XII

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Desperté... Sora esta entre mis brazos, La veo feliz, se ve cómoda. Ella suspira entre sus sueños y agarra mis manos con un poco de fuerza, lentamente las enrolla a su cadera. Creo que tiene el sueño pesado, yo me siento de algún modo inconforme. De repente ella se voltea hacia mi y acerca sus labios a mi oído, entre sus sueños alcanza a decirme "te amo"...
Mi piel se erizó, no sabía que hacer... deslizé mi mano en su cabello, ella se despertó y me vio con una sonrisa.

- Buenos días, Amor... - dijo

No la quería hacer sentir mal, pero... cada segundo que pasa mis acciones me indican que me van a traicionar.

- Sora, no puedo. - contesté a sus dulces palabras.

La solté, ella me miraba con tristeza, destrozada por lo que le dije... me agarró la cara, yo sentía un nudo en la garganta que me impedía justificar mis palabras antes dichas. Sora me suelta y se levanta viendo el otro lado del cuarto, me le acerque... vi por el espejo que estaba en frente de nosotros como ella mordía sus labios.
Tristemente, vi como soltaba lágrimas sus ojos... yo estaba devastado.

- Nos hemos estado engañando los dos, Nico... tu sabes que no soy para ti, y tu no eres para mí. - me dijo.

Me quedé callado, sabía que este momento llegaría pero nunca estuve preparado para afrontarlo. Un silencio desesperante inunda el cuarto.

- Sabes, una vez, cuando éramos... ya sabes. Pensé que seríamos tu y yo contra el mundo para, siempre... incluso si termináramos. Pero, no puedo seguir creyendo eso, no creo que podamos ser amigos después de tanto...

...Su llanto la venció. Tomé un pañuelo del buró que estaba a lado de la cama, limpié sus lágrimas...

- Por más tiempo que estemos juntos... yo me haré más daño, por que sé que no nos amaremos el uno al otro...

Suspiró, esas palabras significaron mucho para ella. A mi me dolió con tan solo oír que ella lo estaba diciendo entre llantos... es más, me duele aún. "Tiene razón" me puse a pensar, aunque una parte de mi me decía "La quieres, dile que la quieres".
La tristeza me invadió, aunque no recuerdo mucho de ella, siento que ella es importante para mí y que no la quiero dejar... pero, si dice eso es porque algo pasó. Empecé a llorar... la abracé, intentando consolarla... ella me abrazó, se acurrucó en mi pecho y empezó a llorar.

- Oye, escuchame... -dije- creo... creo que tienes razón. Imagino que tú tienes una vida realizándose y creo que yo también. No quisiera verte sufrir, así que ... si estás de acuerdo... los dos nos alejamos uno del otro... y no nos volvemos a ver... nunca más.

En medio del llanto, vi que ella se quedó pensándolo, se nota que es algo muy importante para ella.

Después de pensarlo un buen rato, por fin ella se vio algo más tranquila y con una voz entrecortada me contestó:

- ¿Nunca más?...
- Nunca más.
- Creo que es lo mejor para nosotros. Me parece que es lo correcto.

Se levantó, buscó su ropa en el closet y se vistió. No sin antes irse al baño.
Yo me vestí y me fui a las sala. Al entrar me percaté de algo interesante, una carta. "¿Que será?, fue lo que me pregunté, la levanté del suelo y la puse en la alcoba. Una vez hecho eso, me senté en el sillón. Sora salió del baño vestida elegante. Usaba una gabardina negro y un sombrero estilo fedora del mismo color, también traía una blusa color rojo escarlata y unos jeams desgastados, unos lentes grandes y con sus labios pintados de rosa. Sin dudas, se veía increíble.

- vamos- dijo.
- ¿a donde?.
- a la iglesia.
- ¿soy religioso?
- No... bueno, la verdad no se. Pero tienes algo que atender.
- ¿De que se trata?.
- Sólo, vamos... se hace tarde.

Triangulo amorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora