XIV

35 1 2
                                    

El avión aterrizó en el John F. Kennedy International Airport, un enorme lugar cerca del mar. Por en fuerte viento y un poco de neblina, el avión sufrió un poco de turbulencia. Sora, tuvo un poco de miedo, tomó mi mano con fuerza... No obstante, ya habíamos tocado tierra, ya no tenía de que temer.
El gran pájaro abrió sus puertas, y la gente comenzó a salir. Sora y yo esperamos a que salieran todos para después retirarnos.

- Nico, creo que después de que salgamos de aquí, no nos veremos otra vez.- dijo con tristeza.
- No, no es así... necesito que me ayudes. Falta un mes para la boda, así que tenemos poco tiempo para planear algo.
- ¡Pero eso no estaba en el plan!.
- Pues ahora lo está.
- Al menos dejame conseguir un hotel donde dormir estos días.
- No te preocupes, tengo un amigo... el nos puede ayudar.
- ¿Amigo?... se supone que perdiste la memoria.
- No del todo, mientras veía las fotos me acordé de muchas cosas. Creeme, se lo que hago.
- mmm, esta bien.

Entramos al aeropuerto. Un enorme complejo del cual fácilmente cualquiera se podría perder. Esperamos a que nos entreguen nuestro equipaje y nos sentamos en una banca. Tomé mi celular, y busque el número de Matias, el sabría que hacer.

Matias: Diga.
Nico: Mat, ¿te acuerdas de mí?
Matias: ¡Nico!, ¿como crees que me voy a olvidar de mí mejor amigo?, me enteré de tu accidente. Cuentame, ¿como sigues?.
Nico: Bien, gracias. Perdí un poco de memoria, pero ya me estoy recuperando. Oye necesito tu ayuda.
Matias: por supuesto, dime que necesitas.
Nico: necesito un departamento, para dos personas. Acabo de llegar de Londres.
Matias: No te preocupes, mi hermano tiene un complejo de departamentos a las afueras de la ciudad. Dime, ¿donde estas?, Yo te voy a buscar.
Nico: estoy en el aeropuerto aún, avisame cuando estés acá para ir a la entrada.
Matias: Si claro, ahora voy.

Colgué la llamada, Mat ya a de estar en camino. Sora estaba tranquila sentada a lado mio, sin decir ninguna palabra, ni el más mínimo ruido. Tenía la vista fija a la pantalla que marcaba la hora. Intenté recordar más durante el momento de silencio, sin embargo no podio... no me llegaba a la mente nada. Creo que ya había recuperado la memoria al 100%. Aún así, no quiero sacar conclusiones.

- Alguna vez, ¿te conté de mis padres?.- dijo Sora.
- No, sólo me contaste que tu padre falleció cuando tú eras una niña.
- Si... es lo único que te conté.
- ... ¿quisieras contarme?.- pregunté, intentando desahogar su tristeza.
- No creo que te interese.
- No, claro que si. - le dije intentando animarla.
- Bueno, te contaré. Yo tenía apenas como unos... ¿que será?... creo que 5 años. Mi padre se llamaba Ivan Raikkonen, era un agente. Durante el poco tiempo que pasaba con el, disfrutaba jugar y reír. Mi madre, Samanta, simplemente no se acercaba... ella quería ver cómo éramos felices. Pero, un día... en la mañana me levanté para saludar a mis padres. Mi sorpresa, fue que cuando bajé de mi cuarto, vi que mi madre estaba en la sala, sentada en el sofá... llorando. Dos oficiales estaban sentados en el otro sofá... Yo estaba asustada, no sabía que era lo que pasaba. Estaba temblando, cuando uno de los oficiales levantó la mirada y me vio. Intenté correr hacia mi cuarto, pero no podía, el miedo me había paralizado. Mi madre volteó a verme. 'Sora, pequeña, mi bebe' me dijo con voz dolída mi madre. Yo no sabía que hacer, bajé las escaleras mientras todos me observaban.
- Te, te estaban ocultando algo- dije.
- Si, -dijo deprimida- no querían decirme que mi padre murió la noche pasada por un asalto a mano armada... cuando me lo dijeron, no quice creerlo. Me encerré en mi cuarto, me escondí debajo de las sábanas de mi cama... lloré. Me dije a mi misma que no iba a salir de ahí hasta que llegara mi padre. -suspiro- Fui una estúpida creyendo eso, fue un golpe muy bajo para mí. Todo lo que quería y amaba, sentí que desapareció...
- Como lo siento, Sora... no pensé que hubiese sido tan cruel.
- No te preocupes, ya lo superé... cuando mi madre abrió la puerta, se sentó a lado de la cama y me tendió su mano sobre mi. 'ya, hijita... yo estoy destrozada igualmente que tu', oí que me dijo. 'El fue único, especial... fue una buena persona... - inhaló aire -... mientras tú sigas pensando en él, él estará con nosotros'. Esas palabras, me calmaron el llanto.

No creí que la infancia de Sora estuviese marcada por tan horrible noticia, ella en verdad me ah enseñado mucho acerca de la vida. Se pausó por un momento, espero que la emoción se pasara. Imagino que no quería llorar en una zona donde hay mucha gente. Una vez tranquila, siguió con su historia.

- El día del funeral, estaba tranquila. Veía como lloraban todos mis tíos, tías, primos, abuelo y abuela, y yo...no lloré. Pensaba: "mi papá está aquí, yo lo sé. El siempre estará conmigo". Ahora que lo veo así, no eh llorando por nadie, excepto por ti... todos ese odio, tristeza, nostalgia, por esas ocasiones en las que pude haber llorando y no lo hice, tu me ayudaste a desahogar mis penas.
- Sora, tu historia. Me motiva, me inspira, ¿quien diría que alguien como tú esta forjada por un pasado amargo?... eres fuerte, lo reconozco.
- Gracias.- dijo.
- Cuentame más.
- Bueno, esta bien. Mi madre, Samanta de Raikkonen, fue una mujer humilde, una ama de casa muy responsable y estricta. Durante toda su vida estuvo firme a su propia regla: Honestidad y Disciplina. Ella me educó y me enseñó mucho, pero ninguna de las dos supimos como reaccionar a tal perdida como lo fue mi padre. Todas las noches, ella iba a la cocina y se sentaba en la mesa. Se ponía a pensar y después de un tiempo lloraba. Yo, como era niña, no entendía porque lo hacía. Pasaron años para que lo pudiéramos superar. Nunca se volvió a casar, fue fiel a mi padre... incluso después de la muerte.

Le sonreí... no pensaba que era tan especial para ella, nos ayudamos el uno al otro. Me alegra saber que hice feliz a alguien. Espero que también a Kelly la pueda hacer feliz, si es que la recuperó.
Sora me vio, ya no tenía pena o mostraba algún sentimiento por mi, eso me indicaba que ya no hay nada entre nosotros... eso me alegra más.

Nos quedamos platicando un tiempo hasta que llegó Matias. Después de presentarle a Sora y explicarle un poco el asunto, nos llevó a su auto y nos fuimos con su hermano.
El clima empezó a calmarse, salió el sol... y yo todavía con Kelly en la mente.

Triangulo amorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora