Emma

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Me quitaron el bolso y no pude hacer nada, estaba centrada en Garret, ¿cómo no me ha podido decir que tiene una hija? Eso es fundamental al ser novios. Pero ahora tengo problemas mayores, me acaban de robar el bolso, mi bolso, donde tenía mi cartera, mi móvil y mi preciado maquillaje.

¿Nunca me va a pasar algo bueno? Puede que sí, hay que mirar el lado positivo. Mi ex novio está corriendo a por él. Espera Mi ex novio está corriendo a por él. ¿Qué hago aquí quieta?

Instintivamente me quité los tacones y corrí sin mirar atrás por las calles desiertas. Y allí había dos siluetas tirando del bolso. Me fui acercando lentamente intentando averiguar quién era el ladrón, pero no lo lograba. Una de las siluetas le pegó un puñetazo a la otra y ésta acabó en el suelo inmóvil. ¿Quién está en el suelo y quién está corriendo hacia aquí? Thomas no tiene por qué correr, soy yo. ¡Es el ladrón! Sin pensarlo dos veces le di una bofetada y una patada ahí abajo.

-¿¡Qué haces?!-dijo Thomas. Me tapé la boca con las manos.

-¿Por qué corrías?-me agaché y se estaba estremeciendo en el suelo, por lo que me miró mal- Lo siento, de verdad. Creí que eras él. Los ladrones corren.

-Pero las personas normales también-estaba rojo, pero puedo asegurar que yo lo estaba más.

-Lo siento, de verdad.

Al rato se le pasó el dolor y se levantó costosamente. Le acompañé hasta su casa, donde me dejó pasar amablemente. Él se puso hielo donde mi pie impactó, al parecer le di demasiado bien. Su salón era precioso y amplio; tenía las paredes blancas y los muebles de madera. Simple pero moderno.

-¿Están tus padres?-hacía tiempo que no los veía y me gustaría volver a abrazar a esas maravillosas personas.

-Están en su casa.

-Oh, claro. ¿Puedo darme una vuelta para verla?

-Sí, como si estuvieras en casa.

Tú eres mi casa pensé, pero no quise decirlo en alto. Recorrí cada centímetro de su casa, atravesé todas las puertas y toqué todos los muebles. Cuando llegué a su habitación me quedé en la puerta, viéndolo todo de lejos. Me acerqué a su escritorio y se me vino a la mente un recuerdo: A mí me gustaba abrir todos los cajones de su habitación y ver todas sus cosas, y a él no le importaba. Pero había un cajón que no me dejaba abrir, el cajón de su escritorio.

Posé mi mano sobre el pomo de éste y cerré los ojos mientras lo abría lentamente. Hasta que no me dejaba tirar más, entonces abrí los ojos.

Volviendo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora