19.12.2016
Buscamos personas que nos hagan olvidar por míseros segundos lo malas personas que somos. No nosotros mismos, sino ese defecto que tiene el ser humano por mera naturaleza. Existen buenas personas, pero si dijeran que nunca sintieron envidia, que nunca mintieron ni aunque fuera con la mejor intención o con tal de no herir a alguien que quieren, mentirían. Y eso son tan sólo dos ejemplos.
Y es entonces cuando ocurre. Estallas. Destrozas todo lo que te rodea. Cada centímetro de vida que te envuelve termina convirtiéndose en muerte en vida, todo se pudre y se quiebra en mil pedazos. Te levantas y sacudes el polvo de tus hombros y te das cuenta que todo lo que has destruido es porque tenía que suceder, porque eres tan persona que es inevitable romperte incluso a ti mismo en algunos momentos.
Y ahí está esa persona que salva tus putos pensamientos, a quien ves esa bella flor entre tanta ruina. Por quien has causado ese desastre destrozándolo todo, incluida tú, sin darte cuenta que es así y que va a seguir siéndolo hasta que te propongas cambiarlo.
Entonces es cuando me pregunto (y de verdad espero que alguien me lo pueda responder, es algo que me quita el sueño):
¿Por qué tenemos esa horrible costumbre de aferrarnos a personas que no quieren quedarse?
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Untitled
SonstigesNo son cuentos. No son historias. Son pensamientos y sentimientos derivados de cada una de las experiencias y momentos de mi día a día.