Cuando regresamos a Londres, luego de las 2 semanas más perfectas en las Bahamas, nos mudamos a una hermosa casa en Cheshire, ambos habíamos obtenido buenos trabajos, de vez en cuando peleábamos, claro que nuestras peleas no duraban más de 1 día, ya saben, no éramos la pareja de cuentos de hadas, pero él era mi príncipe y yo su princesa, y así éramos felices, así vivíamos nuestro propio cuento, buscando un final feliz, y en la búsqueda de este, nos estábamos divirtiendo... Unos meses más tarde ya sentía pataditas en mi barriga, él estuvo muy feliz al oír la noticia, si es niña se llamará Darcy, como Harry siempre quiso, y luego quien sabe, quizás tengamos a un Harry Jr.
Nunca se perdió el brillo en nuestros ojos al vernos cada día, nunca se perdió el amor, este seguía aún latente como ese primer día en que lo vi en el aeropuerto, sosteniéndome al caer, ahora sabía que él siempre estaría para sostenerme, que las promesas que me había hecho fueron todas cumplidas, y que él era en verdad el amor de mi vida.
Fin.