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Hojas cubiertas de tinta. Cientos de lágrimas, un diluvio en mis ojos. Páginas y páginas, no dejé de dibujar, el problema era que no sabía exactamente lo que hacía, simplemente lo hacía.
Llamé a David con el número que me dio Lila, no pude evitar romper a llorar mientras le decía, era como intentar aguantar la respiración por mucho tiempo, tarde o temprano tendrías que volver a tomar una bocada de aire, llorar era mi forma de mantenerme viva en ese momento.
Lila le dijo a Sam, quien nos acompañó al funeral amablemente. Fue deprimente, no pienso entrar en detalles. Solo diré que nos sentamos hasta el fondo al principio, ni Lila ni yo podríamos soportar verla, no así.
Al llegar a casa, abrí la ventana, me senté en el bordillo y empecé a llorar.
Miré el cielo, estaba nublado, las nubes grises reinaban el firmamento pero ninguna gota se derramaba, no aún. Hacía frío, las gélidas ráfagas de viento me helaban los huesos haciendo que me abrazara al suéter gris que llevaba sobre los hombros, hasta ese momento me di cuenta que era la sudadera de Sam; Recorrí la madera del marco de la ventana con los dedos que, como siempre, estaban helados como un témpano.
Miré arriba, salí por la ventana y corrí por las escaleras de dos en dos hacia el techo, no debí correr pero en realidad no es que estuviera muy atenta en ese momento a lo que hacía. Mis manos estaban manchadas con la tinta de la pluma, el negro surcaba las yemas de mis dedos y una parte de la palma de la mano derecha, comenzaba a acostumbrarme a eso.
El viento removía las telas de la falda negra, agitaba mi cabello cubriéndome el rostro de tal manera que apenas lograba ver entre mechones castaños enredados. Mis ojos surcaron el horizonte y caí de rodillas.
Comencé a faltar más seguido a las clases, sentía que todo se venía abajo, casi podría decirlo literalmente. Mi mamá me ayudaba con lo que podía aunque yo sabía que ella sufría debajo de aquella sonrisa y yo no podía hacer mucho para ayudarla o consolarla o convencerla de que todo iría bien, simplemente no podía.
Casi un mes y ningún donador. Sí, todo se venía abajo, justo sobre mí.

Me quedaban seis semanas. Lila no lo admitía pero ella pasaba más tiempo conmigo que con su novio. Fuimos de paseo un par de veces, la acompañé a ir de compras e incluso insistió en regalarme un par de tenis nuevos (según ella mis viejas Converse estaban ya muy gastadas) y ella sabía que ni loca me pondría tacones, y cuando faltaba, ella siempre me pasaba los trabajos. Liam nos había preguntado sobre Blake uno de esos días, recuerdo que lo único que dije fue "Tuvo un accidente cuando iba por la carretera" y era la verdad, solo que él logró descifrar el resto por nuestras expresiones.
Era fin de semana, Lila había ido al cumpleaños de su primo por lo que esa noche no pudimos hablar por Skype, me puse los audífonos solo para que mi madre pudiera descansar en silencio mientras yo aún seguía despierta. ¿Excusa? No tengo sueño y punto.
Tarareé la letra de la canción dando vueltas por mi cuarto, a Blake le gustaba esa canción, no podía sacármela de la cabeza. Pero que dilema.
El teléfono vibró en mis manos, era un mensaje, de Sam.
Eso me sorprendió ya que solo hablábamos cuando yo necesitaba que me mantuviera al día con la clase de química. Además eran cerca de las once de la noche, debió darse cuenta de que seguía conectada.
Hola decía el mensaje.
Hola respondí tirándome en la cama mirando al techo.
¿Estabas dormida?
Nop en realidad no pensaba dormir mucho que digamos.
Oh, creí que te había despertado.
No te preocupes :) tardó en responder, me imaginé que estaba pensando en qué palabras utilizar o algo por el estilo.
Oye...
¿Sí?
Me preguntaba si te gustaría ir al cine conmigo...
Respiré hondo; por Dios, ¿Sam Miller me estaba invitando a salir?
Claro, ¿qué te parece mañana?
Demonios, se supone que la aventada soy yo.
Sí, me parece bien, ¿paso por ti?
Maldita sea... ¿qué dirá mi mamá? Peor, ¿qué dirá Lila? Solo es una película, ¿no?
Sip, yo invito las palomitas.
Ok :)
Ok... me sudan las manos, eso es raro. Es solo una salida de amigos, ¿cierto? Nada importante...
Esperen.
¿Por qué demonios le doy tantas vueltas al asunto?
¡Es solo Sam, por Dios! ¿Qué me pasa?
Y... ¿qué haces? Pregunté, solo para cambiar de tema.
Nada, aquí encerrado en mi casa :/ ¿y tú?
Escuchando música algo así...
¿Qué escuchas?
Una canción, de un álbum, de una banda, de un género musical.
Wow, ¿y esa canción tiene nombre?
Sip
¿Y es...?
Un nombre que empieza con una letra del alfabeto Lila odiaba que hiciera eso, pero yo disfrutaba cuando se desesperaba.
Jajaja
Momento, ¿se acababa de reír de una mala broma?
¿No deberías irte a dormir? Preguntó.
No tengo sueño, ¿y tú?
Pues debería pero en realidad no es que tenga muchas ganas.
De alguna manera se me hacía tierno que se quedara despierto hasta tarde solo para hablar conmigo.
DEBES dormir, Miller, tú mismo lo dijiste.
No puedo.
¿Por qué?
Volvió a tardar en responder y comencé a hacerme varias preguntas (curiosidad, solo por curiosidad),
Pues... porque me gusta hablar contigo.
Ok... eso no cuenta como excusa, ¿o sí?
Debes dormir insistí.
:(
Dame una mejor excusa para seguir despierto entonces jaja tardó en responder, cerca de cinco minutos para que únicamente una palabra apareciera en la pantalla.
...tú (!!!)
¿Yo? Me tapé la boca con una mano y me incorporé en la cama de un salto. Estoy perdiendo los papeles por aquí...
Tú eres mi excusa... Bueno, no puedo dejar pasar que eso es algo tierno, pero ¡¿WHAT?!
Bueno, esto... ¿gracias? no respondió, no me importó ya que me había quedado callada y con la boca abierta inevitablemente.
Oye, ya me descubrieron que sigo despierto, descansa yo le dije que debería irse a dormir...
¿Nos vemos mañana entonces?
Sí, adiós
Adiós cerré el chat, apagué el teléfono y me dejé caer sobre la cama con una pequeña sonrisa asomando en la comisura de mis labios.

Lila me cuestionó el lunes, un día después de ir al cine con Sam. ¿Te besó? Nop, ¿te tomó de la mano? Nop, ¿te rodeó los hombros? Nop, ¿hizo algo romántico? Solo fuimos al cine, Lila (le entraba por un oído y le salía por el otro al parecer). No hubo nada romántico, excepto cuando (no me di cuenta, aquella cosa salió de la nada y me asusté, no es mi culpa) lo tomé de la mano sin querer, aunque fue solo un segundo, es más, creo que ni el segundo.
Me volvió a llevar a mi apartamento después de la película y recordé cuando Henry me había invitado a ver una película también, con la única diferencia que a mitad de la película, él ya me tenía rodeada de los hombros. Agradecí silenciosamente a Sam por ser todo un caballero y no ser de esa manera, tan... aventado.
Por otro lado, en la escuela, los profesores tomaban mis justificantes sin mirarme a los ojos ni decirme "No vuelvas a faltar" como a los demás estudiantes, solo me firmaban el papel. Casi media escuela estaba enterada de mi asunto y que todos me miraran de forma lastimera hacía que aborreciera la escuela aún más.
Al día siguiente, Lila estaba molesta. Dejó caer su bandeja sobre la mesa, apartó su naranja y las semillas que ésta contenía, ahora eran solo tres semillas.
—Alguien se despertó con el pie izquierdo— advirtió Sam sentándose junto a mí.
—Siempre me levanto con el pie izquierdo— dijo Lila tirando malhumorada las cáscaras de la naranja que lograba quitar con sus propias manos y aquellas alargadas uñas.
—¿Por qué estás enojada?— pregunté.
—¿Se nota mucho?
—Bastante— dijo Sam asintiendo lentamente.
—Mi padre rompió mi tarea de mates "por accidente"— explicó formando las comillas con los dedos y luego partiendo la naranja a la mitad —Y el profe no me la cree.
—¿Y por qué tu papá rompería tu tarea?— preguntó Sam mirando a la pobre naranja siendo desgarrada por las manos sin piedad de Lila.
—Dijo que pensó que había dejado la hoja ahí para la basura, ¡la rompió frente a mis ojos! ¡y apenas y se disculpó!- estaba tan molesta que ella sola podría matar también a mi manzana, la pera de Sam y todas las frutas que tuviera a la mano. Por el bien de mi manzana, le di un mordisco antes de que Lila pudiera tomarla.
—¿Ni siquiera se disculpó?— pregunté aún con la manzana en las manos.
—Pues si pero casi no le dio importancia, solo dijo: "Marcus, Lila! Se les va a hacer tarde!" y faltaban como treinta minutos.
—¿Quién es Marcus?— preguntó Sam. Antes de que Lila pudiera responder, leí la mirada en sus ojos y supe lo que iba a decir: "Tu competencia, cariño" así que respondí por ella.
—Su hermano mayor— Lila me miró aunque luego siguió comiendo un poco más tranquila (que en paz descanse la bendita naranja).

En la salida, me fui caminando a mi casa a pie. Caminando tranquila por las calles hasta llegar a mi apartamento solo para ver que mi madre aún no llegaba de trabajar a pesar de que eran las 4:30 y ella SIEMPRE estaba puntual a las cuatro. «Ha de ser por el tráfico» pensé, tomé mi teléfono y le marqué solo para estar segura.
No contestó y me mandó al buzón. La marqué un a segunda vez hasta que después del vigésimo timbre contestó. «Gracias a Dios».
—¿Mamá?
—Estoy en Main Street, solo necesito ir a comprar unas cosas, en unos cinco minutos llego, hija— respondió desde la otra línea.
—Ok, aquí te espero— se escuchó un chirrido y después de unos segundos en los que solo se escuchó estática se cortó la llamada.
—¡¿Mamá?!— volví a marcar pero me marcaba que el número estaba desconectado o era inexistente. Lancé el teléfono, este cayó sobre el sofá y salí corriendo fuera del apartamento.
   Sabía perfectamente que no debía correr pero estaba totalmente segura de que había sucedido algo, conocía aquel chirrido y mi mamá NUNCA en la vida colgaba sin despedirse, y menos de mí.
Pasé por las avenidas tan rápido que ningún auto pudo quejarse de haber visto correr frenéticamente a una chica frente a ellos.Siempre había sido rápida pero ahora simplemente no podía darme el lujo de darme un segundo para poder respirar aunque tuviera el corazón palpitándome a mil por hora.
Llegué a Main Street donde una ambulancia y varias personas rodeaban la escena. Había un auto gris en medio de la multitud donde el conductor era interrogado por un oficial de policía. Busqué a mi madre entre la multitud con la respiración agitada y el corazón en la garganta.
La encontré, pero no entre la multitud, sino dentro de la ambulancia.
—¡Mamá!— corrí hacia ella apartando a la gente a empujones.
Rosas, eso era lo que había en su bolsa de la compra, eran las rosas blancas que ella siempre ponía en el florero que estaba en la ventana de mi cuarto. Un montón de rosas.
Los paramédicos vendaban sus heridas y hacían todo a la vez mientras ella seguía inconsciente. Vi aquel aparato que indicaba los latidos del corazón, el cual marcó de repente una línea horizontal. Ellos se pusieron a dar órdenes y a mí se me aceleró el corazón (más).
Se me llenaron los ojos de lágrimas e intenté acercarme pero no me lo permitieron, le dieron resurrección mientras sentía mi corazón a punto de explotar.
—No me dejes— rogué, se me nubló la vista y mi cabeza golpeó el suelo.

Time to let goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora