Capítulo 16: Terror

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Una vez que sentí que había contemplado el sitio lo suficiente, decidí que era mejor ver más alla de lo que se podía apreciar al exterior. Nos adentramos y yo miraba cada detalle del bosque. No caminamos tanto, puesto que llegamos a un gran descampado, con una pequeña colina, nos quedamos ahí. Era tranquilo, bastante. Todo se veía solo y estaba segura que un oso no nos podría atacar desde ahí.

Por otro lado, estaba atardeciendo y los débiles rayos del sol no daban luz a la mitad del descampado por árboles tan altos. Una brisa fresca desmarañaba mi cabello. Cerré los ojos y el silencio mezclado a olor de bosque, tierra húmeda, entraba por mis fosas nasales. Una delicia y relajante.

—Este lugar es muy cómodo, e inspirador —comenzó a decir mientras lo veía acostado sobre el césped. Se apoyaba en su codo y comenzaba a seguir dibujando. Yo aun estaba de pie, mirándolo desde arriba—. Me gusta cuando necesito estar tranquilo, aunque creo que cualquier bosque funciona para eso—. Suelta una risita entre dientes.

—Yo conozco muy poco acerca de bosques —frunzo el ceño—, a pesar que la mayor parte de territorio aquí esta repleto de arboles.

—Es fácil perderse entre tantos —me mira, despegando sus ojos del dibujo unos segundos—. A mi me sucedía. Y no era cómodo perderse durante horas. —Ríe despreocupado y recordando esa etapa de su vida. Sus ojos vuelven al dibujo, y los míos se dirigen a su mano garabateando en la hoja casi haciendo magia.

—Puedo decir que si me gustan, aunque no suelo venir seguido.

—Y tampoco te recomiendo que lo hagas, es algo peligroso. Un bosque no es seguro para un humano.

—Tú eres humano y aun así vienes —contraataco.

—Es diferente, la mayor parte de mi niñez me gustaba jugar en el bosque con mis amigos. Estoy adaptado por decirlo de algún modo.

—Si, claro —levanto la mirada para verme.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi—. Una sonrisa adorno sus labios. No obstante, esa sonrisa no le quito la profundidad de sus palabras como si me ocultara un secreto.

—Y pienso averiguarlas —sostengo su mirada.

Contemplo sus ojos chocolate....

—Esta atardeciendo, deberíamos irnos.

Su cambio repentino de tema me causa intriga. Quiero escrutar su mirada, saber si puedo saber más, saber sus secretos en tan solo sus profundos ojos; pero no me lo permite. Se oculta, como si la conexión visual revelara lo que tanto anhela no decir.

—Si, tienes razón —le doy por su lado, aunque realmente no quiero irme. Recuerdo lo que hoy me dijeron mis amigos, tal vez luego pueda saber más—. Necesitó ir a la casa de Fer.

Asiente sin emitir sonido alguno y se levanta. Escuchamos como unas pisadas pasan corriendo por detrás de nosotros, haciendo crujir las hojas del suelo como cualquier otoño. Ambos nos alteramos. Siento miedo, yo no se manejar situaciones con estos animales. Jovany se pone muy alerta y se acerca cautelosamente para ver que fue.

—Bayly, vámonos —ordena con una expresión de horror y eso me asusta aun más.

Toma todo rápidamente y yo, con mi torpeza, trato de hacer lo mismo. Me indica el camino. Gira su cabeza tratando de mirar por todas partes al mismo tiempo. El sol se va ocultando velozmente, por lo que se me empieza a dificultar ver por donde voy. Jovany me alcanza y me detiene. Mira por todas partes, no se escucha nada.

La Llamada De La Luna (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora