Capítulo 5.

66 4 1
                                    

Estaba deprimida, realmente deprimida.
Mis padres habían llamado en la mañana para preguntar si todo estaba bien, y no lo estaba, nada estaba bien.
Y menos la familia.

Me dirigí a la ducha. Mis padres habían depositado dinero para comprar alimentos, y yo iba a ser la que los escogiera.
Así que me preparé para ir al supermercado.

Salí de mi recamara secando mi cabello y me encontré con Margo en el taburete sentada y con cara de espanto.

—Ya voy a comprar comida. —Aseguri, y al instante me pregunta que si puede ir.

Y como es Margo Matthews lo único que hago es asentir.

(...)

Verla ahí, caminando de un lado a otro me hacía pensar en si realmente sería su hermana.
Me duele, y me va a doler probablemente lo que resta de mi inmortalidad.
Duele con cada latido de mi corazón —que literalmente no late— verla buscar dulces, y darme cuenta que está creciendo, y que crece sabiendo que no soy su hermana.

Me volteo para seguir con mis compras, y justo cuando iba a poner mayonesa dentro del carro de despensa, escucho que alguien me llama.

—¿Michelle? —Me giré y sonreí amablemente.

La causa de todas mis dudas hasta ahora, estaba ahí presente.

—Hola. —Apreté mis dientes—. ¿Qué haces por aquí?

—¿Comprar cosas? —Fruncí el entrecejo—. ¿Tú qué haces aquí?

—Comprando lo que me va a durar para el siguiente mes. —Respondí, neutra.—. Mi hermana está aquí.

—¿Tienes hermanas? —"No lo sé".

—Sí, una. —Sonreí de lado.

—Ah, pues qué bien.

—Bien. —Hice un ademán—. Nos vemos luego.

Y solo ruego para no volverlo a ver.

(...)

Estaba sentada en la sala leyendo cómodamente.
Entonces, escuché unos toques en la puerta y en lo primero que pienso es en Jennie con un nuevo labial para probar y una nueva crítica que escuchar.

Cuando abro la puerta con el libro en mi mano, me doy cuenta que es el que menos pensé que vería, a Ronald.

—Creo que encontré a Jade. —Me dijo a lo que me quedé estática.

¿Desde cuándo tanta confianza?

—¿Y...? —Lo miré confundida—. ¿Quién es?

—No te lo puedo revelar ahora. —Hice una cara de aburrimiento—. Pero parece estar más cerca de lo que creía.

—Ah, qué bueno, pero si no me ibas a decir ¿para qué viniste? —Alcé una ceja.

—Pues... pensé que te interesaría.

—Me interesa el tema y me dan ganas de saber quién es, claro. Pero yo quiero respuestas. —Empecé a cerrar la puerta.

¿Pero qué dije?
Soy una mala persona.

Necesito aclarar todo esto así que abrí de nuevo la puerta.

—Perdón. —Dije—. Pasa.

Y entonces pasó, apenado, como no queriendo.

—Anda, cuéntame más de ti. —Lo senté en un taburete de la cocina y dejé mi libro por una lado—. ¿Café o té?

—Uhm, café. —Apoyó sus manos en la barra.

—¿Frío o caliente? —Ladeó la cabeza y yo sonreí.

—Frío.

Y entonces lo preparé y se lo entregué.
Quién sabe, en una de esas trabajo en el Starbucks.

—¿Entonces? ¿Qué más sabes sobre ella? —Le dio un sorbo y se encogió de hombros.

—Sólo que creo que la encontré. —Asentí.

—¿Y te cae bien? —Se volvió a encoger de hombros.

—No la conozco mucho.

Maldito silencio incómodo.

—Ella vendrá conmigo a Transilvana a visitar a su padre.

—Y después de eso se casan, ¿cierto? —Él asintió, feliz.

—La verdad es que no sé si casarme con ella, no siento que sea la indicada.

—Drama amoroso, ¿sabes cuántas veces los he soportado por Jennie? —Lo animé a seguir hablando—. Continúa, te escucho.

—Siento que la quiero, que puedo pasar mi vida con ella y hacerla feliz, siento que puedo vivir a su lado, la veo y me gusta, pero no sé si ella piense lo mismo de mí.

Di un sorbo a mi café.

—Me siento muy machista si la obligo a casarse conmigo y no me quiere, me siento machista por muchas cosas. Y temo que ella me sienta machista, porque yo odio el machismo y sé que ella igual.

Me levanté y lo acompañé a la puerta.

—Lo que tienes se llama confusión. —Suspiró—. Te recomiendo que hables más con ella y le preguntes todo lo posible. Conócela, y así verás si es la elegida para ti, o si es sólo alguien más en tu vida.

Aeternum.  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora