Capitulo 6

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-Entonces...-Empezó mi madre mientras me observaba desde el marco de la puerta de mi habitación-¿te ocurre algo?

Alejé mis ojos de la ventana por la que estaba mirando para observarla, lucía bien con sus pantalones claros y su camiseta blanca, y esa ropa tan normal significaba que no planeaba salir de casa.

-No me ocurre nada, ¿por qué preguntas?

-Oh, no lo sé, puede que porque desde hace unos días estás demasiado tranquilo-Dijo terminando de entrar en la habitación y caminando hasta sentarse en mi cama.

Una pequeña y débil sonrisa llegó a mis labios.

-¿Quién te entiende, madre?, pensé que el que fuera tranquilo era el sueño de tu vida desde que nací.

-Sí, pero eso no sería tú.

Le sonreí antes de volver a mirar por la ventana, sabía que no se iría hasta decir lo que tenía que decir, y algo en mi interior me dijo que lo que venía a hablar conmigo no era lo que uno podría definir como cómodo.

-Sé lo que te pasa, hijo-Dijo intentando llamar mi atención.

-¿Sabes que estoy aburrido?, porque definitivamente eso es lo único que me pasa-Dije.

Escuché como suspiraba pero no me atreví a mirarla, definitivamente no quería escucharla hablar sobre sus locas teorías que aveces llegaban a ser más descabelladas que las de la tía Galia.

-Estás así desde que te enteraste de la boda de Katharina.

Rodé los ojos, no sabía porque, pero desde que la había visto en la puerta con esa mirada maternal en sus ojos supe que esto tenía que ver con ello, y resultaba un poco gracioso, porque el que ella estuviera siempre al pendiente de lo que pasaba con la familia real de Irasbett no significaba que a mí me pasara lo mismo, pero por supuesto nunca le diría eso en voz alta, definitivamente no quería ser el culpable de que mi madre se pusiera triste, ni mucho menos que se molestara, porque ella enojada definitivamente no era linda, no importaba que el resto del mundo afirmara lo contrario.

-No sé de que hablas, mamá-Dije mientras me volteaba por completo y apoyaba mi cuerpo contra la pared.

Ella me dedicó una de sus sonrisas antes de negar con la cabeza con lo que identifiqué como resignación. Esperó un poco antes de hablar.

-¿Recuerdas cuando eras un niño y con tu padre te dimos ese caballo?

-¿Mikhail?

Ella asintió con la cabeza, fruncí el ceño, no entendía que tenía que ver el que había sido mi caballo favorito con el tema que estábamos hablando.

-¿Recuerdas que no te despegabas de él?, lo montabas cada vez que podías.

Asentí con la cabeza, sintiéndome incómodo de pronto.

-¿Recuerdas cuando murió?

-Sí, todos me preguntaban si me encontraba bien, era un poco exagerado en realidad.

-Y tú siempre nos decías que estabas bien, ¿pero sabes cómo sabíamos que estabas mintiendo?

Dejé mi expresión en blanco, creo que ahora sabía a donde quería llegar, y la verdad es que no me llamaba mucho la atención a decir verdad.

-Estabas demasiado callado, Damen-Continuó, ignorando completamente la tensión que se había apoderado de mi cuerpo-. Durante toda mi vida he visto muchas maneras de sufrir, hijo, pero la tuya es la que más me aterra, tú no gritas, no lloras, te quedas calmado, esperando pacientemente a que el dolor desaparezca, y eso no está bien.

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