—¡Kate!
Una gran forma de levantarse. A gritos. Estaba demasiado cómoda como para levantarme, me tapé la cara con las cobijas, sabía que mi madre tarde o temprano llegaría para abrir las ventanas y dejar que la bella luz de la mañana tocara mis mejillas y obligara mis ojos a abrirse. Jeje, eso no funciona conmigo.
—Anda— insistió abriendo las ventanas justo como me esperaba —O vas a llegar tarde...
—Ya sé, mamá- respondí desganada.
—Debes desayunar...
—Ya sé, mamá.
—Ir a la escuela...
—Ya sé, mamá.
—No tienes toda la mañana, levántate.
«Cinco minutos más...» pensé entreabriendo los ojos.
Me levanté más a fuerzas que de ganas, ahora que lo pienso, eso comenzaba a hacerse costumbre. Me vestí, en lo que cabe a una buena vestimenta (según los estándares de Lila) que eran jeans y una sudadera negra en la que tenía escrito: "it looks better in BLACK". Esa ropa, según Lila, significaba bastante sencillez y falta de algo extravagante como una falda o un vestido que ella perfectamente sabía que nunca usaría. Incluso aquellos viejos Converse negros eran algo que no entraba en la categoría de Lila, pero entraba en la mía y eso me bastaba.
Me cepillé el cabello, Blake decía que yo era la clásica chica rebelde... quizás un poquito.
Nada de maquillaje, nop, ni siquiera brillo labial. No me gustaba, no era algo de lo que pudiera presumir.
"Ordené" mi cuarto, solo acomodándolo de tal manera que pareciera un cuarto decente.
Fui a desayunar, para luego encaminarme en la maravillosa aventura de la rutinaria caminata escolar, ¡qué emoción! (Es la parte más aburrida del día, obviamente después de la clase de cívica, a esa nadie le gana).
La mochila se tambaleaba en mi espalda, crucé Main Street con el suficiente cuidado como para que no me atropellaran con todo aquel tráfico lo cual era casi un milagro.
Casi.
La mejor parte era... a quien engaño, no hay mejor parte en esto.
En fin, diez minutos de caminata, suficiente tiempo como para pensar en todo lo que me esperaba el día. Estaba nublado, habían pronosticado lluvia así que mis esperanzas de tener un picnic con Henry se fueron al caño.
Ah si, Henry es mi novio, el único que se dignó a fijarse en mí hace casi un año, era el chico rubio de ojos avellana que algunas chicas considerarían como el "Chico popular" pero en realidad él solo era un jugador más en el equipo de basquetbol.
Y por otra parte, estaba yo.
Era una de las jugadoras del equipo de voleibol del colegio, no era tan alta pero era lo suficiente como para evitar que el balón fuera muy lejos. Cabello chocolate y ojos oscuros, negros como la tinta; no era muy especial que digamos, solo una chica normal.
Encontré a Blake en la entrada, sonrió al verme pasar junto a ella.
—Hola— saludó sonriente —Lila te estaba buscando.
—¿En serio?— pregunté mientras caminábamos por los pasillos hacia nuestros casilleros —¿Para?
—Nos invitó a las dos a ir a su casa mañana, pero no alcanzó a decirte ayer.
—Oh. Pues ahí estaré.
Blake abrió su casillero de un jalón, la larga trenza castaña se balanceaba en su espalda como un látigo. Abrí mi casillero, buscando unos cuadernos.
—Mira— le dije sacando mi bloc de dibujo.
—¿Hiciste otro?— preguntó con una pizca de emoción en la voz.
—Últimamente no dejo de dibujar— abrí el bloc en la hoja más reciente donde un ramo de rosas relucía en tinta china.
—Deberías dibujarme a mí— dijo arqueando las cejas —Sería una obra de arte en tu cuaderno.
—De acuerdo— dije cerrando el casillero —Voy a intentar, pero no soy digna de dibujar dicha belleza.
La hice reír, halagada.
—Sorpréndeme.
Fuimos a buscar a Lila, probablemente estaba en su casillero, que estaba en el otro pasillo.
—Hey— dijo con una amplia sonrisa al vernos doblar la esquina —Llevo siglos esperándolas.
—¿Quieres decir tres minutos?— preguntó Blake con ironía.
—Como sea— dijo Lila con un ademán sin darle importancia, luego me miró a mí —¿Ya te dijo Blake lo de mañana?
—Sip— asentí mordiéndome la lengua, busqué mi teléfono en mi bolsillo y recordé que lo había dejado en mi casillero. Qué tonta. —Ahora vuelvo, se me olvidó algo.
—Ok, te veo en geometría— mencionó Lila antes de que ella y Blake fueran a sus clases.
Me detuve en seco al entrar al pasillo.
Solo pude procesar unas cuantas palabras, conforme mis ojos asimilaban lo que estaban viendo... junto a mi casillero nada menos:
Henry. Megan Roberts. Beso. Bastardo infeliz...
Mis ojos se pusieron llorosos. Era Henry, era mi Henry.
Era.
Henry me vio, boquiabierto. Me di la vuelta rápidamente, limpiándome las lágrimas que comenzaban a resbalar por mis mejillas.
—¡Kate!— oí a Henry correr detrás de mí, posó su brazo sobre mi hombro y yo me di la vuelta bruscamente apartando su brazo de un manotazo.
—¡No me toques!— exclamé aún con algunas lágrimas en los ojos. Volví a darme la vuelta caminando rápidamente con la intención de alejarme de aquel maldito lo más posible.
—¡Kate... espera!
Di media vuelta sin dejar de caminar, y arqueando las cejas, me despedí de él mostrándole mis dos dedos medios.—Es un hijo de...
—Blake...— le advertí limpiándome la nariz —Aquí no.
—Pero es que... ¿cómo...?
—Es un idiota— resumió Lila echándole una mirada a Blake que estaba furiosa (obviamente no tanto como yo).
Miré mi comida sobre la bandeja, estaba intacta, no había tocado el sándwich, solo lo había mirado con tristeza.
—Ahora mismo voy y le doy su merecido— declaró Blake levantándose de la mesa.
—Yo te acompaño— Lila la siguió unos cuantos pasos hasta que las detuve.
—No.
—¿Qué dices?— exclamó Lila —Ese desgraciado te engañó con Megan Roberts. ¡Megan Roberts!
Yo odiaba a Megan, Henry lo sabía perfectamente ya que él había estado presente el día en el que Megan decidió arruinarme la vida robando mi diario (no volví a escribir en él, las palabras habían sido reemplazadas por dibujos, así nadie sabría lo que significan, excepto las chicas), se convirtió en la persona a la que más odiaba a partir de ese día. Y hoy se había duplicado ese desprecio si es que eso era posible.
—Lo sé— admití en algo que pareció un débil murmullo deprimente —Pero no quiero hacerle saber que me duele...
—¿Puedo al menos golpearlo en educación física?— preguntó Blake —¿Aunque sea por "accidente"?
Me imaginé a Blake pateando el balón en la dirección equivocada, dirigiéndole miradas asesinas con aquellos grandes ojos grises.
—Tírale todos sus perfectos dientes— declaré. Ella sonrió.
—Esa es mi chica.
Le devolví la sonrisa aunque luego se desvaneció.
Una lágrima cayó sobre la bandeja.
Ninguna dijo nada, ambas sabían que no había mucho que decir, si lo hacían, lloraría más. Y no pensaba hacer eso, menos en la cafetería donde todos podían verme.
No comí nada.
Él era todo para mí, la semana que viene cumpliríamos un año... eso solo me destrozó más.
Tocaba Literatura. De proyecto teníamos que presentar un poema de al menos cinco estrofas, cada una con cinco versos o más. El profesor nos incitó a comenzar nuestros poemas ahí mismo en nuestros cuadernos. Dijo que nos basáramos en sentimientos profundos, que comenzáramos a hacernos preguntas sencillas y comenzáramos a darle forma a la respuesta hasta tener versos.
—Una fácil— dijo pasando entre las filas de bancos —¿A quién le han roto el corazón?
¿Me han roto el corazón?
¿Es así como se siente? ¿Es aquel vacío que inunda mis ojos? ¿La causa de mis diluvios? ¿Esto es tener el corazón hecho pedazos?
—Sí...— murmuré de forma que nadie me escuchara —Sí, me lo han roto...

ESTÁS LEYENDO
Time to let go
RomansaLa vida es una serie de eventos aleatorios. Supongo que la muerte es uno de ellos. Al igual que el resto de mis días contados. ¿Me han roto el corazón? Una pregunta bastante estúpida. Es como si me preguntaran si sé respirar. Dicen que el tiempo a...