-Le pagaremos- dijiste tratando de parecer tranquilo y confiable, pero él no hizo caso.
Me quedé paralizado. Fue algo muy extraño, ¿sabes?
Conforme se acercaba el tipo, mi mente gritaba más fuerte que corriera por mi vida, pero mis pies estaban adheridos al suelo de aquel lugar tan horripilante.
Era raro... el sujeto estaba a unos tres metros de nosotros y yo seguía pensando que era un sueño, o algún tipo de juego de realidad virtual.Ahora que lo pienso detenidamente, el hombre no se veía muy bien. Era enorme e intimidante, sí. Pero lucía ligeramente confundido, puede que padeciera alguna enfermedad mental, la mitad de sus gritos eran más parecidos a balbuceos o gruñidos. El recordarlo me parece escalofriante. Okay, rompimos su vidrio, ni siquiera volteé a verte, él llevaba una vieja y larga pala en las manos, dispuesto a golpearme, quién sabe hasta dónde hubiera estado dispuesto a llegar.
Gracias por no dejar que lo averiguara.Me empujaste cuando estaba frente a mí, supongo que esperaste mucho a que me moviera. La pala ya estaba en lo alto cuando me despertaste de un extraño sueño, y te golpeó fuertemente en la espalda. No hubo una sola queja tuya, sólo me dijiste que corriera. Ni pensar en regresar por el estúpido balón, lo único que pude tomar fue tu maleta, porque el tipo nos persiguió durante los minutos más escalofriantes de mis catorce años.
Ese lugar sí era un laberinto, y yo no tenía idea de a dónde correr. Claro que te diste cuenta, y tomaste mi mano.
Terminamos escondidos en un callejón. Aunque "callejón" es mucho decir.
Era más bien un pequeño espacio entre dos casas, pero suficientemente grande para entrar los dos, así que nos refugiamos ahí. Incluso pudimos ver pasar a ese loco unas tres veces con su pala en el hombro.Cuando por fin se fue, noté que, escasos milímetros eran lo único que nos separaba.
Mietras sacaba esa conclusión, volteaste a verme. Estabas pálido y exaltado, igual que yo.
Sonreíste como todo un triunfador, llevando cada mano a los costados de mi cabeza, acariciando levemente la piel que alcanzaban tus pulgares, y me besaste.Supe que te amaba. Y que me amabas también.
¿Por qué no pude sólo dejar que eso nos guiara?
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Si Hubiera Sabido. [FRERARD]
RandomTe conozco desde siempre, casi podría decir que en mi mente aún viven las escenas de cuando nos cambiaban los pañales al mismo tiempo. Recuerdo que, a los seis años, resbalé del columpio y mi cara pagó las consecuencias. Tú te acercaste a mi y me...