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Velozmente, él corre hacia el callejón (así es, Clean decide al fin ayudarla). El asaltante amenazaba a Ross con un cuchillo. Clean, sin importarle ni pensar demasiado, se lanza sobre él y logra quitarle el arma, dejándola lejos de su alcance. Aprovecha la incapacidad del delincuente para derribarlo y golpearlo con dureza. Ross estaba a un lado aun, en shock. No sabía cómo ayudarlo pero quería hacer algo. Mira por todas las direcciones y una idea pasa por su cabeza: salir del callejón para buscar a auxilio. A los pocos segundos, logra ver las luces de una patrulla de policías que se aproximaba.


Comienza a gritar desesperadamente para llamar su atención. Despues de unos desesperados movimientos de brazos, incluso de su bufanda, por fin lo logra. Entretanto, Clean, ya notablemente exhausto, sigue golpeando al asaltante. Al escuchar a Ross gritar, Clean se distrae, por lo que el asaltante logra estirar su brazo mas de lo normal y recoger el arma que estaba tirada a un lado. Sin perder ningún segundo, toma la cuchilla y la clava en el abdomen de Clean para poder zafarse de este, dejándolo en el piso retorciéndose de dolor, para inmediatamente huir de la escena. Las sirenas se escuchan a los lejos.


Ross, al percatarse de lo que sucedió, corre donde Clean a tratar de tapar su herida con sus manos para evitar que sangrara más. Sin embargo, por su poca fuerza y falta de experiencia no lo estaba logrando. Completamente manchado de sangre, él solo la mira hasta quedar inconsciente.


Después de algunas maniobras que Ross no alcanza a percibir, la patrulla logra atrapar al ladrón. Ella solo está concentrada en Clean. Ni siquera se dio cuenta cuando llegaron algunos espectadores y aún menos cuando unos paramédicos subieron a Clean a una ambulancia. Un oficial toma el hombro de Ross, quien se encuentra paralizada. Éste, amablemente le pide que vaya a la comisaría a declarar. Ross vuelve en sí y trata de calmarse. Sabe que debe ir a la comisaría y que esto le tomará un tiempo. Ya en la patrulla empezó a pensar en lo que había sucedido. De pronto recuerda que debe llamar a Sophie, pero le apena hacerlo en la patrulla, así que espera hasta llegar a la comisaría para hacerlo.


- Sophie, llegare un poco más tarde, estoy en la comisaría.


- Mamá ¿Qué pasó? ¿Estás bien?


- Sí, estoy bien. Sophie. Solo tengo que declarar por un asalto frustrado.- Hasta el momento sonaba tan tranquila como quería.- Debo irme ahora. Te quiero, nena. Adiós.


Cuelga el teléfono. La retienen en una sala de espera donde había bastante gente para ser tan tarde; muchos dejando denuncias, otros declarando al igual que ella. Entre tanto ajetreo, recuerda la última vez estuvo en una comisaría...


*******


- ¡Oficial! ¡Oficial! Traigo a un bebé.


Exclama algo agitada Ross mientras le pasa a la bebé. De inmediato comienza a llorar desenfrenadamente. El oficial no sabe cómo reaccionar y solo le pide a su colega que tome la declaración. Ross deja sus datos y la declaración de cómo encontró a la bebé. De igual modo, le entrevistan para estar seguros de que ella no es la madre ni que tampoco conoce al responsable del abandono.


Después de un rato, a la policia le queda claro que ella solo la encontró y la dejan libre. Ella está dispuesta a irse y seguir su vida con normalidad.


Al llegar a su departamento, se recuesta en su cama intentado olvidar el extraño día que tuvo. Ni siquera alcanzó a dormirse cuando de pronto suena su teléfono. Parecía ser un número privado, pues no aparecía en el visor. Contesta un poco temerosa de quién respondería.


- Hola ¿quién es?- Hacía notar su voz cansada.


- Señorita Morrison.- Una voz de telefonista, muy educada y bien modulada está al otro lado de la línea. Al confirmar su identidad la mujer prosigue.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora