Un par de niños.

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Varios años atrás, nuestro lugar favorito era la casa del árbol que tu padre y el mío habían construido en el jardín de mi casa, ya que tú y tu familia vivían en un departamento.
Recuerdo que siempre corríamos a ella luego de la escuela, la teníamos decorada con mis carteles de Houdini, de The Smashing Pumpkins y David Bowie, los tuyos eran de The Misfits y Black Flag.
Mamá nos había adaptado unas viejas sábanas de La Guerra de las Galaxias como cortinas, y tu padre nos compró un par de sillones puff.
Rayos, ese lugar era nuestro palacio. Un lugar seguro de los tipos que solían fastidiarme y que tú alejaste con un buen gancho derecho, gracias por eso.
No había forma para sacarnos de ahí que no fueran necesidades humanas básicas.
Para nosotros, era una burbuja, ahí nos contábamos todo, hacíamos las tareas y preparábamos nuestros disfraces para tu fiesta de cumpleaños, el 31 de octubre fue el mejor día que pudiste elegir.

Tengo fresco un día de lluvia, para ti fue una tormenta. Llegaste empapado, llorando.
Yo no sabía qué hacer o qué decirte, tú sólo te acercaste y te abracé. Tenías 9 años cuando tu madre murió, nunca te había visto de esa forma, jugábamos a ser caballeros, astronautas, jedis, pero ese día... ese día sólo fuimos un par de niños en una casa del árbol, tristes y mojados. Pensé que no lograrías reponerte, pero lo hiciste, claro que te dolía, pero saliste de eso.
Lástima que tu padre no, y que decidiera mudarse a New York porque el apartamento le traía demasiados recuerdos.

Estuve cuatro años sobreviviendo sin ti, Frankie. Pero esa no es la peor parte.

Si Hubiera Sabido. [FRERARD] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora