La Resistencia

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Año 1318

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Año 1318. Un día común en la región de Maresan, pero común no significaba tranquilo; son días agitados. La gente se había acostumbrado a caminar deprisa por miedo a ser atacados por vampiros, hounds, y espectros entre otros. Al inicio los ataques solo eran cuando el sol se ocultaba, pero ya no era igual. Años atrás se incrementaron los ataques en luz de día, por lo que las guardias y protecciones debían ser ya a todo momento; sin embargo, cada vez eran más los atacantes y los guardas no bastaban para salvaguardar la integridad de los seguidores de Zatsha.


Se comenzó a reclutar niños mayores a ocho años obligados a servir al protector divino comenzando así su entrenamiento y se desplegaron numerosas divisiones Hemat, no para proteger, si no para cazar a esos demonios antes que lograran incrementar su número y fuera demasiado tarde. Se buscaba campamentos, guaridas y madrigueras, o cualquier lugar donde se escondieran.

Aquí, al oeste de la capital de Maresan, se encuentra una división Hemat ideando un ataque hacia una ciudad humana, que ha sido víctima de numerosos ataques.

—¿Estamos listos? —Preguntó el Teniente encargado de la trigésima-octava división mientras leía un informe de ubicaciones con ataques constantes.

—Aún no, pero en poco tiempo lo estaremos, podemos ir levantando el campamento Señor —respondió su primer Capitán, quien estaba de pie frente a la mesa.

—Muy bien, avisa a los Capitanes que alisten sus jaurías.

—Sí, señor —el hombre estaba por salir de la habitación cuando escuchó su nombre.

—Ricardo, ¿Cuántos son ellos? —el Teniente había dejado los papeles sobre la mesa y miraba al Capitán.

—Creemos que 40, Señor.

— ¿Creen? —cuestionó en tono molesto—, bien sabes lo que ha pasado por culpa de información errónea, imbécil. Necesitamos saberlo con exactitud o todo esto habrá sido en vano; un matadero.

— El parásito asignado ha estado muy poco tiempo en la ciudad para saberlo con exactitud.

—¿Quién es el parásito esta vez? —preguntó inconforme.

—Dylan, Señor —Ricardo se encontraba en posición recta frente a su superior mientras recibía la molesta mirada de el Teniente quien se dejaba caer en su silla de palma tejida.

—¿Por qué carajo no mandaron a alguien confiable para este trabajo? Sabes que podría haber un Zikmat; un experto... un experto es lo que se necesita, ¡Joder! —gritó al momento que golpeaba sus puños cerrados contra la mesa donde estaba colocado el mapa con el cual planificaba sus batallas.

—Los Parásitos lo eligieron a él, creyeron que tendría suficiente astucia para la misión sin arriesgar a otro veterano.

—¡¿Y Por qué carajos nadie me pidió confirmación?! —soltó furioso. El Teniente Irwin sabía que podía estar en riesgo toda la misión.

Colmillo Helado, Blasón de Fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora