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Ross no se sentía del todo bien como para volver a casa y ver a Sophie, así que decidió dar un paseo por el centro de Calgary. Llevaba un buen rato caminando, pero por más que veía cosas hermosas nada le llamaba la atención; en su cabeza solo daba vueltas lo que Clean había dicho: “Para mi eres solo un esclava”. Tras ello, comenzó a caer una lágrima por su mejilla. Sin demora, seca aquella lágrima ocultando su rostro para que nadie lo notara.
Alzó la vista y vio que unos pasos más adelante, había dos tipos con los ojos vendados y camisetas impresas que decían: “Se regalan abrazos a quién lo necesite”. A Ross le pareció una loca idea, aun así, decidió ir con uno de ellos. Al menos el mundo no se daría cuenta de sus lágrimas que, inevitablemente, volvían a caer. Secó las nuevas lágrimas con su dedo índice y corrió a abrazarle. Lloró en el hombro de aquel desconocido. El hombre quedó impresionado por lo fuerza con que le abrazaba Ross. Pudo notar también, por el sonido de sus sollozos, que necesitaba un abrazo de consuelo. Comenzó a abrazarla de la misma manera que ella, acariciando su cabello para calmarla. Estuvieron así casi 4 minutos hasta que Ross logró calmarse y soltar al tipo de los ojos vendados, quién le acarició la mejilla notando que aún le caían lágrimas.
- ¿Te sientes mejor?
- Si, Gracias. - Dice Ross, algo avergonzada por recurrir a algo tan desesperado como abrazar a un extraño.
- ¿Cómo te llamas? – Preguntó el hombre formando una sonrisa que a Ross le pareció la sonrisa más encantadora que había visto. Al verla, también sonríe, dejando de llorar al fin.
- Me llamo Ross, gracias por el abrazo.
- Me llamo Peter. Gracias a ti por participar en este proyecto.
- Debo marcharme, gracias nuevamente.
Él le responde brindándole otra sonrisa, a lo que Ross se marcha contenta.
Aunque solo hubiese sido un abrazo por un proyecto, Peter pudo sentir el dolor de Ross a través del abrazo. Levantó un poco su venda para poder ver a Ross, pero solo pudo distinguir su cabello negro y su típico abrigo color verde.
Por fin Ross, un poco más calmada, logra llegar a casa. Al llegar a la entrada principal, notó que la luz de la cocina estaba prendida. Le pareció un tanto extraño ya que Sophie no acostumbraba ir a la cocina, y mucho menos prender la luz para quedarse allí. Decidió subir rápido para enterarse de lo que sucedía. Sube los escalones hasta el tercer piso y abre la puerta de su departamento. Escucha un par de risitas, risas de Sophie y de… ¿Clean? Ross camina hacia la cocina y encuentra que ambos están sentados, charlando en la mesa de la cocina. Sophie parecía estar feliz, y por su parte, el rostro furioso de Clean se había marchado.
- ¡Sophie! ¿Qué sucede aquí?
- Hola, Ross.
“¿Ross?” Pensó “¿Desde cuándo Sophie me dice Ross?”  Sophie continuó, interrumpiendo su pensamiento.
- Supongo que ya conoces a Clean. Vino a dejar tu teléfono. No deberías colocar nuestra dirección en el teléfono, podría haber venido un psicópata. Menos mal que vino Clean.
- Hola, Ross. Encontré esto… – Levanta el teléfono para que Ross lo notara. - …en el sofá. Decidí traértelo, pero nunca me dijiste que tenías una… - Esperaba que Ross completara la frase.
- Clean, ella es mí…
- ¡Hermana! – Sophie la interrumpió dejando a Ross completamente sorprendida.
- Una adorable hermana – Concluyó Clean. – Espero que podamos volver a vernos los tres.
Clean se acercó a Ross y le devolvió el teléfono. Hizo una despedida como de capitán de la marina a Sophie y se marchó sin decir más.
Ross sigue a Clean hasta el pasillo mientras se marcha.
- Clean… –Él gira.- Gracias.
- Sólo vine a dejar tu teléfono.
- No, no es solo por eso. Hace mucho no veía a Sophie reír así. –Clean le da una sonrisa.
- No tienes que dar las gracias. Hasta mañana, Ross.
Ella entra al departamento a ver a Sophie. Le había preocupado su forma de reaccionar Se sienta frente a ella, en el mismo lugar dónde minutos antes había estado sentado Clean. Ross suspira antes de hablar.
- Sophie… ¿Qué significa eso de que soy tu hermana?
- Mamá, te he visto llorar y sé las razones. No duras con tus citas porque se enteran de que eres madre soltera. No me enojaré si dices que soy tu hermana. Solo quiero hacerte feliz.
- Sophie, tú eres mi mayor felicidad. No necesito un hombre para ser más feliz.
- Eso dices ahora, pero yo no quiero que termines sola hasta la muerte por culpa mía.
- No es tu culpa, Sophie. Simplemente no ha llegado el indicado y, cuando llegue, no le importará que seamos tres.
- Está bien, mamá. Solo espero que funcione tu cita con Clean.
- Clean no es mi cita, Sophie.
- ¿De verdad? Hubiera creído que sí, por la forma en que él se expresó de ti, y lo feliz que te veías estas últimas semanas. Deberían intentarlo. Buenas noches, mamá.
- Buenas noches, Sophie. – Dice Ross muy confundida.

Ross quedó pensando en lo que Sophie le había dicho: “La forma en que él se expresó de ti”
“¿Qué forma?” Se preguntaba Ross. “¿De verdad he estado mejor desde que conocí a Clean?” Se ruboriza mirando a la nada. Cree que esa es una reacción demasiado infantil para alguien en sus posición. Para dejar de sentirse avergonzada fue a darse un baño y a dormir.
Al día siguiente, no sabía cómo comportarse frente a Clean. No estaba al tanto si aún seguía enojado o, por el contrario, ya estaba mejor después de verlo riando con Sophie. Además, su despedida en el pasillo fue agradable. Con todos estos factores en mente, decidió estar en forma neutra.
Al entrar en la oficina, notó inmediatamente que algo estaba mal. Avanzó unos pasos y vio a Charlotte llorando. Obviamente, como su amiga, Ross se preocupó. Tenía pensado contarle el episodio de la cocina, pero al ver a su amiga así, supo que el momento no era el más apropiado.
- Charlie… ¿Qué sucede? – Junta su silla con la de ella tocando su espalda para tranquilizarla.
- Mike – Dice en medio de sollozos.
- ¿Te ha hecho algo?
- Se va de la empresa. Ahora está en su escritorio haciendo la carta de renuncia.
- ¿Y por qué tomó esa decisión?
Charlotte intenta contarle pero su llanto no la deja. Se queda limpiando sus lágrimas con un pañuelo desechable mientras Ross va al escritorio de Mike. Se acerca lentamente y asoma su cabeza, ve a Mike escribiendo.
- Hola, Mike – Dice con una sonrisa.
- Hola, Ross – Ross se sienta en la silla que estaba junto a él.
- ¿Qué estás haciendo, Mike? – Acerca su rostro a la computadora para ver que escribe.
- Renunciaré, Ross.
- ¿Y eso por qué?
- ¿Te acuerdas de ayer cuándo hablábamos los tres?
- ¿Cuándo molestábamos a Charlotte?
- Yo sé que lo que dije de Charlotte es verdad, solo que ella no lo reconoce. El punto es que yo siento lo mismo por ella, desde que entramos a la empresa. Pero siempre la vi muy inalcanzable; ella es tan ordenada, tan educada, con sonrisa perfecta… - Ross notó en los ojos de Mike ese brillo especial cuándo hablaba de Charlotte. – Por eso mismo prefería salir con chicas. No tuve la intención de salir con tantas. Al principio era solo una para quitarme de la mente a alguien tan diferente a mí… Es que… no tenemos nada en común. Sin embargo, esa chica no lograba que dejara de pensar en Charlotte y entonces buscaba a otra y luego a otra. Así he estado todos estos años… Hasta ayer, cuándo decidí contárselo a Charlotte.
- ¿Se lo has dicho? ¿Qué te respondió?
- Cuando te marchaste ayer, la inventé a un restaurant muy elegante, su favorito, para que no rechazara mi invitación. Después del quinto intento, aceptó. Comimos y bebimos cosas elegantes, hasta que decidí abrirle mi corazón.
- Dime exactamente qué fue lo que le dijiste, Mike.
- Bien, pues le dije: “Charlotte, sé que la imagen que tienes de mí no es la mejor. No he hecho las cosas muy bien últimamente… – Mike toma la mano de Ross imitando lo que hizo con Charlotte. - Quiero que sepas que la razón por la que he salido con tantas chicas es porque no puedo sacarte de mi cabeza. Tontamente, creí que ellas podrían suplirte, pero me di cuenta que nadie, a no ser tú, me llenaría completamente. Ahora, que ya somos adultos, creo… No, estoy seguro que deberíamos intentarlo. Quiero saber si me aceptas.
- Mike, qué hermoso lo que le dijiste ¿Y qué respondió?
- Primero se sorprendió mucho, abriendo demasiado sus ojos. Luego, cuando terminé de hablar, huyó. Así que tomé esa respuesta como un “No te acepto”.
- Sabes que Charlotte es tímida y muy insegura. De seguro arrancó por la impresión, no por qué te rechazara.
- Si, eso creí, hasta que le pregunté hoy en la mañana. Me acerqué y le pregunté. Me dijo que jamás estaría conmigo, que somos muy distintos y que me olvidara de ella. El irme será lo mejor. Aparte, no quiero estar viéndola todos los días, se me haría más difícil olvidarme de ella.
- Pero, Mike…
- No intentes convencerme, Ross. Ya tomé la decisión.
- Esta bien, Mike – Ross se levanta del asiento y se dirige a su escritorio, cuando estaba en el borde de su cubículo lo mira – Si a Charlotte no le importas, entonces no sé cuál es la razón por la que llora.
Ross se va y Mike la queda mirando mientras se marcha. Llegando al cubículo dónde se encontraba Charlotte, Ross dice en voz alta:
- Si no lo aceptaste ¿Por qué lloras su partida?
- No lo sé, Ross.
- ¿Acaso no te das cuenta? Estás enamorada y no lo aceptas.
- No lo estoy, para mí es solo un amigo…
- Charlie, él se irá y lo perderás, es alguien que de verdad te quiere.
- Ross, ambas sabemos cómo es Mike ¡Es un mujeriego! No quiero estar con alguien así, Aparte, somos tan distintos.
- Por favor Charlotte, lo único que hace Mike con las chicas es invitarlas a salir, lo sabemos, cada vez que sale con una chica al final termina viéndonos a nosotras y siempre dice que no era para él, no hace nada con esas chicas aparte de conversar y él te dijo que era para olvidarte a ti. Sé que son distintos, pero ¿Te gustaría estar toda una vida con alguien predecible exactamente igual a ti con tus mismos gustos? ¿No crees que sería una vida aburrida? Yo preferiría estar con alguien distinto a mí, de quién pudiera aprender cosas nuevas.
- Ross…
- Charlie, por favor, no lo dejes ir así.
Charlotte seca las últimas lágrimas que le quedaban y solo queda en silencio en su escritorio. Ross tomó esa como una señal de “No quiero seguir hablando” y la dejó tranquila.
Ninguno de los tres se acercó para comer juntos, solo al final de la jornada de trabajo ven que Mike se acerca a la oficina del jefe con una carta. Ross mira a Charlotte quién comenzaba a caerle nuevamente lágrimas.
- Charlie, sólo tú puede detenerlo.
Charlotte se levanta de su asiento y se pone a unos pasos de Mike.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora