Capitulo 15: Trabajo

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Había buscado a Jovany con la mirada por toda la cafetería, observé su mesa y me di cuenta de que no estaba. Ya me había dicho que jugaría en el descanso, pero nunca pensé que lo haría sin alimentarse primero.

—¿Donde te dijo que estaría? —me pregunto Mau al levantarnos de la mesa.

—En la cancha —respondo—. Nos vemos después chicos —me despido de Fer e Israel.

—Adiós —dicen al unisono.

Dejamos nuestras charolas y salimos de la cafetería. Mau no quiso dejarme ir sola a la cancha de fútbol porque, según él, no era un lugar "seguro para chicas". Me comentó que muchas veces los balones han golpeado a varias y que nunca se fijan por quién esta a su alrededor.

Yo solo opine que era un exagerado y que obviamente el balón no debería salir de la cancha, así que no habría porque golpear ni atropellar a nadie. Además, ¿a quién se le ocurriría pasar por media cancha en un juego?

—Creo que esta allá —dice señalándolo.

Aun no sé si haya sido buena idea de que Mau haya venido conmigo cuando sé que no se llevan nada bien. No obstante, ese papel le queda mas a Israel porque parece tener mas odio y rencor entre ambos. Mau no es tan apegado a él, pero por lo menos no lo aborrece.

—Ya lo vi. —Nos acercamos un poco y noto que solo es un juego amistoso, mas no un partido oficial.

Jovany nota nuestra presencia y sale del juego para acercarse.

—Hola —me saluda.

—Hola —respondo indiferente.

—¿Qué tal, Mau?

—Hola, Jovany —responde mi amigo—. Ya me voy, nos vemos luego —se dirige a mi. Le doy un abrazo amistoso.

—Adiós—. Veo como se aleja y Jovany carraspea llamando mi atención.

—Entonces, ¿me acompañas a los vestidores para irnos? Tengo hambre.

—Eso te pasa por no almorzar %lo acuso cruzándome de brazos y empiezo a caminar.

—Me estas riñendo como si me cuidarás —me alcanza y sonríe juguetón.

—Pfff, no te cuidaría —lo miro—. Que comas o no es lo que menos me interesa. —Mentira. —Solo te recalco las consecuencias de tus actos.

—Si, claro. Entonces debo suponer que no me buscaste con la mirada en el almuerzo.

Me detengo y siento el rubor subir por mis mejillas. El aire del exterior no es suficiente para calmar el calor que comienza a sentir mi cuerpo. Podría decir que incluso una gota de sudor resbala por mi frente.

—Solo te busque para resolver el asunto del trabajo —me defiendo.

—¿Ah si? —se detiene para encararme. —Entonces, ¿por que estas tan roja?

—Porque hace calor —respondo obvia y sigo caminando.

Escucho solo una risa de su parte y me sigue. Llegamos a los vestidores, decido quedarme afuera esperando y él entra para cambiarse. Reviso algunos mensajes de mi celular, contestando los pendientes y leyendo las respuestas. No tarda mucho en salir y acercarse para leer mis conversaciones.

Acerco mi celular a mi pecho.

—Nunca te dijeron que leer mensajes ajenos es de mala educación —lo acuso, escuchándose todo menos una pregunta.

—Si, y también me dijeron que acosar alguien en los vestidores es invasión a la privacidad.

—¡Yo no te acose! —frunzo el ceño.

La Llamada De La Luna (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora