XVIII

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A la mañana siguiente me levante, muy temprano... demasiado. No había salido el sol, Sora estaba dormida en su cuarto, la ciudad, bueno, nunca duerme. Fui a la cocina para prepararme un café, aproveché el silencio para relajarme. Tomé un baño, luego me senté en el sofá y me relaje viendo la vista que me regalaba la ventana... un bello amanecer saliendo entre los edificios. Con el tiempo fue saliendo el sol, y también Sora.

Salió de su cuarto, aun con un poco de sueño (y sus ojos entre cerrados) me dijo 'buenos días', a lo que yo le respondí lo mismo. Se fue al baño, yo seguía sentado en el sofá pensando.

Cuando ella salió se fue a la cocina, imagino que tendrá hambre.

- Nico... ¿llevas tiempo despierto?- me pregunta.

- Si, ¿por?

- Veo que tienes hecho un desastre la cocina.

- Perdón, solo quería un café.

- No te preocupes

La mañana se iluminaba cada vez más con la luz del sol entrando por los cristales. Yo podía apreciarlo bien desde el sofá, sentado. Sora se sentó a lado mío, traía con ella una taza de café caliente, tomó de la taza y suspiró. Estuvimos viendo como amanecía por un tiempo.

- Ya veo por qué te levantaste temprano. - exclamó Sora.

- Solo, me levanté. No tenía en mente esto.

- ¿Tienes algún plan para hoy?

- No, por el momento no.

- Bueno, está bien.

- Sora... ¿te puedo preguntar algo?

- Claro, dime.

- Mathew... ¿te gusta?

- . . .

- se sincera, quiero que me lo digas.

- Es... es complicado, la verdad no lo creo.

- ¿No lo crees?

- Veras, Mathew es algo arrogante, su ego deja ciego ante las circunstancias...

- Pues cambiaste mucho, querida.

- ¿Como?

- Cuando me conociste era idéntico... ¿no crees?

- No, tú tienes algo que Math no: Moral... El piensa que todo es para él, que todos deberían trabajar para el... tu sabes.

- Entiendo.

Sora se quedó callada, pero su sonrisa indicaba que no estaba triste. ¿Que pasara por su mente?... no quiero molestarla. Así que no diré nada, ni una palabra.

Después de unas cuantas hora, el sol ya estaba más que resplandeciente en la cima. No tengo nada que hacer, pero mi mente no deja de pensar en Kelly, es mi tormento de todos los días. Pero en fin, tengo que soportarlo. De hecho, hablando de ella, tengo que buscarla, tengo que convencerla de que no se case... no quiero perderla.

Me imagino que estará trabajando, en donde una vez la conocí... jeje... ¿volver a mi antiguo trabajo?, suena algo cómico. Pero, si mi corazonada no me falla, ahí tengo que ir. La señorita Usher se sorprenderá hoy, solo espero que no lo arruine.

No lo dude, mi vestí y me dirigí a la puerta.

- ¿A dónde va, Nico? - exclamó Sora.

- Ahora vuelvo, iré a las oficinas de la VG.

- Este bien.

Tomé las llaves del auto, bajé al parque (donde acostumbro dejarlo) y partí a la ciudad. Al cabo de media hora, ya estaba en frente del trafico neoyorquino. La ciudad nunca descansa, eso lo aprendí en el poco tiempo que estuve viviendo aquí. Si bien, la contaminación se hace notar, el trafico obviamente es un causante... no se que pensar mientras estoy atrapado en esta fila interminable de vehículos. Kelly seguramente me diría "Nico, hubiéramos ido caminando" o algo por el estilo, siempre oí ese dicho de "nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde"... pues bien, lo admito. Tenía razón.

Triangulo amorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora