No estas sola

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No es mucho pero es mejor que nada, espero les guste. Agradezco a todos porque siguen leyendo este fanfic. Y a las personas que recientemente comentaron les agradezco mucho porque me ayudan a no perder la esperanza en esta historia y seguir escribiendo, aunque sea poco a poco. Los adoro besties, un abrazo enorme :)

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No me di vuelta hasta haberme asegurado que mis amigas estuvieran fuera del lugar, y por el momento, fuera de peligro.

El monstruo rugió de nuevo y chocó contra la puerta arrancándola de la pared, una nube de polvo se levantó inundando todo el lugar, no podía ver nada más que el polvo flotando frente a mi por lo que agudicé mi oído en espera de escuchar al monstruo. Capté el sonido de algo deslizándose frente a mi, moviendo los escombros. Saqué una flecha de mi carcaj y apunté con ella hacia adelante lista para defenderme del ataque del monstruo. La bestia no atacó, en su lugar volvió a rugir...más bien chillar, el sonido producido por el monstruo era tan horrible y doloroso que solté inmediatamente mi arco y cubrí mis oídos, en ese momento vi un movimiento entre la nube de humo. En mi distracción el monstruo saltó sobre mí, rápidamente me tiré al suelo y rodé. Entre las nubes de polvo llegué a ver una escamosa cola verde.

Me paré y busqué mi arco frenéticamente. Finalmente lo encontré y casi repito el error de soltarlo al escuchar el chillido del monstruo nuevamente.

—¡Cállate pedazo de mierda!—grité molesta, lo cual probablemente fue la peor decisión que puede haber tomado en ese momento.

El monstruo en lugar de callarse como le había ordenado, chilló más fuerte (lo que creí imposible), retrocedí queriendo escapar del sonido. El polvo a nuestro alrededor empezó a asentarse, lo que me permitió ver el ácido que la bestia lanzó hacia mi cama. Levanté mis brazos y me tiré al suelo esquivando gran parte del ácido, aún así el líquido amarillo le dio a mis brazos quemándolos.

—¡No abras los ojos!—una familiar voz gritó.

—¿Qué?—miré alrededor confundida.

—¡Solo no los abras! Es un basilisco.

La cosa con tener que mantener los ojos cerrados es que la tentación de abrirlos es enorme. Estúpidamente los abrí; agradecí a los dioses que el basilisco estuviera dándome la espalda. Era una serpiente de dos metros con escamas verdes y, extrañamente, con plumas también en el cuello y cabeza. Annabeth se encontraba parada frente al basilisco con los ojos cerrados. El basilisco chilló e hizo un extraño movimiento, temiendo que atacara a mi amiga me lancé a la espalda del basilisco desviando un ataque de ácido por centímetros de la cara de Annabeth.

—¡Corre!—grité—detrás del mostrador.

Annabeth siguió mi concejo y avanzó torpemente por la tienda.

El basilisco se sacudió de un lado a otro intentando hacerme caer. Saqué mi espada e intenté clavarla en sus ojos, sabía que los basiliscos no eran fáciles de matar. La única parte vulnerable en ellos son los ojos, por lo que intenté atravesarlos con mi espada, algo difícil de hacer con el basilisco sacudiéndose como si estuviera recibiendo choques eléctricos. Finalmente mi espada se hundió en algo blando, el basilisco chilló, se sacudió y chocó contra un estante haciéndome caer. Corrí lejos de la bestia, derribando estantes a mi paso en un intento de retrasar al monstruo, salté sobre el mostrador y caí junto a Annabeth.

—Soy yo—hice saber.

Cuidadosamente abrió los ojos y me vio, con una expresión entre alivio y preocupación.

La última hija de Artemisa- Fuera de control.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora