Kate
Cuando era pequeña, mi madre solía cantar mientras cocinaba, no recordaba la tonada y solo llegaron a mi mente retazos de la letra:
Bajo las sombras del roble triste,
los niños ríen sin saber dónde corren
persiguiendo fantasmas
y lágrimas caídas.
Subiendo por las ramas
del roble que nunca lloró.
Bajo las sombras del roble triste,
las almas se reúnen,
los corazones se olvidan
y las promesas se rompen.
Y donde el olvido deja marca,
te recordaré por siempre;
y adonde sea que vayas,
no te olvides de mí.Nunca le encontré sentido, siempre que yo llegaba a la cocina ella dejaba de cantar, sonreía o decía que yo siempre llegaba cubierta de lodo o algo. Nunca cantaba la canción si sabía que yo estaba escuchando.
Podía escucharla, venía de todas direcciones, la melodía me taladraba los oídos en la oscuridad hasta que pude entenderla.
Bajo las sombras del roble triste,
mentiras y verdades
ya todo da igual
cansada, todo llega a su fin.Los ojos del mundo
que el tiempo no logra definir,
que con mal de amores
la gente ha logrado vivir.Bajo las sombras del roble triste,
llantos y lamentos
ocultos bajo los niños que ríen
sin saber dónde corren.La letra resonaba en mis oídos. La mirada de Sam surcaba mi mente y un hormigueo recorría todo mi cuerpo.
Dolor.
Podía definir todo en esa palabra. Entreabrí los ojos y logré ver a Sam junto a mí, mi mano entre las suyas, mirando el anillo dorado que llevaba en el anular. Besó el dorso de mi mano, estaba en una camilla de hospital, no logré mantener los ojos abiertos, apenas podía respirar.
Podía escuchar lo que pasaba, las voces sonaban amortiguadas y lejanas, el dolor lo invadía todo.
—¡Oh por Dios!— reconocí la voz de Lila aunque yo la escuchaba como si estuviera murmurando.
—Lila— Sam no me soltó ni por un momento.
—El doctor...
—Dijo que necesita un donador ahora— dijo Sam entre sollozos —No hay nada, Lila, nada...
—Kate...— dijo Lila llorando.
—Está inconsciente— dijo Sam apretando mi mano.
—No la voy a perder a ella también...
Lila rompió en llanto y sentí la mano de Sam vacilar.
—Ahora vuelvo— la calidez en la palma de mi mano me abandonó reemplazada por el frío que me cubría totalmente, agonizaba y no había nada para evitarlo, era demasiado tarde.
—¿A dónde vas?— exigió Lila.
—No la voy a perder.
Volví a entreabrir los ojos y vi a Lila llorando en mi regazo con el circulito blanco en sus manos, el foco seguía apagado.
Mis párpados volvieron a cerrarse pesadamente, comenzaba a perder toda mi voluntad para seguir respirando, incluso con aquellos tubos en mi nariz, ya no podía más.
Escuché a Lila llorar murmurando desesperada.
—No me vas a abandonar, ¿me oíste? Sabes que nunca te lo perdonaría. ¡Por favor, Kate! ¡No me dejes!
Volví a entreabrir los ojos, ella ocultaba el rostro entre sus brazos, un resplandor llamó mi atención y débilmente volteé para lograr ver.
El circulito blanco brillaba con una luz roja parpadeante.Lila
Aquella cosa rara brilló en mis manos, no me molesté en limpiarme las lágrimas y corrí al pasillo buscando al doctor quien ya venía a la habitación con varios enfermeros detrás.
—...tenemos que proceder con la operación antes de que su corazón deje de latir— iba diciendo el doctor al resto de los enfermeros.
Se detuvo al ver el circulito parpadeando en mis manos.
—Lleven a la chica, rápido— comenzó a dar órdenes y vi cómo se llevaban a Kate en la camilla mientras ella batallaba para seguir respirando, sus latidos eran cada vez más lentos, la idea de verla agonizando... cerré los ojos.
—Ella... va a estar bien... ¿cierto?— pregunté con voz temblorosa. ¿Dónde demonios se había metido Sam?
—Eso es lo que esperamos, es más probable ahora que hay un donador.
Llevaron a Kate lejos de mi vista, después de cruzar esas puertas, no pude evitar romper a llorar.

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Time to let go
RomansaLa vida es una serie de eventos aleatorios. Supongo que la muerte es uno de ellos. Al igual que el resto de mis días contados. ¿Me han roto el corazón? Una pregunta bastante estúpida. Es como si me preguntaran si sé respirar. Dicen que el tiempo a...