Capítulo 17: Me Gustas

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Las puertas del auto se cerraron en cuanto bajamos en un parque distinto al que solíamos venir. Este era mas natural y tenía dos secciones: la infantil y el adulto. Una parte era para estar con los niños, familias jóvenes, donde había columpios, resbaladillas y cuadros de arena. La otra parte consistia en un gran campo con varios árboles, alrededor tenía un camino para estar con bicicleta, caminar o correr.

Era hermoso, aunque para mi todos los parques son hermosos. Solo que el hecho de separar las secciones me parecía muy adecuado para diferentes eventos, como ahora que queremos hablar un poco y los gritos de los niños no nos hubiera dejado hacerlo. Nos sentamos en el pasto, no nos importo que fuera bajo un árbol porque esta nublado y el día tiene una brisa fresca.

—La brisa es relajante —escucho que dice mientras se recuesta con los brazos tras la cabeza.

—Mientras no se vuelva mas fuerte, todo bien —me siento a su lado y veo que sonríe—. ¿Qué?

—Nada.

—Por la "nada", nadie sonríe.

—Tienes unos lindos ojos —me sonrojo.

—No me cambies el tema, Jovany.

Ríe a lo bajo y sigue mirando el cielo. Al final me rindo y me dejo caer a su lado, imitándolo. Comenzamos a ver las figuras de las nubes, comparandolas con cosas de la realidad, como si fuera lo mas divertido del mundo.

—Esa nube parece un perrito.

—Yo veo que es un venado —lo señalo—. Esas nubes parecen ser los cuernos.

—Te equivocas, es solo la correa que tiene porque lo sacaron a pasear.

—¿A sí? ¿Y donde esta el dueño?

—El cielo es el dueño—. Me siento.

—Estas loco —río, mirándolo divertido.

Guardamos silencio un rato mas y recuerdo lo sucedido en aquel bosque. Me parece extraño todo y sigo necesitando explicaciones.

—Oye. Umm, lo que paso aquel día en el bosque —comienza a prestarme atención pero sin levantarse del césped—. ¿Qué fue lo que nos atacó?

—No lo se —responde serio.

—¿Cómo no vas a saberlo? —frunzo el ceño—. Estuviste frente a frente con esa cosa.

—Pero la oscuridad no me dejaba verlo con claridad —me mira por unos instantes. Y luego vuelve a mirar el cielo como si nada. No puedo tragármelo. Había suficiente luz de la luna para verlo en esa cercanía—. Podria decirte las pocas características que tenía, pero no creo que ayude de mucho. Muchos animales lo tienen.

—¿Que características? —insisto, es algo que me interesa. Suspira.

—Tenía dientes afilados y babeaba demasiado. Sus ojos eran profundos, un color miel intenso. Fue lo único que logre distinguir.

Guarde silencio. No, no me decía mucho como hubiera querido pero no me convencía el hecho de que fuese un lobo o un perro. No creo que haya sido un oso, los osos son demasiado gigantes y este no parecia una altura mayor a la nuestra. Quizás un poquito pero no llegaba a los 3 metros.

—No le des vueltas —suelta. Lo observo—. Con esas características no puedes saber que era.

—Puede ayudar.

Niega con la cabeza: —No ayuda en nada —me regala una sonrisa consoladora.

—¿Por qué no te da curiosidad? —lo miro fijamente a los ojos—. No te interesas en saber que era eso que pudo matarnos, ¿por qué?

La Llamada De La Luna (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora