Diecisiete

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¿Es más grande el odio o el dolor?

-El amor -respondió papá.
-¡No cabe!, entre odio y dolor, el amor no cabe, papá, no m vengas con esas cosas, ¡hoy quiero que hablemos en serio!

-Te haré una pregunta muy seria, María, y quiero que pienses my bien en la respuesta: si la vida te hubiera propuesto regalarte una amiga durante diez años, y en esa oferta te hubiera dicho que esa amiga sería confiable, maravillosa, divertida, fiel, honesta y que con ella disfrutarías de la amistad más bonita de tu vida, pero que solo duraría diez años, ni un día más, ¿qué habrías hecho ante la propuesta?. ¿la habrías aceptado o habrías renunciado a ella?

-¡Ese es el cuento de Cenicienta! El hada madrina, blablabla, lindo vestido, blablabla, el príncipe, blablabla... ¡Pero solo hasta las doce! ¡Ni un minuto más!

-No estoy hablando de la Cenicienta, pero da igual, ¿qué harías ante esa propuesta?

Yo me quedé pensando durante unos segundos y entones respondí en voz baja:

-Habría aceptado.

-¿Aunque esa amistad durara solo diez años?

-Creo que sí, porque en ese tiempo habríamos sido felices las dos.

-Pues bien, cuando compras una lata de atún los empacadores tienen la gentileza de anunciarte hasta cuando puedes consumirlo sin problemas, la fecha tope está marcada en la tapa y tu sabes que tienes un plazo para disfrutar de esa carne con la certeza de que te ofrecerá su mejor sabor y no te ocasionará un dolor de estómago. La vida no hace eso, no nos entrega amigos con fecha de caducidad, un día simplemente descubres que el sabor ha cambiado y que es posible que el plazo haya terminado. Cuando eso ocurre... cuando debes despedirte de un amigo, solo debe quedar el amor y la gratitud a unos años en los que te sentiste feliz. Mira María, solo te diré una cosa más... no le seas infiel a un lindo pasado.

-Pero ella me traicionó, papá.

-Quizá la fecha caducó pero un acto aislado no debería borrar diez años lindos, ¿no crees?

Papá se levantó, tosió como si tuviera algo en la garganta y salió de mi habitación. Sobre mi cama estaba el cuaderno del club, lo abrí y sentí mucha rabia., tanta rabia que casi sin pensarlo arranqué la primera página, aquella en la que yo misma había escrito ''El Club Limonada ¡CONFIDENCIAL!'', la arrugué convirtiéndola en una pelota y luego la lancé al basurero.

Miré por la ventana, ya había anochecido, todo estaba oscuro igual que mi corazón. 



El Club LimonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora