Emma

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Aparqué en el garaje y salí rápidamente del coche, quería empezar de nuevo con Barnett, pero también quería esquivarle. Por una parte, él tenía la culpa de que yo estuviera así con Thomas, y no quería que lo empeorase.

-Emma-una pequeña mano se depositó en mi muslo y me giré para poder ver sus ojos azules-. Gracias por ir a por nosotros, estaba muy asustado.

Fred era un chico muy adorable y yo quería abrazar a alguien, me sentía mal por demasiadas cosas.

-¿Estabas asustado?-asintió-. Ni lo noté, eres un chico muy fuerte.

Se sonrojó y yo lo cogí, sentándolo sobre mi cadera mientras ambos reíamos. Entonces me encontré a mi padre en el salón hablando por teléfono y le hice un gesto a Fred para que parara de reírse.

-Sí, lo prometo... ¿No confías en mí, cariño?... Allí estaré, ¿hasta cuándo?... Vale, nos vemos mañana, besos.

No sabía con quién hablaba, lo que sabía es que Fred no se había enterado, porque seguía riéndose y casi no me dejaba escuchar.

-Ríete lo más alto que puedas ahora.

-¿Por qué?

-Porque... quiero saber cómo gritas.

-Vale.

Su risa se escuchó por toda la casa y yo sonreí.

-¡Ya hemos llegado, papá!

-Vale hija.

-Anda, corre a tu cuarto, creo que Barnett ya ha subido.

-Vale.

Salió corriendo como si ardiera el suelo y reí al verlo tropezarse con un escalón.

-Emma...

-¿Sí, papá?

-Bueno, me avergüenzo mucho. Sé que te prometí un mes aquí, pero me acaban de llamar del trabajo, no puedo quedarme un mes.

"Será mentiroso" pensé.

-Entonces... ¿te irás unos días antes?

-Me iré mañana-abrí ampliamente los ojos-. Ya, no es justo, pero el trabajo es así.

Se acercó a mí y me abrazó, quería pegarle por mentirme. En ese momento apareció Barnett por las escaleras y vio la expresión de mi cara. Frunció el ceño al verme tan triste.

-¿Qué pasa?-se separó de mí.

-Hijo, me tengo que ir a la oficina.

-¿Cuándo?

-Mañana-dije tristemente.

-¿Qué nos vamos mañana?

-Que me voy mañana.

-¿Fred y yo no nos vamos?

-No, quiero que os llevéis bien con Emma, así que os vais a quedar todo el mes.

Miré a mi padre muy seria, no me podía creer lo que estaba pasando, se iba con su novia de rositas con la excusa del trabajo. Y yo no se lo iba a impedir, iba a esperar a que me lo dijera él pero, en el caso en el que no me lo diga, va a tener problemas.

En un abrir y cerrar de ojos estaba despidiéndome de mi padre en la entrada, me sorprende como pueden pasar algunos días tan rápidos y otros tan pesados. Alguien me tocó el hombro y supe inmediatamente quién era ese alguien. Fred no llega tan alto. Me gire y me encontré con mis ojos.

-Barnett, tenemos que hablar.

-¿Llamo a Freddy?

-No, déjalo dormir. Es importante.

-Vale, te espero en el salón.

Asentí y me volví a girar para ver desde la ventana cómo entraba mi padre al coche riéndose mientras hablaba por teléfono. El coche desapareció y me senté frente a Barnett en el sofá.

-¿Qué pasa?

-¿Mi padre tiene alguna novia?

-No, que yo sepa. Y también es mi padre.

-¿Has visto a alguna mujer entrar en tu casa algo sospechosa?

-No.

-¿Estás seguro?

-Sí-dijo como si estuviera loca.

-Barnett, es mi... es nuestro padre, no puede irse con su novia a pasar el único mes que va a pasar conmigo durante varios años. No puede poner la excusa de ir al trabajo. Estamos mayorcitos, debería contarnos las cosas.

-Nos ha estado ocultando muchas cosas, pero tarde o temprano salieron a la luz.

-¿Cómo que tarde o temprano? No quiero que me venga con un bebé diciendo que es otro miembro de la familia. Quiero la verdad, y no me vale eso de "tarde o temprano" yo quiero la verdad temprano, no tarde. Pero papá está acostumbrado a no decir la verdad hasta tarde.

-Eso no es verdad.

-¿Qué no es verdad? ¿Cuántos años tienes Barnett? ¿Dieciséis?-asintió-. Ha tardado dieciséis años en contarnos la verdad. ¿No es tarde?

-Ahora que lo pienso, sí. ¿Cuántos años tienes tú?

-Diecinueve.

-Papá te lleva engañando desde que tenías tres años, eso es cruel.

Asentí lentamente, suspiré y observé atenta el suelo.

-No pongas esa cara.

-¿Qué cara?-dije desconcentrada.

-Esa que tienes ahora, das pena-dijo divertido.

-Gracias, yo también te quiero.

Se quedó callado y lo entendí: demasiada confianza. Cuando lo iba a arreglar entró un Fred despeinado por la puerta.

-Hola Fred.

-No me llames Fred, parezco viejo. Llámame Freddy-dijo furioso.

-¿Qué te pasa?-le pregunté suavemente y me miró con cara de asesino.

-Sabes lo que me pasa.

Miré a Barnett y me hizo señales para que no siguiera, pero insistí.

-No lo sé, ¿qué te pasa?

-¡Pues me pasa que me acabo de despertar y que junto a mi cama había una nota que ponía que mi padre se había ido! ¡Quiero ir con él! ¿¡Por qué no me avisasteis cuando se fue!? ¡Sois unos idiotas!

No me esperaba ver a Freddy tan enfadado, no parecía que se podía enfadar. Entonces me levanté del sofá y me acerqué mucho a él, poniéndome en cuclillas.

-No nos vuelvas a hablar así.

-Yo os hablo como quiera.

Alzó los brazos y me iba a dejar caer de espaldas, pero lo vi venir y me aparté, se cayó en el suelo y lo miré seria.

-¡No nos vuelvas a hablar así!

-Vale.

Freddy bufó y una carcajada salió de Barnett, me acerqué al sofá y me senté donde estaba hace unos segundos.

-¿Se levanta así siempre?-asintió-. Pues va a aprender a hablarnos bien.

-¿Nunca has criado a un niño?

-No, ¿por qué?

-Porque eres muy buena-dijo sarcástico.

Yo le miré boquiabierta, le empujé bruscamente y los dos reímos.

-Callaos ya, me duele la cabeza-dijo Freddy serio.

-Pues si te duele la cabeza te vas a tu habitación-dijo Barnett.

Freddy bufó y subió a su habitación.

-No te preocupes, se olvida de todo a los diez minutos.

-Me alegra saber eso, le estaba cayendo bien.

Barnett soltó una carcajada y yo le despeiné un poco.

Volviendo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora