Capítulo 36.

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Ninguno de nosotros había dormido, todos nos lo habíamos pasando entrenando, pues, en unas horas más, sería la guerra.

—Hola Drácula. —Me dijo Ronald con una sonrisa en el rostro—. Me da gusto ver que ya estás mejor.

—La verdad, creo que estoy peor. —Susurré.

—Al menos no se nota tanto.

(...)


La tarde, el día de la guerra. Humanos contra vampiros, los dos nos mirábamos furiosos y yo no podía esperar a matarlos.
Un dolor gigantesco me invadió la boca, y yo sabía porqué, los colmillos estaban creciendo.

Aproveché e hice que mis uñas crecieran más.
Estaba feliz, lo podía considerar el mejor día de mi vida.

La guerra empezó.

Un chico vino hacia mí, según había escuchado todos los humanos vendrían hacia mí porque yo era la más peligrosa.

Me di la vuelta y lo miré a los ojos con mi poder. Hice que se fuera a colgar en un árbol y se asfixiara poco a poco.

Ahí estaba otro, detrás de mí. No necesité hace mucho, solamente esquivé la estaca de madera, le rompí el brazo y enterré mi navaja en la parte baja de su cabeza.

A otro le saqué mis garras, las enterré en su cuello y desprendí su cabeza de su cuerpo.
Así seguí con unos doscientos más hasta que alguien me hizo tambalear y caer.

—Hola señorita. —El amigo ruso de Jace se sentó encima mío tomando mi cuello en sus manos y apretándolo levemente—. Sólo venía a decir unas cuantas cosas antes de asesinarte. Tu padre te dejó con unos cazavampiros los cuales trataron de asesinarte. Viviste una vida pésima, las tristezas azotaban a tu alrededor. Te escapaste y llegaste a Transilvania con tu padre. No lo disfrutaste, lamentablemente, porque lo maté. Dejaste morir a Margo y a Johan. Chase, lo acabo de matar. Roland fue lo único mejor de ti y lo acabo de asesinar. Asesiné a tu madre y a tu padre. Acabo de matar a tu amiga vampira y a tus amiguitos también. ¿Para qué quieres seguir viviendo?, ya no tienes a nadie.

Dejé de escucharlo. La piel de mi cuello me ardía. Apretaba su agarre. Me dolía. No podía respirar.
Cerré los ojos y me mordí la mejilla.

Se quemaban lentamente mis pulmones.

Y entonces sucedió... la estaca entró lentamente dentro de mi corazón.
No me dejaría ver débil ante él, todo menos eso.
Abrí los ojos de golpe. El ardor quemaba mi piel.

Vi en cámara lenta como enterraba la estaca dentro de mi corazón con esa sonrisa de satisfacción en su rostro. Veía la sangre que salía y empapaba mi blusa negra.

Vomité sangre.

Mi vista se apañó, las lágrimas caían sin cesar. Había perdido todo.

Algo hizo que el ruso cayera encima de mí, muerto.
Entonces ahí se aceleró el paso de la estaca para salir libremente de mi cuerpo hasta el otro extremo.

Todavía no atravesaba completamente mi pecho.
Apenas estaba a medias.
Jadee, completamente cansada.
Mis lágrimas salían y no paraban.

Un estruendo se escuchó y fue ahí cuando supe la verdad.

La estaca había roto mi corazón.
Hice mi esfuerzo para verme. La estaca había atravesado todo mi pecho.
Sólo faltaba esperar a que muriera.

Soy mitad humana, más de cinco horas no pasaba con vida.

Al menos me despedí.
Después de varias horas escuché un grito triunfante.
Habíamos ganado.
Sonreí por la victoria.

—¿Jade? —La voz de un vampiro me hizo salir del trance.

—¡No, Jade! —Comenzaron a gritar—. ¡Te sacaremos de aquí!

Negué con la cabeza mientras sonreía. Mis niños...

—Felicidades.

El ardor consumió mi cuerpo.
Cerré los ojos. Era hora.

Escuché las voces que me decían que yo podía salir de esa, pero la verdad, no podía, no había nada qué hacer más que dejarme morir.
Una última lágrima salió de mi rostro.

Los recuerdos pasaron por mi cabeza como si fuese una película.

Mi corazón se detuvo y después no vi nada.

Aeternum.  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora