornan seca, sin esperanzas... pero eso no es culpa nuestra, no estaba en nuestras manos. Si aún seguías con dudas debiste quedarte en tu castillo, debemos votar y nada más, no hay tiempo para debatir, repito que tiempo es lo que no tenemos.

—Solo pido una cosa antes de efectuar mi voto —mencionó el sujeto mientras tentaba las argollas de sus orejas—, quiero hablar con una marchita, quiero aclarar mi mente para saber las posibles consecuencias de esto.

El anfitrión se quedó pensando cerca de tres minutos en total silencio, ninguno de los otros 3 convocados emitía sonido alguno, todos sentados firmemente en su lugar.

—Votaras ahora, hablaras con ella después del voto —dijo fieramente, pero dándole la espalda—. Habremos votado rápido y sabrás lo que quieras saber, todos obtenemos lo que queremos. No pienso quedarme aquí y quedar atrapado en la tormenta que se nos avecina.

A pesar que no era lo que él quería, no se negó, no tenía otra opción, sabía perfectamente lo que podía pasar a quien disgustaba al clero. El anfitrión llevo su palma derecha hacia el corazón y levantó a la altura del hombro la mano izquierda, todos los presentes lo imitaron enseguida, concediendo así, el uso de marchitos.

—Gracias a todos, ahora me despido —rápidamente el anfitrión camino hacia la salida y se detuvo cerca de ella—. Tú... espero que vengas en un corcel rápido, me seguirás el paso si quieres hablar con marchitos —le dijo al viajero.

Todos los demás se levantaron, y sin hacer caso a demás palabras fueron saliendo por la misma puerta, partiendo en diferentes direcciones sobre caballos negros.

El clérigo y su nuevo acompañante montaron sus respectivos corceles y comenzaron a galopar tras la negra noche.

—Si mueres, no es lo que habrías esperado, pero fue consecuencia de tu de decisión —dijo finalmente el enviado por el patriarca.


Capítulo corto pero de lo cual muchas cosas pasaran

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Capítulo corto pero de lo cual muchas cosas pasaran... ¿para bien o para mal? Eso tendrán que descubrirlo con el tiempo. 

Espero sigan por aquí y cada vez tengas más interés en esta historia, la cual no es sola mía, es de todos quienes le permitan llegar a sus mentes <3

A veces, por engancharse en la lectura y pasar al siguiente capítulo, uno se olvida de votar o comentar, y créanme si les digo que para mí es muy valioso si lo hacen pues me impulsan a mejorar y seguir liberando mi mente.

¡Un saludo y abrazo para todos!

Colmillo Helado, Blasón de Fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora