Thomas

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-Date prisa Thomas, no quiero llegar tarde.

La voz ronca de mi primo hizo que me aligerara al amarrar mis deportivas.

-Voy, Garret.

La puerta se abrió de golpe y me levanté sonriente mirando a mi pequeña sobrina de 3 años, Zoey, cruzada de brazos y a Garret detrás.

-¿Has terminado?-asentí.

-¿Por qué tienes tanta prisa?

-No es prisa, son ganas.

Al ver la atención que le prestaba me explico todo el tema: conoció a una chica en la discoteca a la que nos dirigimos. Se llevaron bien, tanto que ahora es su novia, y mañana hacen un mes de novios. Ella se llama Emma, tiene los ojos verdes, se ha teñido el pelo, por lo que tiene medio pelo castaño y las puntas rubias. Me la imagino guapa, pero no puedo juzgarla sin haberla visto. Una chica en mi colegio también se llamaba Emma, llegamos a ser novios, éramos inseparables, hasta que me dio la noticia, la mala noticia: iba a irse a vivir a Alemania. Los primeros años hablábamos todos los días, pero las relaciones a distancia son difíciles de mantener, y lo nuestro simplemente se fue. Y nunca volvió.

-¿Vamos?

Esas palabras me sacaron de aquel trance en el que me encontraba. No había notado que estaba frente al coche. Me adentré en él y mi primo hizo que el coche arrancara.

Estaba pensando en Emma, ¿qué pasaría si fuera ella? Me rompió el corazón al pronunciar esas dos palabras a través del teléfono, "hemos terminado", parece que fue ayer cuando nos mirábamos a los ojos seriamente, para sonreír a los pocos segundos; cuando nos abrazábamos cálidamente al despedirnos o al pelear, sus peleas... eran las mejores, me gustaba ver como se le fruncía el ceño al contestarme, y como yo le daba la razón para que fuera feliz; añoro ver como se sonrojaba cuando le decía cosas bonitas y también añoro su sonrisa. Ella lo era todo para mí y una simple conversación lo arruinó todo, este verano hace tres años que no hablamos, y es irónico, ya que pasa por mi cabeza todos los días.

Miré por la ventana y observé atentamente las puertas de la discoteca. Salí del coche y me adentré con Garret, esperando un doloroso momento en el que volviera a ver a Emma o un buen momento en el que me hiciera amigo de la novia de mi primo.

Garret abrazó a su novia y empezó a hablar con ella, como estaba de espaldas no podía verle la cara, no podía distinguir quién era. ¿Y si Emma había cambiado tanto que no la reconocía? ¿Sería eso posible? El miedo inundó mi cuerpo al imaginar que no la reconociera, Emma ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, pero ¿Y si yo fuera tan idiota? ¿Y si ella se girara ahora y me reconociera? Una de las cosas que consiguió Emma al dejarme fue que me pensara más las cosas antes de hacerlas o decirlas, no estar seguro de nada y ponerle escusas a todo. ¿Qué tienen todas estas cosas en común? Que todas pasaron cuando ella se fue, porque ella se fue. Ella está en Alemania, ella no ha vuelto y no volverá. Esta chica no es Emma, esta chica es la novia de mi primo.

Garret me hizo un gesto para que fuera a presentarme, ya no tenía miedo, por lo que me acerqué seguro hasta quedar en frente de la chica. Mi sonrisa desapareció al instante.

Emma...

Volviendo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora