CAPITULO 21 Denali

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Congelado en el tiempo,

Anhelando tu calor

En esta fría soledad

Desde que te encontré

Revolucionaste mi mundo

En mi mente te quedaste

Mi corazón ocupaste

Por años te he buscado

Pero no te he encontrado

Mi tua cantante eres

Muy pronto te tendré a mi lado

Mi existencia pienso compartir contigo

Guarda tu calor y tus sonrisas

Que cerca estoy ya te de

Dulce mi ironía el no soñar

Y soñarte a ti...

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ARABELLA

Mi nombre es Arabella Salvatore, tengo 16 años, mi cabello es castaño como el de mi mama Isabella, de hecho me parezco mucho a ella si no fuera por su belleza sobrenatural dirían que somos gemelas, salvo que ella aparenta un par de años más, mis ojos son color verde manzana con pequeños destellos dorados, soy de estatura media y delgada.

Mi hermana Beth, mi prima Jilian y yo fuimos adoptadas por Isabella y Damon nuestros ahora padres después del accidente automovilístico que mato a mis verdaderos padres.

Hace ya un año mi hermana mayor Beth tuvo un accidente y para salvarle su ahora compañero James le convirtió en un vampiro, ella siempre iba a aparentar 17 años aunque en realidad apenas tuviera 18; su año de neófito ya se había acabado así que ahora Jil y yo ya nos podríamos acercar más a ella.

Ahora todo el Clan Salvatore nos mudaríamos como regalo de cumpleaños de Beth hacia Alaska, a un pequeño pueblo llamado Denali, donde nuestro nuevo hogar estaba un tanto apartado de la civilización, supongo de por mí estaba bien jamás se había encariñado tanto con un lugar, estaba acostumbrada a los viajes que por cierto me encantaban y a vivir lejos de todos, sobre todo los grandes espacios no se que haría en un lugar encerrado.

No supe en que momento me quede dormida en el asiento de la avioneta que nos llevaría a nuestra "cabaña", Severian era el que piloteaba la nave y a su lado como copilota iba Pru. Mama y papa estaban en el asiento de adelante junto con Stefan y Elena, los demás ya se debían de estar instalando en nuestro nuevo hogar.

Me quede dormida y en mis sueños mi mirada era la de una niña pequeña, mi pesadilla esa que siempre tenía cuando nos cambiábamos de residencia, estaba sentada al lado de la ventanilla de la izquierda observando el bosque mientras el auto se movía, a mi lado iban Jil y Beth dormidas mientras que en la poca luz que se reflejaba de la luna podía ver el perfecto perfil de mi madre Melisa diciéndole a mi padre quien iba manejando que fuese con cuidado. Escuchaba la voz de mi padre mientras tarareaba una canción de la radio. Me sentía tan segura y protegida, pero siempre era lo mismo primero mi sueño era pacifico y amado y luego la pesadilla se hacía presente.

El coche empezaba a dar vueltas, mientras que el olor a humo se hacía presente y no te dejaba respirar, lágrimas salían de mis ojos al recordarlo, yo era demasiado pequeña para hacer algo, sentía el fuego en contra de mi pequeño cuerpo y luego venían esas manos frías que me salvaban, me sostenían como si fuera lo más valioso y más frágil del mundo, estaba ahí entre los brazos de mi ángel y estaba a salvo, sus ojos rubíes no me asustaron cuando los vi y antes de caer en la oscuridad escuche claramente sus palabras con esa voz aterciopelada me decía:

--Duerme mi pequeña estaré aquí cuando despiertes, juro que nada malo te pasara, lo prometo...

Pero él no había estado cuando desperté, en cambio Isabella fue a quien encontré en su lugar en la habitación del hospital y la realidad era que era lo mejor que nos pudo haber pasado a mis hermanas y a mí.

Su rostro quedó grabado a fuego en mi mente, su piel era extremadamente pálida, su cabello era de un castaño oscuro, un completo adonis griego, pero lo más intrigante de todo eran sus ojos de un intenso rubíes que se volvía negro, no me asustaron en lo absoluto, jamás podrían, él era mi salvador, mi ángel. Me desperté con un jadeo entrecortado, abrí mis ojos de golpe lo había tenido tan cerca y ahora ya no estaba, él no aparentaba más de 16 o 17 años, era como de mi ahora edad. Algo en mi interior me gritaba que tenía que verle de nuevo y que el momento se acercaba.

Mi pequeña hermana Jilian de 13 años tenía su cabeza recargada en mi hombro, estaba dormida, ambas nos parecíamos bastante salvo que ella tenía rubio el cabello y era más pequeña que yo. El viaje era largo así que me puse a pensar, Beth ya no envejecería jamás mientras que Jil y yo si, de este tema ya habíamos hablado antes todos y Damon nos había prometido a Jil y a mi que cuando tuviéramos la edad y madures suficiente el mismo nos convertiría si esa fuera nuestra decisión, al parecer esperaría hasta que tuviéramos 22 o 23 después de haber vivido más experiencias, todos habían estado de acuerdo con eso, yo no quería dejarles a ellos aquí congelados en el tiempo, quería quedarme con ellos, pero solo el tiempo diría lo que vendría en el futuro.

Caí en la oscuridad de nuevo pensando en mi ángel, especialmente en sus ojos rubíes que tanto amaba y tanto me intrigaban, sabía que el debía de ser un vampiro no vegetariano pero aún así no solo me había salvado a mí sino a mis hermanas, gracias a él el fuego no nos había quemado vivas.

Mi ángel, esperaba verle muy pronto...

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La había encontrado, después de tanto años buscándola por fin la encontraba...

Había dejado de ser aquella niña a quien había salvado de las llamas para convertirse en una hermosa joven.

Estaba sentada en el tronco de un árbol, un hermoso paisaje blanco cubría los alrededores, ella parecía estar dibujando, parecía muy concentraba en su tarea, con su ceño ligeramente fruncido, su sangre me cantaba que me acercaba y hundiera mis dientes en su frágil cuello, pero sabía que jamás haría algo para lastimarla, tenía sus mejillas sonrosadas, y sus ojos verdes reflejaban concentración y una calidez que desearía fuese para mí, su hermoso cabello chocolatado caía por un lado en una coleta.

La paz irradiaba en torno a ella, jamás pensé sentirme tan en paz, agradecía que la hubiese encontrado porque quién realmente se salvo esa noche fui yo de mi soledad.

Había más vampiros en los alrededores en esta zona de Alaska, un par de clanes estaban asentados aquí según había descubierto, ironía la mía el quererla poner a salvo de un montón de vampiros una vez y todo este tiempo ella convivía con otro clan, por lo menos estaba a salvó por el momento.

Había sido enviado a investigar esta zona, parecía que un renegado de un clan que había sido destruido quería venganza y se había venido a esconder aquí, mi mandato era localizarle y eliminarle sin distracciones pero ahora las cosas habían cambiado había encontrado a mi hermosa castaña y no estaba dispuesto a dejarle desprotegida.

La cuidaría desde las sombras esperando el momento para acercarme, me había jurado que si la encontraba de nuevo cambaría, era por eso que mis ojos ahora y desde que la había encontrado eran de un color dorado. Quería ser digno de ella, soñar que me aceptaba y que me amaría, solo por una ve olvidar el mounstro que era y fingir que la merecía...

A veces las decisiones que tomamos nos llevan a encontrar esa paz que tanto necesitamos...

Bella Swan la nueva Isabella SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora