Justin alzó la vista cuando escuchó el ruido de los tacones chocar contra las baldosas de la escalera.
- ¿Ves? Todo te queda bien.
- No seas pelota. – le dijo Charlotte cogiendo algo de un cajón.
- No lo soy, solo soy sincero... ya sabes – Charlotte llevaba un billete de cien dólares en la mano – deja eso. – le dijo Justin frunciendo el ceño – Invito yo.
- Por dios, estamos en el siglo veintiuno, Justin. Las mujeres tenemos derecho a pagar.
- Sé que estamos en el siglo veintiuno, pero quiero pagar yo. – Charlotte negó con la cabeza. Testaruda como siempre – Enserio Charlotte...
- Enserio, Justin. – repitió ella. Pero en cuanto se dio cuenta, Justin le había quitado el dinero de las manos. – Devuélveme eso.
- Ah, ah... - dijo él negando con la cabeza.
Charlotte intentó agarrarlo. Peleando como dos niños pequeños. Justin tropezó cayendo al suelo.
- Oh madre mía. – Charlotte se agachó a su altura. No pudo evitar reír. Justin se acarició la cabeza - ¿Estás bien?
- Si... me podrías ayudar en más de reírte de mí, ¿no? – dijo sonriendo.
- Lo siento... - dijo Charlotte tendiéndole su mano. Justin tiró de ella, haciendo que cayera encima de su fornido cuerpo.
- Toma anda... - le alcanzó el billete – Vamos a hacer como en Italia... ni para ti, ni para mi – le dijo susurrando. Charlotte tuvo un escalofrió. Y aun tendida encima de Justin, no se dispuso a levantarse – Lo pagamos a medias y ya. Parecemos niños discutiendo así. – no cambió el tono de voz. Haciendo que el corazón de Charlotte acelerara, como si fuera una adolescente de doce años frente a su primer amor. Justin enroscó uno de sus dedos en un largo mechón del pelo de Charlotte, retirándoselo, hacia atrás.
- Oh, perdonad... – David se giró – llegué en mal momento.
- No, no, ¡papá! – Charlotte se levantó rápidamente. Justin riendo, más pausadamente – No...
- No estábamos haciendo nada, David. – le dijo Justin, y Charlotte aun se sonrojó más.
David los miró algo extraño.- Papá... de veras.
- Vale, vale... - dijo observando a su hija. Charlotte cogió las llaves de casa y se dirigió a la puerta.
Se volvió a girar antes, le dio un beso en la mejilla a David.
- Hasta luego.
- Ten cuidado – miró a Justin – Cuídala. Y no llegues tarde, señorita.
- No, papá... - dijo poniendo los ojos en blanco.
Justin la siguió. Abrió la puerta de su coche y dejó entrar a Charlotte. Ella se sentó en el asiento del copiloto.
- ¿Y qué película vamos a ir a ver? – le preguntó Charlotte.
- ¿Qué te parece la nueva de 'Predators'?
- ¿De miedo? – dijo Charlotte arqueando una ceja.
- Ajá. – Justin miró por el retrovisor, haciendo maniobra para salir del puesto donde había aparcado. – Así si tienes miedo te puedes abrazar a mi.
Justin se rió, mientras Charlotte, se volvía a sonrojar. Una vez más. Giró la cara, avergonzada por que se le subieran los colores, tan seguidamente con Justin.
- No te avergüences. – le dijo Justin – yo adoro cuando te sonrojas. – y le volvió a dedicar una de esas perfectas sonrisas.
Gente, mucha gente. Un viernes por la noche, y el cine, está repleto. Justin y Charlotte se dirigen hacia la taquilla.
- Serán en total, doce cincuenta. – le dijo la chica rubia de al lado de la vidriera.
- Tome.
- Gracias.
- A usted. – Justin le sonrió, cogió las entradas y se fueron hacia el estante de las palomitas. Ahora las compró Charlotte, junto a las dos Coca- Colas grandes.
El chico llenó dos recipientes de tamaño grande y se los dejó en el mostrador.
- Ocho con setentaicinco, por favor. – le pidió el chico.
- Aquí está.
- El cambio.
- Gracias.
Cogieron las palomitas y se dirigieron hacia la sala. La peli estaba a punto de empezar.
- Justin, aguanta esto. – me entregó sus palomitas y la Coca-Cola. – tengo que ir al baño.
A Justin casi no se le veía la cara con tantas cosas en las manos.
- Date prisa. – le dijo.
Justin se sentó en un peldaño de la escalera que daba a los baños de mujeres, y dejó las cosas allí. Charlotte intentó tardar lo menos posible. Se lavó las manos y volvió a salir del baño de mujeres.
Justin volteó la cabeza, al sentir los tacones. Y la vio, allí, preciosa. Bajando las escaleras, con el reflejo de la luz, que volvía de un azul como el cielo, sus hermosos y grandes ojos. Su boca arqueada, mostrando la blanca dentadura, sonriéndolo. A él. Y esos labios, que hacía unos años, habían tenido la oportunidad de besar. Entonces Justin se dio cuenta. Se dio cuenta, de que Charlotte, era lo más parecido a la perfección, que sus ojos habían visto.
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En 16 dias (Terminada)
Teen FictionCharlotte era libre. Si, un alma rebelde. Y ahora su pelo volaba libre, al viento. Esas ondas tan definidas de un color castaño muy peculiar, eran acariciadas por la brisa del aire, que soplaba al ritmo que corría la moto. Iba agarrada a la cintura...