Capítulo 3 (+18)

812 42 6
                                    

Aviso ya de que va a ser un capítulo intenso con alguna imagen subida de tono, ya puse en la configuración de la historia que va dirigida a los adultos así que no me hago responsable de la persona que lo lea. Espero que os guste!!!

Kate y Lanie entran a la tienda donde sus vestidos para la boda les esperan con impaciencia, la ventaja es que no tienen que marearse la cabeza para buscar qué ponerse.

- Beckett, ¿estás bien? Te veo distraída, ¿es por la boda?- la abogada no responde porque ni ella misma sabe lo que le ocurre, el tema de la boda ya ni le molesta y eso es raro, muy raro.

- Es que creo que es algo precipitado, ¿qué opinas? Sé que llevan tiempo saliendo juntos pero, ¿dos meses? Es una locura.- sólo espera que Lanie se trague esa mentira tan bien preparada, hasta ella misma se ha convencido de que es eso lo que le lleva a otro mundo.

- Ya sabes cómo es Jenny, desde bien pequeña ya tenía claro lo que quería para su futuro, y mira tú por donde, lo ha conseguido. Tenemos que alegrarnos por ella, es lo único que nos pide, bueno eso y ponernos este... ¡Vestido!- la forense ahoga un grito al ver la preciosidad que la novia ha escogido para ellas.

- Tía, estás loca, ¿gritar por un vestido?- Kate coge el suyo y se mete al probador sin muchas ganas aunque la verdad es que le gusta, un color morado, su favorito, de palabra de honor.

- Tía, estás loca, ¿gritar por un vestido?- Kate coge el suyo y se mete al probador sin muchas ganas aunque la verdad es que le gusta, un color morado, su favorito, de palabra de honor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Un par de horas más tarde...

Las amigas deciden comer en un restaurante antes de regresar a sus casas cargadas de bolsas con ropa, complementos y zapatos para el gran día.

- ¿Seguro que es por la boda?- Kate mira a su amiga en ese momento, volviendo a la realidad, al restaurante.- jamás te había visto tan concentrada, ¿vas a contarme la verdad?

- Mejor no porque ni yo sé qué me pasa, pero tranquila que no es nada malo. Bueno, vamos a pedir.- comenta Beckett para cambiar de tema pero sabe que tarde o temprano tendrá que buscar el motivo de sus viajes a las nubes.

La comida transcurre sin ningún problema, las damas de honor hablan de sus cosas tranquilamente, nerviosas porque queda menos para el gran día y Jenny no hace más que comentar por el grupo que tienen las tres lo nerviosa que se encuentra.

- ¿Qué harás esta noche?- pregunta Lanie tras darle un bocado a su solomillo con cebolla caramelizada.- No lo sé.- responde su amiga, realmente no tiene ganas de salir.- Javier me invitó a un bar, necesitas reserva para entrar, y pidió cuatro entradas.

- ¿Cuatro? Más te vale que no sea una cita a ciegas, sabes cómo detesto que me emparejes con pringados, sólo busco sexo y nada más.

- Ya lo sé y no, no es ninguna cita, es que Javier ya invitó al otro padrino, ¿cómo se llamaba?- Lanie se lleva el dedo a la boca para pensar pero nada, se le ha olvidado el nombre por completo.

- No me apetece mucho la verdad, quería descansar un poco, darme un baño y leer un buen libro antes de dormir.

- Bueno pues nada, le diré que te encuentras mal y ya, le venderá la entrada a alguien desesperado.

Al terminar de comer, cada una echa por un lado para volver a sus apartamentos; Kate no sabe por qué ha mentido, claro que le apetece salir, emborracharse y montárselo con alguno en el baño pero hay una imagen que no se va de su cabeza por mucho que lo intente y le jode muchísimo.

Esa misma noche...

La abogada se mete en la bañera hasta arriba de burbujas, nada como un momento relajante para terminar ese sábado tan agobiante. Cierra los ojos y se deja llevar por sus pensamientos, Richard aparece de nuevo, no ha podido borrar su rostro todavía.

Su voz sensual retumba por su cabeza, impidiéndole pensar en cualquier otra cosa u otra persona, sólo tiene ojos para él y su cuerpo perfectamente moldeado tras esa camisa ajustada. La mano de Beckett ha ido bajando hasta llegar a la zona del ombligo, ¿de verdad va a tocarse pensando en un hombre que sólo ha visto una vez? Es guapo, está bueno y parecía simpático, ¿por qué no? Un poco de placer antes de dormir nunca viene nada mal, llevaba tiempo sin hacerlo.

- ¿Te puedo acompañar?- una pregunta imaginaria con la voz de él que provoca más calor en el cuerpo de Beckett la cual dibuja unos círculos con el dedo en los pliegues de su sexo cada vez más húmedo.

- ¿Te puedo acompañar?- una pregunta imaginaria con la voz de él que provoca más calor en el cuerpo de Beckett la cual dibuja unos círculos con el dedo en los pliegues de su sexo cada vez más húmedo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Kate se deja llevar, no reprime los gemidos al sentir sus dos dedos dentro de ella, saliendo y entrando, primero con suavidad y poco a poco aumentando el ritmo; Beckett se sienta para estar más cómoda y continuar un poco. Una vía de escape bastante satisfactoria para un día de estrés.

- ¡Oh Dios!- exclama al terminar, ¿cómo es posible que un hombre le haya hecho eso? Indirectamente, claro. Si ha tenido ese orgasmo con los dedos... ¿Cómo será hacerlo con el causante de ese tocamiento?

Su móvil le interrumpe los pensamientos cada vez más subidos de tono, el nombre de Lanie aparece en la pantalla.- ¿qué quieres? Ya te he dicho que no voy a salir.

- Yo también me alegro de volver a oírte, Kate.- ¡No puede ser! Es él, ¿pero qué?- ¿Richard? ¿Por qué narices tienes el móvil de mi amiga?

- Porque, curiosamente, tu amiga, al igual que tú, sois las damas de honor de Jenny. Y yo soy, junto a Javier, padrino de Kevin.- ella no da crédito a lo que está escuchando, debe de ser una broma.- ¿qué te ocurre?

- ¿Por qué me preguntas eso?

- Lanie nos has dicho que estabas enferma, ¿necesitas algo? ¿Aspirinas, sopa?

- Estoy cansada, nada más, gracias por preguntar. Oye Richard, voy a ser franca contigo, no me acuesto con los padrinos del novio, así que vete quitándote cualquier idea de la cabeza porque nunca ocurrirá.

- Directa al grano, interesante, yo tampoco puedo acostarme con las damas de honor; demasiado tiempo juntos. Así que tranquila, podemos ser sólo amigos y nada más ahora dime, ¿te vas a venir o no?

- Lo siento pero ya llevo el pijama puesto.- miente, todavía sigue desnuda y con el calor instalado ahora que la voz es más real que nunca.- pues vuelve a cambiarte, venga, sólo una copa y te acompaño a casa.

- No gracias, puedo volver yo sola. Dadme unos minutos y estaré allí.- Beckett no tiene ni idea de por qué ha dicho que sí, pero tiene que olvidarse de lo que ha hecho en la bañera que tanto le ha gustado y probablemente vuelva a repetir.

Engañando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora