Tres hombres y una mujer los observaban.

El que había dado la voz de alarma era un hombre de apariencia joven, y una cara jovial, afeada por unas gruesas gafas de pasta negra y una frente demasiado amplia que quedaba disimulada por su abundante cabello pelirrojo. Tras él, una mujer de rasgos orientales, ojos duros, nariz puntiaguda y negra melena recogida en una cola que estiraba aún más sus ya marcadas facciones, un hombre rollizo de ojos pequeños, nariz redonda, cuello corto y cejas gruesas, y completando el grupo, un hombre alto y de cuello grueso, con cara seca y mirada inexpresiva, cabeza rapada, cejas finas y una elegante perilla.

Vestían monos de trabajo de color gris, con ribetes naranja en las mangas y perneras de los pantalones, así como un gran logo tanto en el pecho como en la manga derecha que los identificaba como miembros de Jeoju Industries.

Antes que ninguno de los presentes pudiera reaccionar, el Doctor sacó la cartera con el papel psíquico y avanzó con paso decidido hacia ellos.

– Esto es una inspección de rutina; prosigan, por favor, como si nosotros no estuviésemos aquí – dijo, para entregar la cartera a la mujer, que se había adelantado y parecía ser la líder de aquel grupo.

– ¿Ministerio de Industria? – dijo la mujer, devolviendo la cartera al Doctor – Todos nuestros papeles están en regla, verifíquelo si quiere. ¿Usted es...?

– Soy el Doctor, y ella es Yenna, mi acompañante.

– ¿El Doctor? ¿Qué clase de doctor?

– Simplemente el Doctor.

– Bien... Yo soy la doctora Crowley, arqueóloga, y éstos son mis ayudantes – dijo señalando a los demás miembros del equipo –; el doctor LaVey, también arqueólogo, Randolph Carter, geólogo, y Herbert West, astrónomo.

– Una formación bien variopinta... Por cierto, ¿dónde estamos?

– ¿No lo sabe? – dijo West, el pelirrojo de las gafas de pasta – Entonces, ¿cómo ha llegado aquí?

– Digamos que no tenemos por qué saberlo todo...

– Como quiera. Acérquense... – dijo, mientras tecleaba en su consola – Nos encontramos en el sistema Uróboros; en Uróboros Prima, para ser más exactos.

– Nunca había escuchado ese nombre – dijo Yenna.

– Es una de esas rarezas que uno se encuentra en el universo cada ciertos siglos – continuó West, en tono de estar dando una clase magistral –. Es un sistema de doble sol, con un planeta orbitando alrededor de cada uno de ellos.

– Uróboros Prima y... ¿Uróboros Secundo? – dijo el Doctor.

– Es usted un chico listo – contestó West, alzando un pulgar en señal de afirmación –. Hasta aquí todo correcto, pero miren lo que hace este sistema tan especial...

Ante los ojos del Doctor y Yenna se mostró una imagen del sistema; tal y como Herbert West les había dicho, se trataba de dos soles gemelos, con un planeta orbitando alrededor de cada uno de ellos. Visto desde una óptica superior, la órbita de cada planeta era un reflejo exacto de la de su gemelo, convergiendo en un punto intermedio entre los dos soles.

– Sorprendente, ¿verdad? – continuó West, disfrutando de la expresión de sorpresa que mostraba el Doctor –. Estos planetas tardan once años en dar una vuelta completa al sol; ahora viene lo verdaderamente interesante...

Poco a poco, los dos planetas se fueron acercando al punto de colisión; cuando ésta, aparentemente, estaba a poco de producirse, la órbita de los planetas sufría una variación. Lentamente, comenzaban a repelerse entre ellos y a separarse de su sol, acercándose cada vez más al otro, para finalmente, proseguir su órbita alrededor de la estrella gemela a aquella que habían estado circunvalando hasta entonces.

La Estratagema Del Silifante (Doctor Who)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora