Capítulo 27: El amanecer de un nuevo día

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Me quedé ahí, parada. Sin mirar a nadie. Solo el lugar donde Harry había desaparecido. Suspiré.

-Vamos al Gran Comedor... - miré dentro del lugar. - o lo qué queda de él. - dije con un gesto negativo.

Edward me tomó la mano y, junto a Tonks y Remus, fuimos a ayudar.

-nunca en mi vida vi tantos cuerpos en fila. - dijo Edward con tristeza. Me limité a suspirar con pesar. - ni cuando era humano, y la gripe española asechaba en Chicago. - agrego con un nudo en la garganta. Presioné más mi mano contra la suya. - ¿Dónde se han metido mis hermanos?

Una ráfaga de aire me dio de lleno en la cara, y Alice estaba frente a nosotros. Su cara estaba sucia y sus ojos reflejaban tristeza. Sin embargo, nos sonrió tristonamente.

-Bella... - dijo ella mientras miraba hacia el Gran Comedor. - es... es...

-Increíble, - complete. - lo sé Alice... lo sé. Viví en carne propia la supuesta muerte de mi tío Sirius y te puedo decir qué fue lo más doloroso de ver. Ese día, entré en estado de shock, por lo qué me mandaron a ir a casa de Charlie. Me armaron una historia, qué ustedes conocen, para qué esté tranquila por un tiempo. Dumbledore calculó qué tendría qué regresar dentro de unos cinco años o cuatro... pero mi intuición me dijo qué después de casi dos años, tenía qué volver. - suspiré. - cada día añoraba el estar con los gemelos, el estar con mi padrino, con mi hermano, con mis amigos, Ron y Hermione, los Weasley... - abracé a Edward. - ahora me preguntó cuan nervioso debe estar papá... - dije medio divertida, medio preocupada. - debe estar calvo de tanto jalarse los pelos del cuero cabelludo. - reí.

Caminábamos despacio, sin ningún apuro. Algunas veces parábamos para ayudar a curar a los heridos. Otras, para charlar con conocidos míos.

-¿Quién es ese rubio? - preguntó Alice curiosa. Levanté la mirada hacia ella. - Ese, el qué te está mirando. - dirigí mi mirada a donde ella tenía la suya. Fruncí el seño. Cormac McLaggen me miraba fijamente.

-Digamos qué es... - dije buscando la palabra adecuada. - un Gryffindor antipático. - finalicé. - ¿En qué piensa, amor? - le pregunté a Edward.

-No piensa. - dijo él, ceñudo. - le ciegan los celos. - parpadeé.

-¿Qué? - dije escéptica. - Está loco. - dije rotundamente. - definitivamente loco.

-¿Porqué? - dijo inocentemente Alice.

-Porque no tiene por qué estar celoso el mandril aquel. - le dije escuetamente. - desde qué me desarrollé, en Hogwarts, siempre intentó conseguir una cita conmigo. - le informé. - siempre decía qué estaba loco por mí. - Edward soltó un bufido. - obviamente, siempre le dije qué no. Ya qué simplemente, es una cara bonita. - me encogí de hombros. - antes de que Hermione fuese agarrada para el baile de navidad, me lo había pedido a mí.

-¿y qué le contestaste? - me preguntó Alice con expresión divertida por la reacción de Edward.

-Sencillo - le dije sonriente, mientras nos sentábamos en una banca. - "Más te vale alejarte de mí antes de qué se entere Harry y Cedric, McLaggen. Por qué, yo, puedo ser piadosa, pero ellos no. Parte, No se me permite ir al baile por ser una de las integrantes del grupo de música" y le mandé un hechizo qué lo ridiculizó. - a esto, Alice se carcajeó, llamando la atención de algunos qué estaban cerca de nosotros. Entre ellos, McLaggen.

Me apegué más a mi prometido. Esto hizo qué él, hiciera qué me sentara entre sus piernas. Escondí mi rostro en la unión de su cuello al hombro.

-¿Bella? - preguntó una voz conocida. - ¿Te encuentras bien? - me volteé para ver quién era el portador de esa voz.

Oliver Wood.

La Otra Cara de BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora