Capitulo 8

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En mi cuarto había un espejo grande, en el cual me podía ver completo. Me paro frente a él y busco un cuaderno y un lápiz, comienzo a anotar lo que veo.
"Veo a un chico alto de más o menos 1,78, ojos marrón, pelo castaño, sonrisa reluciente pero el
aún tenia bastante cara de niño, buen físico". Analizándome fisicamente encontré que era un chico guapo pero me dieron ganas de conocerme por dentro y empecé a anotar el como creía ser.
"Testarudo, rebelde, grosero, libre, sentimientos muy ocultos, no muy expresivo",
- Donde están mis cosas buenas, ¿tendré algo bueno en mi? - enfadado comienzo a arrugar el papel, lo tiro hacia la maldita puerta. Claro era inseguro de mi mismo no era quien yo creía ser, era un maldito bueno para nada.
Cada momento que pasaba en mi maldita vida creía que era un caos, mi madre y mis abuelos eran las únicas personas que realmente me querían de verdad, pero sentía un vacío gigante, quien yo quería que me quisiera no me quería. Comienzo a hacer una locura, algo que quizás muchos chicos de mi edad hacían para sentirse mejor, busco una afeitadora y le saco la cosa con la que corta, la meto a mi bolsillo, saco mi moto y me dirigí hacia la playa que quedaba más o menos cerca de mi casa.
Al llegar a la playa estaciono mi moto cerca de mí y me voy a sentar en la arena, estaba prácticamente solo en ese lugar, comencé a escribir en la arena el nombre de Tamara, con un corazón partido en dos, me provocaba dolor el no tenerla conmigo, a lo mejor estaba obsesionándome con esa chica pero la quería a mi lado.
Meto la mano a mi bolsillo y saco lo traído, y frente al mar comencé a cortarme, cortes no tan profundos pero me empezó a salir muchísima sangre, maldita sea dolía demasiado, pero necesitaba sentir dolor quizás para sentirme mejor. Mi brazo empieza a sangrar de forma desenfrenada, era mucha sangre la que me estaba saliendo, pero a los segundos se paró, cuando termina de sangrar me tiro al mar, para sentir aún más ardor, claro con lo salado que es el mar me dolia muchísimo más.
Busco mi moto y me voy para mi hogar, iba mojado y con el brazo para la cagada. Entro a la ducha, luego busco algo de tomar y me siento a ver televisión. Suena el timbre y me asusta, voy a ver quién es.

- ¡Hola! - me da un beso en la mejilla.

- Hola, pasa - le digo amablemente. Hago entrar a Tamara a mi casa y se sienta en el sofá, me siento a su lado.

- Necesito que me recomiendes un colegio, aún no me matriculo en ninguno.- Le comienzo a nombrar varios de la ciudad con sus respectivas descripciones y cuál era el fuerte de cada uno. Quedo encantada con un colegio británico y me pidió que si podía ir con ella y su mamá a matricularla, rechazó su invitación debido a que yo tenía que ir colegio mañana y tristemente me dice que gracias de todos modos. Cuando Tamara se despidió de mí, para impedir que se fuera le ofrezco algo de tomar y ella acepta.
Empezamos a beber coca-cola y a platicar de nuestros gustos, música, películas y la verdad concordábamos en muchas cosas, teníamos mucho en común.
Luego de uno minutos me siento al lado de Tamara y comienzo a hacerle cosquillas y se le da vuelta su vaso de bebida en mi polera.

- Oooh, perdón lo siento.- Dice intentado sacarme la bebida de la polera.

- No está bien tranquila - me saco la polera y me queda mirando seriamente.
- ¿Qué te pasó en el brazo? - toma mi brazo bruscamente y me pide una explicación de lo sucedido.

- Necesitaba desahogarme, me siento mal Tamara, estoy mal conmigo mismo.- Comienzo a contarle la historia del porque había echo eso, comienzan a apoderarse de mis lagrimas, la verdad nunca lloraba delante de alguien pero con ella no tuve inconveniente en hacerlo. Ella me abraza fuertemente y comienza a darme besos en la mejilla, me apoya, me aconseja y me dice que soy una gran persona, escuchar que ella me dijera eso, para mí era algo genial, era lo que necesitaba para sentirme mejor, lentamente comienzo a sonreírle y abrazarla aún con más fuerzas. Me paro a buscar una camisa a mi cuarto, me la pongo y bajo donde había quedado Tamara.
Estaba sentada leyendo una revista, me encantaba su cara de concentrada, me siente lentamente a su lado, su mirada se torna profundamente en mi. Sus labios se acercan a mi, mi reacción en ese momento solo es cerrar los ojos y esperar juntar nuestros labios, cuando llega ese momento, agarro la revista que estaba en sus manos y la tiro lejos, empiezo a agarrar a Tamara de la cintura y me recuesto sobre ella, comienzo lentamente a besar su cuello, podía oler su perfume que realmente era muy dulce, la cara de Tamara era de satisfacción, de placer y vuelvo nuevamente a sus labios, me separo un poco de sus labios.
- Te quiero Tami, te quiero.-Vuelvo a besar sus labios. Ahora es Tamara quien interrumpe el beso y dice.

- Te quiero, más de lo que imaginas.

- No tengo mucha imaginación - le digo soltando una risa coqueta.
Comienzo a llevar el asunto a otro lado, le saco lentamente la polera dejándola solo con sujetadores, ambos estábamos sin nada hacía arriba, deseaba con todas mis fuerzas hacerla mía. Pero no pude, algo en mi me dijo no es el momento, yo tenía que demostrarle que yo era diferente que no era así, no sé cómo pero me logré controlar.

- Tamara, no no puedo - le digo separándome de ella y mirando hacia otro lado.

- ¿Porqué no? - Dice avergonzada de lo sucedido.

- Porque tú eres virgen y no quiero que pierdas lo más sagrado que tienes conmigo.

- Yo te quiero - me abraza lentamente por detrás y me da un beso en mi mejilla.

- Yo también pero yo no te quiero para eso, quiero ser algo mas, conectar tu alma con la mía y volar juntos, cuando estés realmente preparada y sientas que yo tengo que ser el primero lo haré.

Se pone su polera, yo la mía y la voy a dejar a la entrada de su casa y nos despedimos con un tierno beso, la verdad nos veíamos increíbles juntos porque ella era como 8 centímetros más pequeña que yo y los besos se sentían cómodos entre ambos.

Recuerdos: de mi primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora