Capítulo 36.

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Nos quedamos ahí, con la respiración agitada, tirados en la hierva. Escuchando como el agua golpeaba y nos salpicaba un poco las piernas. Con John acariciando mi cabello. 

   No sabia que pensar; haber estado con John se sentía diferente a con Will, o con cualquier otro hombre, era bastante extraño, pero no podía dejar de sonreír, mientras jugaba paseando mis manos por el pecho de John. -Se hace de noche- dijo John un poco ronco -No quiero irme a cenar, quiero quedarme aquí- susurré, apretando mi cuerpo contra el de John. 

    -Tenemos que ir, o tu padre va a empezar a sospechar- 

   -Argg, tenías que arruinar el momento- me senté en el pasto y comencé a subir mi pantalón, me puse de pie y di unos pequeños brinquitos para ajustarlo, lo que al parecer le dio mucha gracia a John. Este también se vistió rápidamente y me dio un pequeño beso en los labios -No te enojes, podemos volver cuando quieras- me guiñó un ojo y se encaminó hacia donde estaban nuestros caballos. 





John se equivocó al decir que podríamos volver a la cascada a tener sexo cada que quisiéramos, ya que al llegar al castillo mi padre no pasó por alto nuestra repentina desaparición. -¡Ambos tendrán escoltas! No quiero que estén en la misma habitación sin sus respectivas escoltas, y a partir de ahora John vendrá a todas las reuniones del consejo conmigo, ya va siendo hora de que asuma su responsabilidad- 

   Apreté los puños de la rabia, pero John me miró de reojo en algo que entendí como "Ya encontraremos la forma". Asentí de mala gana, lo que pareció satisfacer a mi padre -Desde ahora estarás con George en el castillo, ha sido nombrado capitán de la tercera tropa que enviaremos al frente; ambos entrenarán a los novatos y después se irán a la guerra si es que la tropa de John falla ¿De acuerdo?- 

    -¿Y se supone que tu liderarás la primera tropa?- pregunté de mala gana -Lo hará Peter, el hermano de Lady Asher, hemos llegado a ese trato con los Asher, ahora largo de aquí, necesito hablar con John- mi padre señaló la puerta, sabía que no tenía alternativa. Solté un gruñido demasiado audible para demostrar mi inconformidad y salí del salón del trono. 

   Esperaba poder quedarme afuera para escuchar a través de la puerta, pero en cuanto salí cuatro guardias ya me estaban esperando, lucían como la clase de hombres que no pueden dejar de pensar en cuantos músculos ejercitan al día, eran incluso más altos que yo y parecían no tener ni un poco de cerebro. -Debo de suponer que ustedes son mis guardias- comenté con un poco de asco -Así es, señor, y créanos cuando le digo que no nos separaremos de usted aunque usted duerma- 

   Sentí el impulso de darme un golpe en la cara, no solo no podría estar con John, si no que además tendría que soportar a cuatro guardias que se veían bastante ineptos siguiéndome a todas horas. Comencé a caminar en dirección a mi habitación, y seguido de eso se escuchó el paso marcial de los cuatro guardias. Para cuando estaba en la puerta de mi habitación, ya me encontraba fastidiado por el sonido metálico de sus uniformes. 

   -Si van a seguirme a todas partes, les ordeno que se quiten ese horrible uniforme, detesto el ruido- entré a mi habitación y cerré la puerta de un portazo, definitivamente no estaba de humor para nada, y el dolor en el trasero no me estaba ayudando en nada. Tomé rápidamente mi pijama y volví a salir de mi habitación para ir a tomar un baño, ya que estaba seguro de que mi espalda aún tenía pedazos de pasto. 

   Cuando salí de mi habitación tropecé con un montón de armaduras que estaban apiñadas justo afuera de mi puerta, donde los cuatro guardias que me habían asignado se estaban cambiando de ropa. Caí estrepitozamente al frente, golpeándome la nariz -¿Estas bien, Paul?- preguntó rápidamente John, que al parecer iba entrando a su habitación. Me tomó de la mano para ayudarme a incorporarme y los cuatro guardias de inmediato se lanzaron a separarnos -¿Que demonios les pasa, inútiles?- pregunté de mal humor -El rey nos dijo que no debían de estar juntos, ni tocarse, ni mirarse- dijo rápidamente uno de mis guaridas, y yo no pude reprimir mi instinto de golpearme en la frente. 

    -¡Me acabo de caer, inútiles! Él solo me estaba ayudando- dije, haciendo reír a John. -¿A donde iba, señor?- preguntó otro guardia -A tomar un maldito baño ¿O es que ya no puedo hacerlo?- pregunté de mala gana -Nosotros lo escoltamos, señor- rápidamente dos guaridas comenzaron a avanzar por el pasillo. John se acercó rápidamente a mi y me susurró -Te veo en cinco minutos- y se metió a su habitación. 

With a little luck. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora