Secreto. Parte 1.

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El hombre de cabello negro azabache y ojos más negros que el carbón, miró atentamente a la mujer pálida frente a él.
Habían estado comprometidos más de tres años y ya era hora de que Alice le contara su secreto.

—Cariño. —Lo llamó Alice.

Él se acercó con sigilo hasta su rostro y lo tomó entre sus manos.

—Hay... algo... —Suspiró. Los nervios no la dejaban vocalizar adecuadamente.

—¿Sí? —La incitó a seguir hablando y ésta asintió con la cabeza.

—Seremos padres, Vlad... —El hombre se quedó quieto como estatua. Sus ojos se cristalizaron.

Lloró. Sonrió y lloró al mismo tiempo.
Tocó el estómago de la mujer y besó sus labios.

«Padres» Repetía dentro de su cabeza cada que podía.
Todavía no lo asimilaba, pero la idea de tener un hijo, era increíble.

—Vlad... —Interrumpió la mujer con una lágrima en el rostro—. Es fruto de un humano y un vampiro.

Él asintió.

—¿Y si muere?

Vlad se quedó callado y suspiró.

—No nos hagamos ilusiones. —Pronunció de manera grave con un leve dolor en un lugar que no era el corazón.

Demasiado tarde. Ambos se habían hecho ilusiones.

(...)

Horas antes del parto, Alice habló con Vald.

—Si muero en el parto, sólo te pido que guardes el secreto. —Tragó saliva y gimió de dolor. Contracciones.
Pero esas no eran normales. Esas eran de un ser más fuerte que un humano.

—Lo prometo, Alice. —Besó su frente para después salir de la habitación sigilosamente.


Dos horas después, ambos sostenían entre sus brazos a una hermosa niña, una que no lloraba y sólo observaba fijamente a sus papás.

(...)

Había transcurrido un año desde el nacimiento de Jade.
Era su primer cumpleaños.

Para festejarla decidieron hacer un hermoso día de campo.
Todo estaba preparado, listo y perfecto; la música tocaba, el viento chocaba con las ramas de los árboles y provocaba un hermoso sonido.

Estaba todo tan perfecto.

Hasta que cambió la vista, el olor, escuchaban latidos de corazones agitados, respiraciones y pasos. Muchos pasos.

Ella se temía lo peor, y así fue. A lo lejos se veían pistolas y cuchillos, personas insultando a otras.


Llegaron, cada uno con un tridente, sin miedo, llenos de odio.

Un hombre la atrapó y le cortó el cuello frente a su esposo. La imagen quedó grabada en la mete de Vlad hasta el final de sus días.

Escapó, salió del lugar antes que la vida de Jade y la suya estuvieran en manos de esos zánganos insensibles.

Los pueblerinos dejaron que sus antorchas consumieran el lugar, y al igual poco a poco se consumía el corazón de Vlad.

Su esposa había muerto, y él no había hecho nada para salvarla.
Las lágrimas de Jade no cesaban. La hermosa pelirroja estaba triste, y su padre, con más tristeza, no sabía cómo sacarle una sonrisa.

Mamá ya no estaba para ellos y la pequeña tendría que afrontar eso cuando fuera mayor.

Aeternum.  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora