Capítulo 45.

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Había despertado junto a Jane, y con un horrible dolor de cabeza, pero a pesar de eso, recordaba todo lo que había echo la noche anterior. Sentí un horrible dolor en el pecho con tan solo recordarlo, y la imagen de Jane a mi lado solo empeoraba las cosas. 

    Me levanté de la cama y rápidamente comencé a vestirme, ahora mis pantalones y camisa cómodas habían sido suplantados por un montón de mallones ridículos y pegados que resultaban terriblemente incómodos y capas de colores brillantes. Tomé lo único que parecía ser decente y comencé a vestirme. 

    -Buenos días- me saludó Jane desde la cama, con una enorme sonrisa en el rostro, y yo no pude sentir otra cosa que no fuera asco, pero no hacía ella, era hacía mi. Había engañando a John, aunque quizá esa no fuera la palabra, ya que técnicamente, él y yo no teníamos nada. 

    -Hola- contesté, colocándome rápidamente la camisa -Espero que con esa noche halla sido suficiente- dije, refiriéndome a su embarazo, no sabía que haría si es que ella no había quedado embarazada ya. Esta me miró un poco decepcionada, y pensé que quizá me diría algo, pero se quedó callada, así que salí de la habitación. 

     Ahora todo el castillo parecía estar sumido en el silencio, todos los invitados a la boda se habían ido ya, o los pocos que quedaban estaban dormidos, y quizá George y Ringo también lo estuvieran, por lo que no me pareció correcto desayunar con ellos. Salí en dirección a los jardínes, donde había por lo menos media docena de hombres ebrios tirados en el pasto. 

   Seguí caminando en dirección al bosque, ahora parecía ser una extraña manía mía sumergirme ahí para pensar. Caminé en dirección a ninguna parte durante un buen rato, hasta sumergirme en el bosque más allá de lo que jamás lo había echo. Sabía que era peligroso estar ahí, y tomando en cuenta que era lo que había pasado la última vez que había estado ahí, era mejor regresar. 

   Y de pronto el grito. 

   Pensé que de nuevo me atacarían, y rápidamente saqué mi espada para defenderme, logrando ahuyentar a algunos pájaros, pero nadie me atacó. Agudicé el oído para intentar encontrar de donde venía el grito y esperé. Sentía mi respiración subir y bajar, pero no se escuchaba nada más que el crujir de las ramas bajo mi peso. 

    Estaba a punto de guardar la espada de nuevo, en cuanto el grito se volvió a hacer presente. Era un grito de auxilio, y de una mujer. Logré dar con la dirección del grito y caminé rápidamente hacia ahí, hasta encontrarme con un gran agujero en la tierra, que contenía a una pequeña vieja que intentaba escalar por las paredes de tierra. 

-¿Está bien?- le pregunté a la mujer, que parecía no haberse dado cuenta de que estaba ahí. Esta me miró y esbozó una sonrisa un tanto macabra, tomando en cuenta que le hacían falta dos dientes. -Ayúdame a salir de aquí- susurró. La mujer me daba miedo, tanto como para no sacarla de ahí, pero no tendría corazón como para abandonarla, así que me incliné y le tendí una mano para que esta la sujetara. 

    Apretó mis dedos con una fuerza un tanto extraña y comencé a levantarla, era mucho más fácil de lo que había pensado, hasta sacarla completamente del agujero de tierra. -Gracias- musitó, poniéndose de pie. Era mucho más pequeña que yo, tanto que debía de bajar la vista para poder verla bien. 

    Llevaba ropas muy sucias y desgastadas de colores extravagantes, y un par de sandalias muy usadas, además de que conservaba un poco de belleza en ella, quizá durante su juventud fuera una mujer hermosa. -¿Como puedo agradecerle, príncipe?- me preguntó con una sonrisa -No necesito nada de usted- contesté cortantemente, dispuesto a darme la vuelta en dirección al castillo, por si eso era una trampa jacobita. 

   -¡Pero estaría muy mal de mi parte no darle nada a cambio!- insistió la vieja -Ya le he dicho, no necesito nada de usted- repetí, comenzando a abrirme paso entre los arbustos -¿Ni siquiera si sé si tu mujer está preñada?- me paré de golpe, chocando contra una rama. -¿Qué dijo?- pregunté, un poco aturdido. 

    -¡Oh! Bueno, querido príncipe, tengo una excelente noticia, su mujer a concebido una niña, justo esta noche- sentí una repentina felicidad en mi interior, que sabía yo que no tenía nada que ver con no tener que volver a acostarme con Jane -Gracias- contesté, aún sonriendo por la noticia, era muy extraña la sensación de felicidad que me rodeaba. Volví a emprender mi camino al castillo en cuanto la voz de la mujer volvió a resonar en el bosque -Pero esa niña le traerá problemas con su amor, príncipe- giré rápidamente para preguntarle a la mujer a que se refería, pero esta había desaparecido. Bruja

With a little luck. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora