7

34 0 1
                                    

- No parecía mentira cuando me acerqué así en el hospital. - Sonríe seductoramente a Ross.

Ella solo cruzó sus brazos en forma de X sobre su cara para no mirar a Clean, esperando que él se alejara.

- ¡Deja de hacer eso, Clean! - Ross se ruborizó, pero pudo disimularlo tapándose el rostro.

Clean se aleja y le queda mirando extrañado al ver lo infantil que parecía.

- ¡Por favor! ¿Qué edad tienes? Calculando tu edad debes de tener unos 33 años. Quizás más.

- Así es. - Dice Ross algo sorprendida bajando sus brazos.

- Es increíble, tenemos la misma edad y tú te ves mucho mayor - Dice en tono de burla.

- ¡Hey! - Ross se limita a guardar silencio y toma su bolso para irse, aún le quedaban 35 minutos para ella antes de entrar a trabajar nuevamente.

- ¿A dónde vas? No te he dicho que te vayas. -Dice en tono desafiante.

- Debo volver a mi trabajo - Queda mirando con dudas a Clean.

- Creí que te daban 2 horas para comer.

- Así es, Clean. Dos horas.

- Aún quedan 35 minutos, es decir 30 minutos más para mí.

- ¿Es en serio?

- Quiero... Quiero... Quiero un helado - Apunta a un carrito que están vendiendo helados. Ross mira el carrito que apunta y mira a Clean, lanza una risita sarcástica.

- Creí que tu gran ego no te permitía baratijas, veo que es solo pantalla - Dicho esto Ross se dirige al carrito de los helados. Clean solo la observa asombrado por la respuesta. Ross le pide uno de chocolate para él y estira su brazo con el helado para que lo cogiera. Clean sigue mirándola sin articular ningún músculo de su cuerpo, solo la observa.

- No me gusta el chocolate - A Ross ya le estaba hartando su actitud.

Hizo que el helado se resbalara de su mano cayendo en el pantalón de Clean, haciéndolo pasar por un accidente.

- ¡Qué lástima! Ahora sí necesitas otro helado.

- Déjalo, no quiero nada - Se levanta del banco y se dirige en dirección a la cafetería.

- A las 20:00 Horas.- Concluyó Clean.

- Seguro.

Ambos se van a su trabajo por distintos caminos. Ross llega a su escritorio y se detiene a pensar en lo que acababa de pasar. No puede creer lo que estaba sucediendo; no podía creer que era una esclava de tiempos modernos. Solo quería que los 92 días terminaran lo más rápido posible, lamentablemente recién era el primero.

Comienza a trabajar, pero Charlotte no puede callarse con eso de »no sucede nada« de Ross. Decide acercarse a Ross quién escribía muy rápidamente en el computador. Sus dedos apenas lograban percibirse. Charlotte le toca el hombro haciendo que diera un saltito de susto e impresión.

- Cálmate Ross, debemos entregar el informe en 4 días más, no mañana.

- Lo sé, Charlotte. Es mi forma de relajarme.

- Si quieres relajarte, luego del trabajo vamos a unos spa. Hoy son 2x1, yo invito.- Charlotte le guiña el ojo derecho.

- Yo también iré -Mike se acerca a las chicas con su típico café.

- Mike, tarde de chicas. Aparte no dejaré nos veas mientras nos hacen masajes con tan solo una toalla puesta.

- Te apuesto, Charlotte, que ese es tu sueño frustrado. -Charlotte se ruboriza y toca sus mejillas para que no se notara.

- Por cierto, a ustedes serían las que menos observaría. Siempre hay masajistas muy bellas.

- Mike -Charlotte se comienza a alterar.- Eres...

- ¡Chicos, basta! Charlotte a eso es a lo que voy, no puedo. ya comencé hoy con mi trabajo "voluntario" - Haciendo gesto de comillas con los dedos.

- ¿Qué trabajo es ese? Si es voluntario y no te gusta, solo renuncia.

- No puedo, me pagaron por adelantado.

- ¿No es voluntario? - Pregunta Mike.

- No es »tan« voluntario.

- Pues, devuelve el dinero.

- No me han pagado con dinero, Charlotte.

- ¿Entonces?- Pregunta Charlotte sin entender nada.

- Fue... mi vida

- ¿Acaso hiciste un trato con él diablo? - Vuelve a preguntar Mike.

- Peor, chicos.

- Yo creo que cometiste un crimen y por eso debes hacer ese trabajo.

- Mike ya, déjala.

- Sigan con su charla de chicas.- Mike hace gestos de burla y se retira.

Ross le cuenta cada detalle a Charlotte. Ella, al principio, no lo puede creer. Ambas tenían la impresión que Clean era un tipo agradable, pero luego de volver a Ross su esclava personal, claramente ambas cambiaron de parecer. Con un poco de verguenza. Ross le pide que no mencione nada durante el resto del día.

Ya daban las 19:25. Comienzan a arreglarse. Llama a Sophie para avisarle que llegará más tarde de lo planeado. Sale del trabajo y para llegar a tiempo decide tomar un taxi. No mucho tiempo después, arriba a su lujoso departamento. Aprieta el botón »6« del ascensor mientras piensa en como tocar a la puerta. Al llegar, recuerda la tarjeta de acceso y la usa para entrar. El lujoso y enorme departamento con muebles y una gran ventana, impresionan tanto a Ross que no puede seguir avanzando. Todo parecía decorado por diseñadores; todo combinaba a la perfección.

Entra un poco más cerrando la puerta a su espalda, todo parecía muy limpio a excepción del típico polvo que se forma a diario. Va a la cocina y ve una pila de ollas y trastes sucios, como si la noche anterior hubieran cocinado todo un banquete ahí.

Ross ya sabía por dónde comenzar, arremanga sus camisa y comienza a lavar toda esa montaña de vajillas. Tardó una hora y media en lavar todo esos trastes y ollas, quitarle el olor a quemado y limpiar la grasa de la cocina.

Ya eran las 21:30 y se sentía muy cansada. No había recorrido nada de la casa, así que decide tomar un trapo para sacudir el polvo de todos lados. Entretanto limpiaba la mesita de centro, la puerta se abre. Se da cuenta que era Clean, él solo la mira y se dirige a su habitación. Ella ya había estado allí para sacudir el polvo. No hubo necesidad de estirar la cama, ya que al parecer, era costumbre de Clean dejar estirada su cama en las mañanas.

Ross termina de sacar todo el polvo y procede a retirarse, sin decirle nada Clean.

Son las 23:00 cuando Ross por fin llega a su departamento. Se asoma al cuarto de Sophie y se percata que ya estaba dormida. Entra un momento y le da pequeños besitos en la frente.

- Lo siento, linda. Dentro de 92 días terminará todo esto y estaremos tan juntas como siempre. Te quiero, hija.- Dice casi en susurros para no despertar a Sophie.

Se dirige a su cuarto para poder estirarse en la cama. Estaba tan cansada; trabajar y ser una esclava no era nada fácil. Se cambia de ropa, no sin antes darse un relajante baño de espuma para poder por fin irse a la cama a dormir

Pasaron los días y, aunque ya se había acostumbrado, cada vez se hacia más difícil, no solo por la canitidad de tareas que tenía, sino más bien por el difícil carácter de su »amo«.

Llega a las dos semanas de esclavitud y todo era normal, con la diferencia que ese día llovía demasiado. Al terminar su trabajo, se dirige a la casa de Clean a limpiar el polvo del día. Ese día, Clean ya estaba en el departamento, cosa que no era normal y que ella no había visto durante las dos semanas que estaba haciendo de su esclava.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora