Nueve

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En la siguiente reunión del club, Alajandra sonrió con ironía mientras su mirada apuntaba a algúen momento del pasado, y me dijo:

-Apunta este nombre: Juan Ramón Carranza. Ese fue de antología.

-Me suena, me suena -dijo Juancho-. ¿Ese no fue candidato a algo del Consejo Estudiantil hace unos años?

-!Exacto¡ Y nos conocimos precisamente durante la campaña para las elecciones.

Yo recordaba la historia con claridad. Alejandra y yo estábamos en octavo, recién llegadas a la secundaria, cuando una ma{ana Juan Ramón Carranza se acercó a nosotras en el recreo. Era un muchacho con pinta de intelectual y muy, pero muy guapa. Esa era la mezcla perfecta porque ''solo intelectual'' es a veces un poco aburrido, feo y fuera de moda... y ''solo guapo'' es casi siempre garantía de dos neuronas por metro cúbico.

Alejandra continuó su relato:

-Él nos abordó a ambas, una mañana antes de llegar al salón de clase, dijo que pronto se celebrarían las elecciones del Consejo Estudiantil y que él había indagado sobre las personas ''más valiosas y con condiciones de liderazgo'' en todo el colegio para que lo acompañaran en la lista. Nos anunció que se postularía como candidato a presidente y que el partido que había comformado se llamaba ''Partido Amistoso Pluralista Integrador Trabajador Optimista''. Él mismo justificó ese nombre: ''Sé que es un poco extenso,pero de acuerdo a nuestras encuestas ese nombre reuné todas las necesidades del alumnado y apuntaremos a satisfacer esos requerimientos para no fallar a nuestros electores''.

-Ese tipo era un pesado, Alejandra -interrumpí-, usaba palabras díficiles para dárselas de inteligente, decía cosas que sonaban a chino: ''Hemos tabulado las encuestas al electorado, sobre temas de democratización del sufragio para evitar problemas en los escrutinios en las jusntas receptoras del voto''. Recuerdo que cuando mencionó el nombre del partido las dos nos quedamos impresionadas, pero luego , cuando yo me di cuenta de las siglas: P.A.P.I.T.O., decliné inmediatamente de toda opción electoral. Además, yo tenía las mismas condiciones de liderazgo que un apolilla, estaba segura de que por mí no votaría nadie... ni yo misma. Preferí hacerme a un lado, pero tú, Ale, te volviste toda una militante.

-Sí, claro que me convertí en política pero, además, Juan Ramón me parecía un tipo brillante, con excelentes ideas transformadoras para el colegio... yo lo veía como al futuro presidente del país, un salvador de la patria, que acabaría con la injusticia social imperante en el colegio. Acuérdense que él proponía la creación de una oficina permanente de derechos humanos estudiantiles, y quería convocar a un parlamento intercolegial para tomar medidas respecto del calentamiento global...

-!Sí, pero el partido se llamaba P.A.P.I.T.O.¡ -dijo Juancho indigando- y eso ya era suficiente para descalificarlo.

-Juan Ramón era un papito, pero sí, la verdad es que el nombre del partido provocaba un poco de comezón. Lo cierto es que a poco tiepo de iniciada la campaña me propuso que me encargara de conseguir simpatizantes en los cursos inferiores, yo era la ''delegada del partido para la militancia infantil-juvenil''.  Diseñé camisetas, gorras, cintillos, llaveros y bufandas, utilicé todos mis ahorros en afiches que coloqué en cada cartelera del colegio. El color del partido era el verde, y yo, en un afán por ser la más entusiaste colaboradora de la campaña, me pinté el cabello de ese color. Todo en mí era  verde, me coloqué lentes de contacto verdes, me delineaba los ojos con verde, usaba sombras verdes, !hasta mi ropa interior era verde¡ Pero lo más vergonzoso fue que descubrí un caramelo especial, que debía estar lleno de colorante venenoso, que al tenerlo en tu boca dando vueltas y vueltas pintaba dientes, lengua, paladar y labios !de verde¡ Yo juraba que Juan Ramón se enamoraría de mí... pese a la pinta de Marilyn Manson con la que yo paseaba por el colegio. Una tarde inflé, con el aire de mis pulmones, más de ochocientos globos verdes que regalabamos a los electores infantiles el día de inicio de campaña... mis cachetes quedaron como los de un perro San Bernardo. Cuando Juan Ramón veía todo mi trabajo por la campaña se acercaba a mí, me tomaba de la barbilla y me decía con su sonrisa perfecta: ''Tú serás mi primera dama'', y yo sentía que flotaba en el aire. Me imaginaba caminando de su brazo con un elegante vestido verde, medias verdes y zapatos verdes, mientras todo el electorado nos brindaba sus aplausos verdes de tanta esperanza. El amor había surgido en medio de la lid electoral. Lo ayudé a prepararse para el debate con su contrincante. Le preparé fichas sobre temas estadísticos: la cantidad de alumnas vs. alumnos y la proporcionalidad de baños para cada grupo; la cantidad de basureros vs. la cantidad de basura que desechaba diariamente el colegio; porcentaje de becas que se otorgaban vs. la cantidad real de alumnos con problemas económicos, y, calor, un partido verde debía establecer propuestas claras a favor de la naturaleza. Fue así que decidimos dar cristiana sepultura a todos los sapos, lagartijas y hámsters que reposaban metidos en frascos de alcohol, en los laboratorios de Biología.

El debate fue muy duro; aunque su contrincante, Marianela Benítez, se había preparado adecuadamente y tenía un excelente nivel, al término del acto, todo parecía indicar que el triunfo era de P.A.P.I.T.O.

El día de las elecciones le envié un mensaje a su teléfono que decía: ''La fuerza de la transformación está contigo, !eres mi presidente¡''

Entonces él respondió: ''Gracias Evelyn, tu ayuda ha sido fundamental, ya eres mi primera dama''.

!Sí¡... !Dijo Evelyn¡  Y no fue un lapsus, Evelyn era la delegada de deportes y actividades culturales.

Me puse como una fiera, llegué al colegio bufando y lo busqué. La central del partido era en un cuarto lateral de la biblioteca y al querer entrar me estrellé de frente con Cristina, nuestra representante ante el Comité de profesores. ''¿Está Juan Ramón ahí?'', le pregunté y me di cuenta de que ella estaba furiosa, le salía humo de la cabeza, ''¿Te pasa algo, tienes algún problema?'', ''!No -respondió Cristina encolerizada-, el que tiene problemas es ese tono... me prometió  que sería su primera dama, su mano derecha, su brazo ejecutor, y al parecer no podrá cumplir con su oferta... acabo de encontrarlo ''en campaña'' con Graciela Buitrón''.

Antes de que sonara el timbre que anunciaba el inicio de las elecciones para el Consejo Estudiantil, Evelyn, Cristina, Graciela y yo, las ''ex primeras damas'', que ya habíamos adquirido la suficiente experiencia en propaganda y difusión electoral, corrimos la voz por todo el colegio de que Juan Ramón era un miserable. El muy tonto no midió las consecuencias que conllevaría el ofrecer lo que jamás iba a cumplir... Más del 60 porciento del electorado estaba conformado por la fuerza femenina. El triunfo de su contrincante, Marianela Benítez, fue aplastador.

El partido P.A.P.I.T.O se extinguió con la misma rapidez que un estornudo.

Juan Ramón Carranza no volvió a postular ni para pasabolas del intercolegial de tenis.

-Conozco a algunos políticos que son como él -dijo Juancho.

Ya teníamos otro nombre en la lista negra de El Club Limonada.

El Club LimonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora