Viviendo

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Escondí mis emociones y salí al comedor con una nueva bandeja. Me prohibí mirarle, ¿de verdad esa no era su madre? Madre mía, que ilusa que soy...

- ¿Perdona puedes acercarte con el champán? - mierda, tenía que ser su corrito de grupo, con lo bien que estaba evitándolo...

- Si, por supuesto señora - me acerqué a ellos con la bandeja y fueron cogiendo cada uno las copas, intente no mirar pero me resultó imposible, hoy decidieron hablarme.

- Nunca te había visto por aquí chica - dijo un hombre de unos 40 años, atractivo pero de esas personas que no te dan confianza... - si necesitas dinero puedo ofrecerte un trato interesante - me dijo al oído.

Creo que Daniel le escucho, porque lo note tensarse a mi lado, levante la vista y vi odio en sus ojos, no quería una pelea aquí así que intervine rápidamente.

- Muchas gracias señor, pero no me interesa nada más que servir aquí las mesas.

- Piensatelo y luego lo hablamos - me guiñó un ojo y me estremecí. Decidí que era hora de volver un poco a la cocina para respirar tranquilamente.

De camino a la cocina gire y me fui al baño. Necesitaba un poco de agua para refrescarme. No note que nadie me siguió hasta que entre y alguien cerro el pestillo tras de mí. Me agarraron por detrás y me empujaron contra la pared. Era Daniel, estaba muy cerca.

- Por favor, no aceptes su proposición por muy buena que sea - uff, ¡que se pensaba! Lo empuje lo más fuerte que pude y se alejó de mí.

- ¡Tu que te crees! ¡Que vendo como lo haces tú! - vi dolor en sus ojos pero me daba igual, me había ofendido- ya me lo contaron, no te preocupes por lo visto por aquí eres conocidos y las mujeres hablan muy bien de ti.

- No es lo que tú crees, no me acuesto con ninguna de ellas, sólo las acompañó a eventos. No te voy a mentir, lo hice una vez pero me sentí sucio y... Decidí no volver a hacerlo. Te dije que tenía una vida complicada, necesitaba urgentemente el dinero y este es mucho dinero rápido.

No podía decir nada más, yo también tenía una vida difícil pero nunca se me pasaría por la cabeza eso. Pero cada uno...

- Yo no soy nadie para decirte nada, ni tu eres nadie para tantos favores que me pides. Lo mejor es que cada uno siga con su vida.

Dio dos pasos hacia mi y me volvió a apretar contra la pared, estaba realmente cerca. Sentía sus labios tan cerca...

- Ojalá pudiera ... Pero creo que nunca me ha fascinado tanto una persona como lo haces tú. Cuanto más te conozco más me gustas, cuanto más te veo más ganas tengo de volver a besarte. De hecho es lo único que pienso todos los días, día y noche...

Y sin más, me beso, no era dulce. Era rápido, duro, exigente. Como siempre con el me deje llevar, ¿por que no podía decirle que no? Paramos cuando nos faltó el aliento, y apoyo su frente contra la mía.

- Tengo miedo de conocerte mejor, se que si te conozco me obsesionarme contigo. Eres una adicción y ahora mismo mi vida es demasiado caótica, demasiado problemas y demasiados fantasmas, no puedo... - no se a lo que se refería exactamente, me encantaría que me contara, que supiera de su vida como el sabe algo de la mía, pero si el no quería yo no podía hacer nada.

- Pues entonces no hay nada más que hablar - me escabullí debajo de sus brazos, abrí la puerta y me fui dejándolo sólo en el baño. Tendría que seguir con mi vida, no se porque me obsesionaba con el, pero ya no importaba, el no quería nada de mí.

No note que me llamaban, estaba centrándome sólo en el trabajo, pero cuando me crucé con mi amiga y vi sus ojos llenos de miedo me asuste.

- Tienes una llamada, es de Soria, un tal Raúl te está buscando - mierda, ¿no podía ser otra vez mi hermano no? Me pasó el teléfono.

- ¿Qué pasa Raúl?

- Mmm... Nora... Estate tranquila, pero tienes que venir a Soria, ¿alguien te puede traer?

- Puedo ir yo sola, ¿que ha pasado? - me estaba empezando a poner nerviosa.

- Vale, pero si vienes tú sola estate tranquila ¿vale? - suspiró- es tu madre, la han llevado al hospital, se ha tomado todo el paquete de pastillas...

No escuche nada más, deje el móvil y salí corriendo por el comedor para coger el coche, no le podía pasar nada a mi madre, ya estaba mucho mejor, ¿por qué lo haría? Noté que me picaban los ojos, estaba llorando y no veía nada, tenía que calmarme para coger el coche, tenía que llegar cuanto antes. Antes de llegar al coche note una mano que sujetaba mi muñeca.

- Nora, ¿por qué lloras? Si te ha dicho algo más el imbécil ese se lo voy a hacer pagar - negué con la cabeza, no me salían las palabras. Respiré hondo pero me salieron palabras sin sentido - mi madre... Sobredosis de pastillas... Hospital.

Vi como sus ojos se abrían y entendía. Me llevo con sus brazos cerca de él y me abrazo muy fuerte mientras me dijo al oído - No te preocupes, todo estará bien, yo te llevo, tu no puedes conducir.

Y de nuevo me deje llevar, no podía hacer otra cosa. Necesitaba llegar cuanto antes con mi madre y temblaba mucho para conducir. Por favor que estuviera bien...

Y de pronto llegó... #DulcesalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora