17.01.2014
A veces todos necesitamos un momento de soledad. Soledad con nosotros mismos, para plantearnos quién somos, qué hacemos aquí, a quién importamos de verdad.
¿Quién soy?
Si algo he aprendido a lo largo de estos diecisiete años, es a vivir. Tengo muchas ganas de vivir, experimentar, hacer locuras. Pasarlo bien, joder, vivir al límite.
He aprendido que nadie es perfecto,y que quien diga lo contrario miente. Tu pareja, tus padres o hermanos, los amigos, aquella persona a la que más quieres, e incluso tú, nunca seréis perfectos. Y eso es lo mejor. Una persona perfecta (aunque todos sabemos que no existe, ya que el hecho de creerse perfecto es un defecto) debe ser bastante aburrida. Siempre tan correcta, sin cometer ningún tipo de error del que luego reírse junto a sus amigos, ninguna ida de olla esporádica, ninguna locura.
Yo soy sencilla, vulnerable, sentimental, imperfecta y aunque suene cursi, ñoña en muchos momentos.
Joder, me encanta la vida, me encanta ser como soy aunque en ocasiones ni me aguante, me encanta la gente con personalidad, que comparte su opinión de la más mínima cosa, me encanta la fotografía, la música, el amor y el desamor. Me gusta aprender. Me gusta vivir.
¿A quién importo de verdad?
Pues cada vez tengo más dudas. A veces tengo la sensación, que los que dicen estar ahí para siempre no lo van a estar. Yo tenía una gran amiga. Éramos como hermanas desde que me mudé a mi actual pueblo, y éramos inseparables. Nueve años después, las cosas empezaron a cambiar. Ella cambió tanto su forma de ser, que hoy en día ni la reconozco.
Es una de esas típicas chicas que tiene una lista para saber a cuantos tíos se ha tirado, ya que con los dedos de las manos y de los pies no le alcanza para contar.
Yo nunca he sido de ese rollo, ya que yo necesito sentir algo especial para mantener sexo con una persona. Es algo muy íntimo.
A día de hoy, no hablo con ella para casi nada, descontando que hace tres días hizo dieciocho años, y yo por educación, y por la amistad de años la felicité.
A veces creo que si dejase de ir con mi grupo de amigos, serían pocos los que se darían cuenta de que no estoy. Y por eso a veces me gustaría ser invisible. ¿O no? Saber quien de verdad dice ser mi amigo, ver quien se entristece con mi pérdida y quien se alegra con ella.
Pero como eso no es posible, lo tengo que adivinar por mi misma, y eso es por lo que estoy aquí.
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Untitled
RandomNo son cuentos. No son historias. Son pensamientos y sentimientos derivados de cada una de las experiencias y momentos de mi día a día.