CAPÍTULO 24: ...

1.2K 69 28
                                    

Narrado en tercera persona:
Gona se sentó en el borde del sofá mientras Sara se apoyaba en el marco de la puerta.

-¿Para siempre?- Sara titubeó.

-A ver, para siempre no, pero por un tiempo largo. Unas horas antes de que llegaras nos reunió, y nos comunicó, que no se encontraba bien, y que al igual que Macundra ahora, iba a dejar de grabar con nosotros. - suspiró y se detuvo por un instante- No sé qué habrá pasado, pero estaba muy enfadado, y ni siquiera se molestó en decirnos adiós. Se que seguramente no querrás que lo sepamos, pero puedes confiar en mí. ¿Sabes que pasó?

Sara pasaba la mirada por toda la habitación y pestañeaba rápidamente, queriendo evitar las lágrimas.

-Es...es culpa mía - gotas saladas y pesadas se deslizaban por sus mejillas.

-No Sara, no es...- ella lo interrumpió antes de que acabara la frase.

-Si que lo es- empezó a soltar pequeños gemidos mientras lloraba cada vez más fuerte.
Gona sin pensarlo dos veces se levantó y la rodeó con sus brazos.

-Tranquila, ya verás como se soluciona todo.- se separó levemente, masajeandole las sienes.

-No vas a poder, ¿no te das cuenta? Nos estamos separando, primero Macu, y ahora por mi estúpida culpa Exo. Me voy a quedar sola.- volvió a llorar con fuerza.

-No digas tonterías, venga siéntate aquí -la llevó hasta el sofá, cubriéndola con una manta- te voy a preparar algo caliente y cuanto te calmes hablamos tranquilamente.

Sara emitió un pequeño gemido como respuesta.
Cuando Gona desapareció por la puerta de la cocina, ella se levantó despacio y salió sin hacer ruido de la casa, aún con la cara mojada del llanto.
Marcó el número de Andrés en la pantalla.
Pero con miedo de escuchar su voz, decidió enviarle un mensaje.
"Andrés, quiero disculparme, y se que en aquel momento sólo me pediste una palabra, pero te mereces muchas más. Después de aquella noche en Vigo, me desperté con miedo, con temor. No te podías imaginar las ganas que tenía de besarte, de acariciarte... pero tenia miedo, miedo de comprometerme, de no cumplir las expectativas, de la traición.
Todas las relaciones en las que me embarqué acabaron mal, y tenía la seguridad de que si empezaba una contigo, acabaríamos por romper también, la amistad que nos unió.
Todo ese miedo se convirtió en ira, y la descargué con el que tenía más cerca, tú. Pero tú no tenías la culpa.
Lloré, lloré y hazme caso, lo pasé muy mal sin sentir tu sonrisa en mi espalda y tus ojos verdes dándome esperanzas. Pero yo, te aleje de mí, y no sabía cómo remediarlo.
Me fui a Madrid en busca de ayuda, y por cosas del destino te encontré allí. Y la situación se volvió a repetir.
Se que te dije que había sido un simple calentón, un simple impulso. Pero otra vez tenía miedo, miedo de enfrentarme  a tus ojos y admitir que me gustó.
Gracias a mi tonto orgullo se empezó a formar una enorme bola de arrepentimiento, represión, tristeza e ira.
Bueno, y que más decir, ya lo pudiste comprobar en aquel banco, donde me pasé horas sentadas, imaginándome lo sencillo que había sido decir perdón.
Perdón, perdón, perdón.
Ahora éstas palabras ya no tienen valor, pero sólo quería decirte que me arrepiento profundamente.
Y daría lo que fuera para que aquella noche se repitiera, pero esta vez que me quedara tranquila y sonriendo arropada en tus brazos.
Gracias Andrés, te quiero.

-¡Sara! ¡Vuelve! - a apenas unos metros de distancia de ella, Gona corría sin aliento.
Sin embargo ella no lo escuchó y apretando el botón de enviar a la vez que una señora gritaba, caminó, segura de si misma por primera vez desde hace muchos días.
Pero debajo de ella, ya no había suelo.
 


Jugando A Enamorarse (#Exorinha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora