Capítulo 52.

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John.

   -¿Qué te parece si vamos a mi habitación?- le pregunté a Paul una vez que nos separamos, este sonrió y asintió con la cabeza -Solo no seas muy rudo- me pidió, haciéndome reír. Lo sujeté de la mano y comencé a arrastrarlo por los pasillos, que yo sabía que estaban despejados, hasta llegar a mi habitación. 

   Apenas si pusimos un pie dentro, Paul se abalanzó contra mi. Cerré la puerta con ayuda de mi pie y respondí el beso, atraiéndolo con cuidado hacia mi. Nos estábamos besando lentamente, disfrutando de el sabor de nuestros labios y de el calor que nos brindábamos. Caminamos lentamente hacia la cama, donde lo recosté con cuidado. 

    Me posicioné sobre él y comencé a besarle el cuello, saboreando lentamente el sabor de su piel, mientras este comenzaba a acariciar lentamente mi espalda, Paul tomó el borde de mi camisa y rápidamente comenzó a intentar quitármela. Mi camisa salió volando y cayó sin hacer ningún ruido en el piso, seguido de mis botas que logré quitarme con ayuda de mis pies. 

    Volví a subir a los labios de Paul, mientras comenzaba a desabrochar su capa y a sacar su camisa. Una vez que su pecho estuvo desnudo, bajé hacia este, dejando rastros de saliva por donde mi lengua pasaba, mientras que el chico se sujetaba fuertemente a mi cabello y apretaba los labios para amortiguar los gemidos. 

    Me entretuve un minuto para jugar con sus pezones, y volví a bajar hacia su estómago, que tenía un particular sabor a planta, a causa de las curaciones que Ringo le había estado haciendo. -¿Te duele?- le pregunté, tocando con cuidado su herida -Solo si me muevo mucho- contestó -Tendré cuidado- le aseguré, mientras comenzaba a dar pequeños besos alrededor de la piel rojiza. 

    Comencé a acariciar su entrepierna sobre su pantalón, haciendo que este se aferrara más fuertemente a las sábanas y cerrara los ojos. Volví a subir hacia sus labios y paseé mi lengua por ellos, lo que hizo sonreír a Paul. Ambos nos miramos a los ojos un instante, y no pude evitar sentirme como la persona más feliz del mundo. 

    Pero todo eso se vio interrumpido por el sonido del azotar de la puerta contra la pared. Y ahí estaba Jim, sonriendo macabra y victoriosamente, junto con por lo menos dos docenas de guardias. Me apresuré a separarme de Paul, intentando fingir que nada había pasado, pero no engañaba a nadie, por fin Jim nos había descubierto. 

    -¡Arresten a ese traidor!- ordenó rápidamente, y de inmediato fui cubierto por diez guardias. Intenté golpear a algunos, mientras que escuchaba las súplicas de piedad de Paul a su padre; finalmente me terminaron por ganar y me sujetaron de los brazos con una fuerza sobrehumana. 

    -¡No papá! ¡Déjalo ir!- gritaba Paul, intentando acercarse a su padre, ya que tres guardias lo tenían sujeto de los brazos y el torso -¡No lo haré! ¡He sido tolerante contigo hasta que he perdido la paciencia! ¡Esto es todo! ¡Quiero que lo maten!- sentí como la ira corría por mi cuerpo -¿Cuál es su maldito problema? ¡Deje que su hijo sea feliz, carajo!- le grité a Jim, mientras los guardias comenzaban a arrastrarme fuera del cuarto. 

   Intenté poner resistencia, pero por más que intentara zafarme todos ellos eran mucho más fuertes que yo -¡Te lo he dicho, Lennon! ¡Te dije que sería tu responsabilidad salir vivo o no de este reino!- se burló Jim, a la par que me daba un puñetazo que me nubló la vista un instante. Comencé a patalear, en busca de poder golpearlo, pero conforme más me oponía más fuertemente era arrastrado. 

    -¡John! ¡John!- me gritaba Paul desde su habitación, haciendo eco en todo el pasillo -¡Voy a estar bien! ¡Lo prometo!- le contesté, dejando que finalmente me arrastraran hasta la torre de seguridad. Me subieron hasta los últimos pisos, donde me arrojaron a una pequeña celda. -¡Ustedes, pedazos de...! ¡Ya verán que les haré cuando salga de aquí!- los guardias que me habían llevado a la celda comenzaron a reír, mientras bajaban alegremente por la escalera. 

   La celda era tan pequeña que incluso tenía que agacharme un poco para poder estar de pie, busqué algún barrote roto o un pedazo de hierro, pero no había nada que me pudiera ayudar a escapar, y justo cuando estaba comenzando a perder la paciencia se escuchó una voz -¿También eres un capricho del príncipe?- preguntó un hombre, que estaba junto a mi celda. 

    Estaba súmamente delgado, y lucía una enorme barba sucia que despedía un olor terrible -¿Qué? ¡No! Estoy enamorado de él- le contesté al hombre, haciéndolo reír -Si, a mi me decía lo mismo "Oh, Will, me encantas"- arremedó la voz de Paul -Ese sucio niño traidor...- Will soltó una carcajada bastante terrorífica y negó con la cabeza. -Pero no hay nada de lo que preocuparse... ellos ya vienen- 

   -¿Ellos? ¿Quién demonios son ellos?- pregunté, seguramente se le había volado algún tornillo en la cabeza a Will, pero sus palabras me dejaron helado. -Mira la ventana, pronto seremos libres...- susurró. Me acerqué con cuidado a la ventana, justo a tiempo para ver como era que un enorme ejercito cargado de antorchas y lanzas se abría paso en los jardínes del castillo. No me hizo falta preguntar quienes eran. Los jacobitas habían logrado entrar al reino. 

With a little luck. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora