Capítulo 9: ¿Fobia?

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Maldita alarma, cuando no quiero que suene, suena. Y cuando necesito que suene, se queda dormida. Ahora llegare tarde. Necesito darme prisa. Paso por los salones, mirando los que puedo por la ventanilla. La mayoría ya ha entrado a sus clases correspondientes. Giro en la esquina del pasillo, veo a varios de mis compañeros afuera.

Empiezo a bajar la velocidad de mi paso. Mis compañeros están a la entrada hablando de temas que no son de mi interés, ¿a quien le importa con cuantas chicas han estado anoche? Ruedo los ojos. Todos los hombres son estúpidos e idiotas. Nunca saben valorar a una mujer.

Entro por la puerta del salón e diviso una silla desocupada. Me siento en el lugar y comienzo a sacar mis cosas para la clase. La maestra aun no ha llegado, se ha atrasado 10 minutos. Por esta vez, lo veré como punto a mi favor porque llegue tarde. Prefiero comenzar a garabatear mi cuaderno ya que no tengo nada mejor que hacer.

Muchos de mis compañeros ya están sentados; alguna chicas chismorrean sobre las mesas y otros solamente platican con su compañero de lado. Los alumnos entran y salen como en su propia casa, por lo que ya no presto atención para saber quien entra. Hasta que siento la necesidad de hacerlo.

Su mirada es intensa, tanto que penetra en mi sin saber que es él o sin siquiera voltear; pero lo hago porque necesito verificarlo. Si, es él. No tengo ganas de ver su estúpida cara después de lo de ayer. No me interesa un chico arrogante, mucho menos tener que hablarle. No me miren así, podrá ser el mas sexy y lo que guapo del instituto pero ni loca aceptare una amistad con el. Esa oportunidad se fue al W.C. ayer con su estúpida actitud  y su arrogancia de primera.

Por fin, veo como mis compañeros entran uno tras otro para que al final entre la maestra. Comienza disculpándose y todos toman asiento, excepto Jovany. La maestra le indica que se siente y solo mira la silla que esta a mi lado. Es la única vacía, se la piensa para sentarse. Seguramente esta igual que yo, no quiere dirigirme la palabra. Genial! No lo morderé. Podemos pasar la clase sin articular palabra alguna. Así como en el centro comercial.

Su cerebro parece mandar indicaciones a sus piernas porque camina hacia el único lugar vacío del aula. Lo ignoro, ignoro su presencia y sus movimientos. Sus facciones son normales, desinteresadas y no se que podría esperar de un chico como este. Deja su mochila de lado y se acomoda para que la maestra continúe , o mas bien dicho, empiece su clase.

—Empezaremos con lo que tenemos para hoy porque ya hemos perdido 15 minutos de clase —mira su reloj verificando lo dicho—, lo que harán serán unas exposiciones donde explicaran el organismo de algún cuerpo de ser vivo. En esta ocasión, desecaran un animal pequeño, ya muerto que yo les entregaré.

—¿En equipos de cuantos?—pregunta una compañera.

—Sera en binas. —Todos comienzan a buscar su pareja, excepto yo.

Puedo hacerlo sola, no necesito de nadie para exponer. Los compañeros suelen dejar el trabajo completo a uno solo y llevarse los créditos ambos, conmigo eso no pasara.

—Una vez que tengan su pareja, vienen para registrarlos y darles un animal para disecar.

Me levanto de mi asiento, dispuesta a hablar con la maestra sobre mi trabajo individual. Le doy mis explicaciones que, por cierto, son buenas.

—Lo siento, Bayly. El trabajo es planeado en binas y el grupo es un numero par, así que no puede quedar nadie afuera —hago una mueca—. Además, los animales que hay están contados para binas.

—No se preocupe, maestra —dice una voz masculina detrás mío— sera mi pareja.

La maestra asiente y toma nota. Nos entrega una ficha para ir al laboratorio y recoger el pequeño animal muerto. Me quedo indignada, miro a mi compañero de trabajo con desprecio y camino hacia mi asiento. Se queda para recibir la ficha y me sigue detrás.

La Llamada De La Luna (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora