Un año y medio antes.
Taichnitlán.
Reinos Lobo.
Un joven lobezno portaba una bolsa llena de pergaminos, mientras agitaba uno de los mismos en una garra gritando algo en su idioma natal. Una extraña criatura cuadrúpeda se aproximó; sus patas acababan en una única garra sin afilar, de pelaje marrón claro y algo más oscuro en su morro sin colmillos. Sobre la cabeza y el cuello de esta caía una melena de dos colores, violeta y gris, los mismos que adornaban su cola. Sobre el lomo portaba unas extrañas alforjas tan largas que cubrían por completo los flancos de su portador, y sobre su cabeza había un extraño sombrero blanco, típico de explorador, bajo el cual sobresalía una pieza de tela blanca que cubría la espalda del extraño ser, protegiéndolo del calor del sol.
El lobezno jamás había visto criatura semejante. Pero lo más sorprendente fue cuando habló en un perfecto idioma lobo, aunque con un acento muy marcado.
—Dame un pergamino, chico.
El joven lobo aceptó el escudo de oro a cambio de éste, y se lo entregó. Al acercarse se percató de que un collar colgaba del cuello de su cliente, acabando en lo que parecía una brújula rota.
—¿Usted es un poni, señor? ¡No se ven muchos ponis en los Reinos Lobo!
—Soy una hembra, muchacho —respondió mientras abría el pergamino—. Y sí, soy un poni, me llamo Aitana Pones. ¿Es cierto lo que estabas gritando?
—¡Sí, señora poni! El milenario Imperio de Cristal ha vuelto a aparecer. Aunque si le soy sincero, no tengo ni idea de qué es eso.
El lobezno se despidió y siguió su camino, anunciando el titular del pergamino -el equivalente a los periódicos de Equestria-: "El Imperio de Cristal reaparece tras un milenio desaparecido". Aitana abrió el suyo y, tras leer la noticia, exclamó en equestriano:
—¡Maldita sea! ¡Un maldito milenio desaparecido, y reaparece cuando estoy en el culo del mundo! ¡Puta suerte la mía!
Maldiciendo, lanzó el pergamino a un montón de basura y siguió su camino. La ciudad de Taichnitlán era la capital comercial de los Reinos Lobo. Crecía como una flor junto al mar, en pleno desierto; sus edificios estaban construidos principalmente con ladrillos y barro, dando a todo el conjunto un monótono color marrón anaranjado. Sin embargo, palmeras y fuentes adornaban las calles y casas de los más ricos, haciendo a la ciudad merecedora de su sobrenombre: "La joya del desierto".
Cientos de comerciantes pasaban a diario por el puerto, que estaba continuamente lleno de actividad. La población en general era de clase baja y trabajadora, acumulando las riquezas unos pocos maharajás. Sin embargo, los habitantes de esta ciudad en concreto no tenían grandes problemas: la comida no faltaba y, a pesar de estar rodeados por desierto, el agua abundaba en forma de fuentes y manantiales artificiales, que se alimentaban mediante un desvío del río que pasaba a varios kilómetros de la ciudad. Una vez más, signos de poder y riqueza de los auténticos propietarios de la ciudad.
Para una yegua sola, viajar por los Reinos Lobo era arriesgado. En una ciudad, si uno pasaba desapercibido, podía contar con la relativa seguridad de que sólo sería atacado por ladrones que se conformarían con su oro. Sin embargo, en las zonas menos pobladas, era cuestión de tiempo que alguien intentara asesinarla, especialmente tratándose de un poni. No hay que olvidar que los lobos son, mayoritariamente, carnívoros. Aunque podían alimentarse de comida vegetal, culturalmente, se seguía considerando una extravagancia.
Aitana se desvió ligeramente de su ruta para adentrarse en el gran mercado de la ciudad. Situado en una plaza cercana al puerto, era el lugar en el que los mercaderes de todo el mundo ofrecían sus mercancías más selectas a los habitantes de la ciudad. A ambos lados de las callejuelas formadas por cientos de puestos de comercio se ofrecían todo tipo de productos: comida venida de todas partes del mundo, artesanías, armas, pociones y demás. De igual forma, se podían encontrar vendedores de todas las razas y procedencias: Lobos, ciervos, cebras, bisontes, yaks... Taichnitlán había sido, y seguía siendo, una de las principales capitales comerciales del mundo, y esa era una tendencia que no parecía ir a morir pronto.
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La guerra en las sombras
Hayran KurguEquestria es un principado conocido por la paz: las princesas gobiernan, asegurando la felicidad y prosperidad de su nación, y las guardianas de la Armonía velan por acudir a la llamada cuando sea necesario. Mas pocos conocen la auténtica verdad que...