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Al otro lado de línea telefónica se escuchaban jadeos. Ross se asusta y comienza a mirar a todos lados, mas ve muchas personas usando teléfono a su alrededor, tanto cerca como lejos de ella.


- ¿Quién es? ¿Porque haces esto?- Responde alterada.


- Solo sigo órdenes, Ross Morrison - Su voz de psicópata superaba a Ross, le erizaba la piel. Se queda inmóvil sin saber como actuar.


- Camina derecho Ross, llegando a la esquina doblas a tu derecha, no me cortes, estoy cerca de ti y si me cortas tendré que actuar - Ross comienza a caminar tímidamente sin despegar su teléfono de su oreja derecha.


- ¡Alto! - Esa frase hace que se detenga por completo, el grito la asustó dando un pequeño saltito.


- No te vayas por ahí, solo haz una vuelta en U para esquivar a los policías, llegaras de todos modos a la esquina y prepárate para seguir a tu derecha. - Ross hace caso y se dirige hacia el lugar, dobla a su derecha y comienza a caminar, lleva unos metros caminando cuando la voz le vuelve a dar instrucciones.


- Está bien, ya llegaste, entra al local de tu derecha y busca a alguien conocido ¡Provecho!


Terminado decir esto se cuelga la llamada. Intenta ver el número pero era privado. Se siente muy confundida, sobre todo por la última palabra »¿Provecho?« ¿Qué quería decir el tipo con eso? ¿Acaso la invitaría a comer?


Se asegura mirar a ambos lados antes de entrar y llega a las mesas. No alcanzó a ver el letrero del local pero parecía ser un restaurant, y no de los baratos; tenía lindos adornos colgando del techo, manteles blancos y limpios, unos cisnes de cristal en cada mesa. Mientras mira a su alrededor, un dependiente del local de acerca.


- ¿Señorita Ross?


- Soy yo. -Mira totalmente confundida.


- Sígame, por favor.


Ross hace lo que le dicen y llegan a una mesa dónde hay un hombre dándole la espalda, mirando directo a la ventana.Se trataba de Clean. El empleado abre la silla para que Ross se siente, como la mesa es redonda, se quedan mirando frente a frente. Ross se sienta y queda mirando con ojos de odio a Clean.


- ¿Qué sucede, querida? ¿Algún inconveniente en tu venida?


- ¿Tenías que contratar a un psicópata?


- De hecho te vi pasar frente al local esta mañana, pero la verdad se me hizo aburrido solo acercarme a hablarte. El domingo he salido del hospital, ayer lo descansé y hoy he decidido comenzar a regir nuestro contrato. - Al terminar de decir esa última palabra Clean bebe un sorbo de agua.


- Me asustaste, a diferencia de ti, yo sí tengo razones por las que vivir- Ross frunce su ceño en forma de enojo y molestia.


- Pues- Mira despectivamente a Ross haciendo gestos desprecio. - No tienes anillo en tu dedo, no tienes esposo ni novio, por lo tanto tampoco debes de tener hijos. De seguro tienes un perrito que te extrañará mucho.


Clean sostiene su rostro con la mano izquierda, apoyando su codo en la mesa. Ross se altera y su rostro se vuelve rojo de la furia. Tenía pensando decirle que tenía hija, una hermosa hija llamada Sophie, pero pensó que al igual que otros hombres la comenzaría a humillar por ser madre soltera. No permitiría que el tema de Sophie fuera un pie para sus humillaciones. Debido a eso, solo guardó silencio.


- ¿Qué quieres, Clean?


- Por ahora, solo almorzar. Luego se me ocurrirá que más. Por cierto, me tomé la libertad de ordenar por ti.


El mesero trae dos langostas al vapor y un poco de vino para el estómago. Ross en realidad tenía hambre, no duda ni un segundo y comienza a comer. Ella no era la típica señorita que comía con servilleta. Clean lo notaba y con su mirada se lo daba a conocer, aun así, Ross no emitía ninguna emoción con sus expresiones, ella solo se limitaba comer y disfrutar la langosta. En cuanto Ross terminó, Clean apenas llevaba la mitad de la langosta. Ella se limita a observar a su alrededor esperando que su desagradable compañero terminara. Súbitamente, Clean le queda mirando esperando a que actuara.


- ¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así?- Dice por fin Ross.


- Ha saltado un poco de langosta a mi mejilla.


- Pues, límpiate.


Clean saca una hoja de su chaqueta, era el contrato.


- Según esto eres mi esclava - Toma la servilleta de género tirándosela casi en el rostro, Ross hace muecas de disgusto y se para a limpiar la mejilla de Clean.


- Peor que un bebé.- Balbucea ella.


- ¿Me lo dice la "señorita" que tardo 3 segundos en comer una langosta? - Al escuchar eso Ross, con molestia, pasa un poco más brusco la servilleta por su mejilla - ¡Cuidado! Mi piel y rostro son delicados.


- Por su puesto, Clean- Ross deja la servilleta al lado de Clean y vuelve a sentarse frente él.


Cuando ambos terminan de almorzar y tomar el vino, se dirigen afuera del recinto. Ross no sabe muy bien que es lo que pasará, aún quedaba 1 hora para volver a su trabajo y Clean, bueno, Clean al ser el dueño podía volver cuando quisiera.


La lleva a una plaza cerca de ambos trabajos. Él se sienta en un banco dónde arriba se veían las ramas de un gran árbol brindándole sombra, ella se sienta en el mismo banco pero alejada de él. Él mira a las personas pasar mientras Ross solo lo miraba esperando que le dijera algo.


- ¿A qué hora sales del trabajo?


- A las 19:30 Pm


- Bien, a las 20:00 te quiero en mi departamento - Ross lo mira sorprendida con grandes ojos, ¿Quería llevarla a su departamento? ¿Acaso se acordaba del contrato? ¿Qué no podía tocarla? O ¿Restaría días obligándola a hacer algo que no quería? Clean se percata de su mirada y de lo que pensaba, abriendo los ojos igual de grandes que ella.


- Es para hacer el aseo, pervertida. - Al decir esta última palabra le lanza una tarjeta con una nota.


- ¿Y esto?


- Es para abrir mi departamento y, por supuesto, mi dirección - Ross ve la dirección y lo mira asombrada.


- Este es uno de los lugares más caros en la ciudad, tienen empleados que con solo pedir te harán la limpieza. - Responde mirándolo disgustada.


- Lo sé, pero, no sería tan entretenido como verte limpiar a ti. Aparte la chica de la limpieza apenas se concentra desde que se enamoró de mí, ya no hacía un buen trabajo, por lo que dejé de pedir a las chicas del edificio. - Clean pone cara de galante y Ross rueda sus ojos.


- ¿Acaso crees que todas se enamoran de ti?


- ¿Y no es así Ross? - Se acerca bastante a ella quedando a menos de 10 cm de su rostro.


SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora