Y ahí está, llorando otra vez. Con esta ya son cuatro veces las que la veo llorar. Si tan solo pudiera explicarme frente a ella, que me salieran las palabras respecto al tema, pero creo que lo cobarde fue lo único que heredé de mis »padres«.
Pero no quiero ser como ellos. Me gustaría ser como ella; me gustaría tener la valentía de mi madre. Al final, es la única madre que conozco desde que tengo uso de razón. Por alguna razón me tranquilizo estando cerca de ella, creo que siempre fue así, desde ese día…
Estaba yo detrás de la puerta, viendo por una pequeña rendija. Ella, sentada sobre la mesa de la cocina en la que desayunábamos cada mañana antes de ir a la escuela, tapaba su boca con la mano izquierda, mientras con la derecha sujetaba su cuerpo. Lentamente sube su pierna izquierda a la mesa permitiéndome ver más claro aún su penoso rostro. Tragué saliva entretanto sentía la angustia en mi garganta. Reprimí mi intento de llorar arrugando mi nariz y ojos, pero parecía inútil, sin más, cae lentamente una lágrima por mi mejilla derecha mientras cierro mis ojos, intentando detener las demás que estaban a punto de salir. Respiro silenciosa y calmadamente hasta que mis ojos se despejan por completo. Respiro nuevamente mientras empuño mis manos a mi costado. Lentamente suelto mis manos al mismo tiempo que con la misma calma abro mis ojos.
-Ella siempre ha sido fuerte por mí, ahora me toca a mí ser fuerte por ella.- Dije en mi mente.
Luego subo mi mano derecha para secar aquella rebelde lágrima que salió sin mi permiso desde mi ojo, inhalo por tercera vez e intento dejar mi rostro en estado neutro.
-¿Qué pasó, mamá? Pregunté dejando mi bolso de escuela en una silla.
Ella rápidamente, al sentirme, seca sus lágrima con la manga de su chaleco y me brinda una sonrisa algo forzada. Se notaba que quería sonreír pero no le resultaba. A mí no me engañaba, ella estaba llorando y puedo suponer que es por la misma razón que las tres veces anteriores.
- Nada, Sophie. Solo estoy impresionada de lo rápido que has crecido... Ya tienes 15 años y 15 años no los cumple cualquiera. -Dijo en un tono de risita, intentando cambiar el tema, mientras se daba vuelta simulando secar unos platos del fregadero.
- Y ... ¿Recuerdas qué pasó hace 15 años, mamá?
Lo mencioné sabiendo a lo que iba, intentado tocar el tema sutilmente. Me senté en una silla mirándola fijamente, dejando reposar mis brazos en la mesa. Ella se gira extrañada, mira el piso y luego clava su mirada en mis ojos. Antes de empezar a hablar lanza un suspiro.
-Claro que lo recuerdo, como si hubiera sido ayer.-
Inmediatamente vuelve a abrir el grifo de la cocina mojando alguna loza.
- Entonces… Cuéntame, ¿Cómo nací aquel día?
Ella se queda mirando por la ventana mientras su rostro se tornaba melancólico.*******
- Ross, tan independiente. Quisiera ser como tú. ¡Lástima que a mis 18 años aún me siento amarrada a mis padres!
Exclama entrando al nuevo departamento de Ross. Ayudaba a su amiga con algunas cajas de mudanza. Por lo exhausta que se encontraba, terminó sentándose en el piso.
- Clear, ¿de qué te quejas? Si tuviera tu vida a mis 18 años aún seguiría en casa de mis padres. Tú sabes que si ahora estoy aquí es solo por necesidad .
Tomó una cartonera y comenzó a desembalar algunas cajas de su alrededor, mientras recordaba las razones por las cual ahora debía vivir sola. Hizo todo mirando al vacío, sin tener su vista fija en algo específico.
- Ross, ¿y tus canes?
- Supongo que aún juegan en el baño.- Dice mientras se acerca a esa habitación. Abre la puerta y aparecen tres narices intentado salir de esta.
- Ves, aquí están y aquí se quedarán hasta entrar todo.
Pasa un poco más de una hora y media cuando terminan de acarrear y ordenar un poco todas las pertenencias de Ross. Ambas amigas están exhaustas y con mucha hambre.
- Ross, ¿qué planeas hacer ahora? Ya hemos entrado todo y en realidad estoy demasiado cansada para ayudarte a ordenar lo poco que queda.
Clear se sienta en el brazo del pequeño sofá que tiene Ross mientras frota su adolorido cuello
- No te preocupes, yo también estoy cansada para seguir. ¿Qué hora es?
Deja una caja en la mesita de centro frotándose la espalda adolorida, igual que la de Clear y se sienta en el brazo del otro extremo del sofá.
- Son recién la 4 de la tarde.-Dijo mirando en su brazo derecho su reloj rosa, tan típico de niña Barbie como Clear, al mismo tiempo que hace un puchero de súplica.
- Vamos a comer Ross, me lo merezco.- Continuó.
- Está bien Clear, tienes razón, te lo mereces .- Sonríe al final de la frase, pensando en que Clear vive como princesa. Ella, que no mueve ni un solo dedo, aun así estuvo dispuesta a ayudar a Ross a cambiarse de casa.
Estira su brazo para alcanzar el bolso dónde tenía el dinero, se lo cruza y echa su teléfono dentro para poder salir. Va a la mesa de centro y recoge sus llaves.
- Esto jamás se me puede olvidar, vamos.
- Ross, tampoco se te pueden olvidar tus canes.
A Ross se le abren los ojos y junto con una sonrisa incómoda lanza una pequeña carcajada.
- Tienes razón, mis bebés.
Rápidamente se dirige a abrir la puerta del baño para que salieran sus tres cachorros.
- Bebés, no hagan desastres mientras no estoy en casa. - Caminaba hacia la salida mientras apuntaba al balcón.- Allá tienen su caja de arena.
Al lograr llegar sin más complicaciones junto a Clear, aseguró la puerta por primera vez.
- ¿Caja de arena? ¿En serio? Son perros.
- Tienen que aprender a ser limpios como los gatos, o ciertos gatos .
Ambas ríen y Clear coloca un brazo en el hombro de Ross mientras se dirigen a la salida del edificio.
Bajaron los tres pisos para poder llegar a la calle. Fueron a su café favorito, al que iban a celebrar sus buenas notas cuando aún estaban en la escuela.Tenían buenos recuerdos de esa época y su amistad desde ese entonces no se había fugado. Se sentaron en los puestos de siempre. A Ross de verdad le agradaba estar con Clear, aunque fuera una niñita rica y mimada de papá. Le daban de todo, siempre las cosas último modelo, algo totalmente distinto a Ross; ella era humilde y siempre se conformaba con lo mínimo. Aunque a sus 18 años ya tenía un buen y estable trabajo, solo compraba lo necesario para vivir ella y sus cachorros.
- Ross, sigo insistiendo en que deberías gastar más en ti que en esos perritos vagos de las calles, al final morirán igual, tarde o temprano.
- Clear, no por que podrías morir te dejaría sin comida si no tuvieras. Sé que mi aporte es poco para ellos, no a todos les puedo dar el hogar que quisiera, pero al menos pongo de mi parte, algo que esta sociedad ha descuidado por completo. Al menos quiero dar mi 100 por ciento para que vivan mejor. Y planeo que nada me distraiga de ayudarles.
- Y... ¿Qué pasará cuando tengas hijos?
Ross, que estaba bebiendo gaseosa, se atora y comienza a toser de una manera tan sonora, que todos le quedan mirando en el local .
- ¡¿Hijos?! Pero....¿Quién te dijo que deseaba tener hijos? Con mis tres cachorros soy feliz. Un esposo... quizás. Pero, ¿hijos? Noo, esas son palabras mayores. Clear, no vuelvas a bromear con eso.
- Ay Ross, cuando menos lo esperes...
Clear le da un golpe a la mesa mirando directamente a los ojos a Ross, generando suspenso.
- Aparecerá lo que menos deseas.- Crea un silencio pero no lo suficiente como para volver el ambiente incómodo. Y pasando a otro tema ¿Qué harás en la noche? Conocí un club nocturno que papi dirige recientemente, se hizo socio, tengo bebidas y sushi gratis. ¿Puedes creerlo? Como sea, me encantaría estrenar este privilegio contigo esta noche. ¿Qué dices?
Dice todo esto en tono demasiado Kawaii para Ross.
- Gracias, Clear. Pero es Jueves, y sabes que los jueves voy a darles comida a los pequeños cachorros de los barrios bajos. Así que solo diviértete y no enamores a muchos hombres.
Le rechaza suavemente mientras se para de su asiento y deja un tierno beso de madre en la frente de Clear. Piensa en que todos deben tener una Clear en sus vidas, a veces como amigas, otras veces como enemigas, pero todos tienen una y se alegran que sea su fiel compañera. Con ese pensamiento, se marcha del local.
Por su parte, Clear se queda extrañada de cómo puede preferir un par de cachorros antes que a ella. Aun así, no lo piensa mucho y prefiere terminar su bebida para poder irse.
Luego de ir a la tienda, Ross toma un taxi para poder llevar el saco de comida al barrio bajo. El taxista, un hombre de mediana edad y aspecto amable, logra percibir la noble acción que esta joven realizaría. Conmovido, decide bajar la tarifa e incluso, después de hablar un rato, le ofrece su compañía para las distintas calles a las que visitaría, ya que él sabía que era bastante peligroso estar sola y llevar bultos por esos lados.
Ross, sorprendida, le agradece enormemente y acepta su ayuda, ya que eran pocas las veces que iba por el mismo tema, pero siempre estaba sola y ya había comprobado lo peligroso que era, sobre todo a aquella hora.
Ya daban casi las 8 de la noche cuando se bajó del taxi para darle comida a unos perritos en un callejón cerca de un basurero comunitario. Al bajar, comprueba que no haya maleantes a su alrededor. Con cuidado, saca una bolsa del saco de comida y, casi en puntillas, para no espantar a los cachorros, va en camino a alimentarlos. Aunque esto no fue necesario, puesto que los perritos no tardaron en reconocerla y correr felices hacia ella.
En medio de la felicidad que estas criaturitas emanan, Ross se percata que un cachorro no se acerca. Este se queda mirando el basurero mientras solloza y alterna miradas entre el basurero y Ross. Sin tardar, va donde el cachorro y lo toma en brazos, llevándolo hacia donde había dejado la comida.
- Pero ¿Qué te pasa cachorro? ¡Tan inquieto! - Le decía en voz baja mientras soltaba al perrito inquieto para que comiese.
Sin embargo, al terminar de soltarlo, el cachorro corre hacia el basurero. Dado que era pequeño no podía llegar dentro de él, pero aun así el cachorro seguía intentándolo sin dejar de llorar ni de mirar a Ross.
Ella vuelve a buscarlo, pero cuando se acerca lo suficiente, siente un pequeño llanto ya agotado. Sorprendida al oir tal cosa, trata de buscar el origen del sonido descubriendo que este provenía del basurero comunitario. Ella, extrañada, se acerca lentamente y con un poco de temor. Mueve unas cajas de madera para poder subirse en ellas y lograr ver dentro del oscuro y maloliente receptáculo. Cuando queda en puntillas logra ver un pequeño saquito de piel llorando ya cansado. Rápidamente y muy atemorizada, se baja de las cajas y sale un poco del callejón para conseguir ver a alguien y advertirle. Entre temblores y escalofríos salieron unas tartamudeantes palabras de su boca:
- Yo no sirvo para cuidar niños, recién tengo 18 años y aunque hay mujeres que son mamás desde pequeñas, yo aún no estoy preparada. Yo.. yo me dedico a los animalitos, a las mascotas, no a niños. Yo no sirvo para esto. No, yo no.
Toca su cabeza y confundida, desordena un poco su cabello, pequeño bebé logra tomar más fuerzas y llora aún más fuerte, haciendo partir el corazón de Ross, algo confundida el mismo cachorro que lloraba se la queda mirando a los ojos y levanta sus patas como pidiéndole un favor.*******
Bien, primer capítulo y no lo negaré estoy super nerviosa.
Quiero agradecer especialmente a mi editora ❤ me ayuda con puntuaciones y espacios para la mejor comodidad de ustedes.
Los capítulos se subirán lunes, miercoles y viernes, ya que igual son larguitos, martes y jueves me dedicaré a ver si tienen dudas de alguna parte de la historia.
Desde ya les agradezco por leer y nos veremos el miercoles.
PD. Amo con locura el capítulo 2 y 3 XD estoy ansiosa por que lo lean.Por favor haganme saber si les va gustando... quizás suba capítulos más seguido si es así. ❤
-Bubble.
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Serendipia
Teen FictionRoss ya no es adolescente, teme jamás encontrar un hombre que la ame, ¿Será la típica historia cliché? Sophie, niña adolescentes que duda de su procedencia ¿Vivirá en una mentira o ella le miente a los demás? Clean, hombre que no tiene necesidad ¿...