Capítulo 32.

37 2 1
                                    

Al día siguiente, sintiéndome más cómoda con la opción que Ronald y yo habíamos decidido tomar ante todo el asunto del "matrimonio" que yo no quería contraer de una manera tan rápida, me desperté con un dolor de huesos y de cabeza que me partía el alma. Suspiré pesadamente, y al abrir los ojos encontré moratones por todo mi cuerpo, y caí en cuenta: esa no era mi habitación.

—¡Ya despertó! —Escuché una voz increíblemente reconocible.

—¡Ya voy! —Susurró otra voz masculina, con un toque de estrés.

Salí de mi trance y me levanté con el dolor de piernas como agujas enterrándose en mi piel. Escuché cómo se habría la puerta de una manera no tan brusca.

—Hola señorita Drácula. —Josh me sonrió con los brazos abiertos, como si quisiera ir a abrazarlo.

No respondí, pero tampoco lo abracé. Me quedé ahí, de pie, con un dolor de piernas insoportable y la cabeza retumbándome cada dos segundos.

—¿Te digo un secreto? —Me preguntó.

—¿Y hasta ahora te dignas a contármelos? —Alcé las cejas, apoyándome en una pared sin que se notara mucho mi dolor.

—No me odies. —Me dijo.

—Me lo dices realmente tarde, Josh.

Guardó silencio.

—Sólo... trata de no odiarme; hago esto por una orden.

—Desde que pronunciaste ésas palabras te odio más que antes. —Susurré por lo bajo.

Se acercó a pasos lentos.

—Sé que preguntarte dónde estoy será como perder mi tiempo. —Afirmé antes de tiempo—. Pero exijo saber dónde estoy.

—En una cabaña alejada de todos.

—Qué directo. —Rodé mis ojos.

—Te traje aquí porque los cazavampiros te quieren.

—Sería estúpido suponer que me salvaste. —Mi odio se intensificó.

—Yo soy un cazavampiros.

—Qué sorpresa.

Sonrió de lado. Así hasta se veía lindo, en su fachada de malo.

—La muerte te quiere.

Iba a responder con un comentario sarcástico, pero no era momento para eso.

—¿Se puede saber para qué!

—La muerte me pidió que te trajera aquí. En el momento que me dieron el conjuro para ser inmortal ella me habló. Me dijo que te necesitaba para algo, que quería que te quitara la vida para después hablar contigo decentemente. Al principio se me hizo una estupidez, pero después de varios días apareció frente a mí exigiéndome llevarte allá. Me amenazó con quitarme la inmortalidad y entonces acepté a mi pesar.
»Mi nombre no es Josh, mi nombre es Jace. Mi jefe me pidió localizarte, pero Lucía, o Rebeca, te encontró primero. Él iba a tomar mi puesto pero algo surgió y yo tuve qué hacerlo. Él te quiere muerta ahora.

—Que me mate, cómo todos los demás han tratado y no han podido.

—La muerte te necesita, no es momento para esos comentarios. —Rodé los ojos y me dirigí hacia él ignorando todo el dolor de mis piernas.

—¿Y se te ocurre que así es la mejor maldita manera para decírmelo? —Lo empujé con una fuerza que no sabía que tenía—. ¡Peor todavía! ¿HASTA AHORA SE TE OCURRE DECÍRMELO?

Guardó silencio.
Estaban mis ganas de matar y mi cordura luchando por ver quién ganaba. Por un poco ganaba la cordura, pero un paso en falso y yo no respondía.

—Quiero respuestas. —Exigí, alejándome.

—La muerte las tiene.

Guardé silencio, meditando las cosas. No me cansé de luchar en ningún momento, pero si era la hora de morir, que fuera.

—Mátame.

—Yo no lo haré, lo harán mis compañeros. —La furia se extendió por todo mi cuerpo—. Será en tu casa.

Me reí sarcásticamente—. Eres tan malditamente cobarde que siquiera tú puedes acabar con mi vida.

Pasé por su lado, golpeando con tanta fuerza su hombro que me dolió hasta la muñeca. Pero no me importaba el dolor, solamente el suyo.

(...)

Iba en un auto, sofocada. Josh lo conducía. No había dirigido palabra, y casi ni lo miraba.
¿Es que acaso ése estúpido se creía que yo me creía el cuento de lo de la muerte?
Tan poco valiente era que necesitaba mentirme para matarme.
Supongo que eso era mejor, yo misma había exigido mi muerte y casi me mataba a mí misma hace varios meses.

Cuando llegamos a mi hogar me despedí de todo, y él pareció darse cuenta porque se colocó detrás mío

—¿Qué quieres?

—No te vamos a matar hoy. —Afirmó.

—No es justo decir "vamos" cuando tus amigos van a hacer el proceso, ¿o sí? —Lo miré.

—Mañana te van a matar, así que prepárate.

Y tan sólo el oír esas palabras me di cuenta de muchas cosas.
En especial del odio que sentía por Josh.

Aeternum.  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora